Dospuntocerolandia, la vuelta al colegio

MarketingUna de las cosas interesantes de tener hijos es que ves en ellos situaciones que tu viviste a su edad. Una de esas cosas más habituales, especialmente en la adolescencia, es la necesidad de salir con los colegas.

Creo que todos hemos vivido esa época en la que salir con los amigos era imprescindible, básicamente porque no te querías perder nada o que te dejasen de lado. Pero eso no era tan sencillo. Por una parte tus padres iban a reducir mucho tus grados de libertad y por otra parte también tenías otras cosas que hacer además de dar vueltas como un tonto por el parque o por los sitios de moda.

Pues bien, ahora que somos más mayores resulta que muchos hemos regresado al futuro (ahora que está tan de moda). Hemos vuelto al instituto pero ahora se llama dospuntocerolandia.

Piénsalo un poco. Los que llevamos algún tiempo viviendo EN este mundillo (no viviendo DE este mundillo) hemos acabado actuando de forma similar a los años de salir con la «pandi», pero en este caso es peor porque la mayor parte de los amiguetes son poco más que un avatar. Creo que para muchos, se ha convertido en una obligación esto de quedar constantemente con la gente de la «tribu» de los Medios Sociales y si desapareces durante un tiempo, te sientes mal.

Lo que ocurre es que lo de quedar con los amigos era algo que sucedía una o dos veces por semana. Sin embargo, lo de «conversar» y mantener el contacto con los «fans», «seguidores» o «amigos» de Internet es algo que debe ocurrir varias veces al día y en diferentes plataformas que, además, se multiplican constantemente. Es algo parecido al número de malabares de los platos chinos, tienes que mantener conversaciones constantes y simultáneas por varios canales. Y sinceramente, hace ya tiempo que dejó de tener su gracia.

Vale, quizás lleves poco tiempo metido en estas cosas y todo te parezca maravilloso. Algunos adolescentes parece que han sustituido a sus amigos reales por un puñado de YouTubers. Puede que incluso una estupidez como Periscope, la última «tontá» de moda, te parezca algo sin lo que no puedes vivir (¿No es genial que ahora además de subir fotos de comidas y de pies también puedas retransmitirlo en directo?). Pero cuando llevas ya más de una década paseando por lo dospuntocero te das cuenta que no solo no es malo no apuntarse a todas las movidas sino que es conveniente reducirlas a lo justo.

Creo que uno de los temores que tenemos cuando nos damos cuenta que hay otras cosas que estamos dejando de hacer (coste de oportunidad) por estar en el ajo virtual es que si nos apartamos o lo abandonamos durante un tiempo, van a dejarnos de lado, van a olvidarse de nosotros. Mi experiencia me dice dos cosas sobre esto.


La primera es que si llevas tiempo trabajando en algo y lo has comunicado de forma constante y consistente, aquellos que te siguen, te van a seguir teniendo en cuenta aunque desaparezcas unas semanas.

La segunda es que a la inmensa mayoría de la gente le importa un bledo lo que hagas o dejes de hacer. Por muy gurú, «influencer» o «crack» de los Medios Sociales que seas (o creas que eres) nadie va a estar pendiente de ti, excepto el puñado de amigos de verdad (como en el colegio). Desgraciadamente las Redes Sociales en Internet transmiten la falsa sensación de que eres el centro de atención porque hay gente que hace «click» en «me gusta» o en «seguir», pero eso casi nunca significa que gustes o te sigan de verdad. Así que por eso no sufras.

Otra de las similitudes entre las quedadas adolescentes y el mundo virtual es esa sensación de que te vas a perder algo. Parece que si no estás donde está todo el mundo, vas a quedarte fuera de juego por no compartir las mismas vivencias con los colegas. Resulta que basta que no utilices una Red Social o no vayas a esa excursión para que suceda algo que va a hacer que todos estén más unidos… excepto tu que te quedaste en casa.

Pues bien, en primer lugar, esos momentos excepcionales no ocurren casi nunca y en segundo lugar, es importante preguntarse si realmente merece la pena sacrificar otras cosas por encontrar esas rarísimas perlas vitales.

Y ahí está una de las claves. La cuestión es ¿Qué estoy perdiéndome en mi vida real por intentar no perderme nada en la vida «irreal»? Vale, quizás me digas que gracias a dospuntocerolandia has conocido a gente muy interesante y has aprendido mucho. Pero sé sincero/a, ¿De verdad esa gente que has conocido en La Red ha tenido una influencia mayor que la que has conocido mirando a los ojos? ¿De verdad el tiempo invertido gastado saltando de Twitter a Facebook y de ahí a Instagram te ha generado un rendimiento más positivo que si hubieses utilizado medios «tradicionales» como un buen libro o una visita a una exposición?

Este post no es consecuencia de una mala experiencia o de un rebote, todo lo contrario. Precisamente estas reflexiones surgen porque desde hace algunos meses estoy tratando de ser mucho más productivo en mi trabajo y una de las formas más rápidas de conseguirlo es replanteándose muy seriamente el uso de las herramientas de Internet. Y una de las conclusiones a las que estoy llegando es que, como ocurría con los amiguetes del colegio, aquellos que lo son de verdad, seguirán siéndolo aunque no te apuntes a todos los carros.





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