El fin de la infancia

Sólo en los veranos en que me he dedicado a escribir mis tres últimos libros he dejado de publicar en mi blog durante varias semanas. Sin embargo, ha pasado un mes desde que escribí mi último post en el que reflexionaba sobre la necesidad de cambiar el enfoque de mi proyecto. Aunque no era mi intención, supongo que la historia del koala hizo que quedase un poco apocalíptico cuando mi propósito era mucho más esperanzador.

Hay momentos en la vida y en los proyectos en los que hay que quitarse la pereza y cambiar un poco o un mucho. Pero lo peor que puedes hacer es quedarte disfrutando de viejos éxitos que, en realidad, no lo son tanto.

Si tienes la mala costumbre de seguirme, habrás percibido un tono más negativo de lo habitual en mis posts de los últimos meses. Al escribir un blog y poner tus pensamientos en una pantalla en blanco te das cuenta de lo que te pasa por la cabeza. Se produce el fenómeno WYSIWYG (What You See Is What You Get o «lo que ves es lo que tienes»). Sólo por esa razón todo el mundo debería tener un blog.

Lo cierto es que en el blog simplemente estaba reflejando un cierto agotamiento del proyecto, la necesidad de un cambio de enfoque y también la búsqueda de una rentabilidad a todo el tiempo y esfuerzo invertido durante años. Y precisamente en ese momento, cuando cada día me planteaba tirar la toalla, recibí un mensaje de mi amigo Florencio Martinez con el título «¿Renovamos tu blog?»

Lo que pensé en aquel momento es que un cambio de plantilla sólo sería un cambio cosmético. Sin embargo, lo que me planteaba Florencio era algo de mucho más calado y la nueva imagen del blog sólo sería un lavado de cara. Tras su propuesta había toda una remodelación del modelo de negocio. Lo que me estaba diciendo es que debía reorientar todo mi enfoque.

Ya he empezado a cambiar algunas cosas, a crear otras y a reducir unas cuantas. Pero es sólo el principio.

¿Quienes son tus clientes? ¿Qué vendes realmente? ¿Cómo lo vendes? ¿Cuáles son tus productos? ¿Cómo defines su precio? Estas son preguntas básicas en cualquier negocio. Sin embargo, creo que el entorno dospuntocero nos hace perder el rumbo con demasiada facilidad.

Es cierto que en Internet todo es más personal y cercano pero eso no significa que no deba ser profesional.

Es cierto que en Internet es necesario compartir y colaborar pero eso no significa que no debas poner precio a tu trabajo.

Es cierto que en Internet es fácil conversar pero eso no significa que debas convertir la charla o la tertulia virtual en el centro de tu actividad.

Es cierto que en Internet es agradable tener «fans», «followers» y muchos comentarios diciéndote que eres un «crack» pero también te hace dormirte en los laureles y olvidarte de enfocarte en quienes realmente están dispuestos a apostar por tu trabajo.


Es cierto que en Internet puedes estar muy bien posicionado pero eso no te permite pagar las facturas.

Tengo que reconocer que amigos como Franck Scipion o Javier García Barros llevan mucho tiempo diciéndome que debía plantear de otro modo mi enfoque de negocio. Sin embargo, siempre he creído que su forma de hacer las cosas no encajaba con mi forma de pensar. Y ese es el problema. No es una cuestión técnica o de recursos sino de creencias puras y duras. Es verdad que hay cosas que plantean que no terminan de convencerme, pero creo que hay otras que son muy válidas.

Es como si pensase que «lo mío» es tan bueno que debería venderse solo. Es esa estúpida mentalidad con la que nos han educado a muchas personas de mi generación que nos dice que eso de vender es algo feo, sucio y poco elegante. Es ese peligroso mensaje de que si haces bien tu trabajo acabarán recompensándote. Y eso, además de dañino, es falso. Hay algo de soberbia y de orgullo en esa forma de pensar. Pero como cualquier otra creencia, se puede cambiar.

Quizás te llame la atención lo que te digo porque he conseguido estar bien posicionado en «lo mío». Pero una buena marca, personal o comercial, no garantiza la supervivencia (como bien saben ATARI, KODAK o NOKIA). Una cosa es el branding y otra las ventas. Creo que soy un buen ejemplo de lo que predico y pienso firmemente que la Marca Personal es algo que puede ser muy útil para tu proyecto profesional pero se queda en un ejercicio teórico si no tienes detrás un buen modelo de negocio.

Curiosamente, en este «viaje», al cambiar impresiones con buenos amigos como Maria Luisa o Fernando he comprobado que no soy el único en sentir la necesidad de este cambio de enfoque. Es como si, para algunos, terminase ese periodo de infancia y adolescencia en el que te centras en descubrir, jugar o disfrutar y empezase otro en el que hay que seguir descubriendo, jugando o disfrutando pero también hay que rentabilizar.


Hay muchas cosas sobre las que he pensado durante estas semanas. Una de las que he decido cambiar es el tono de mis posts. Creo que ha llegado la hora de aportar contenido más valioso y reducir el peso de mis opiniones. Seguirán teniendo mi estilo pero quiero que sean mucho más útiles.

En el próximo post explicaré las que creo que son las lecciones aprendidas más importantes. Venta, clientes, el futuro de la Marca Personal, hablar del PARA QUÉ en lugar del QUÉ,…

Esto acaba de empezar.


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