La Marca Personal nace de un sistema imperfecto

Marca¿Qué haces cada vez que vas elegir un hotel para irte de vacaciones? ¿O cuando te vas a comprar algo que cuesta bastante dinero? ¿O elegir un colegio para tus hijos? ¿O tomar una decisión que implique un riesgo más o menos grande para tu salud, tu dinero o tu bienestar?

Normalmente no tomas la decisión a ciegas sino que investigas, preguntas a gente de confianza, pruebas si puedes, comparas, visitas sitios en Internet que muestran opiniones. Y con todo eso, al final, tomas una decisión en la que todavía no tienes toda la información. Pero en algún momento hay que elegir o nunca haríamos nada.

El mundo es cada día más complejo, hay más ruido, confusión y oferta. Y además, apenas tenemos tiempo para conocer a las personas ni tampoco a las empresas y a los productos. Por lo tanto hay un desfase cada vez mayor entre lo que sabemos y lo que necesitamos saber.

Una de las opciones a la hora de elegir es tratar de llenar ese hueco de oscuridad y desconocimiento tratando de enterarnos de todo lo que podamos. El problema es que eso es complicado, a pesar de Google y, por otra parte, cuando se trata de personas es casi imposible saberlo todo porque ni nosotros mismos nos conocemos del todo bien.

La otra posibilidad es buscar un atajo. ¿Y si hubiese algún modo de condensar toda esa información para transmitirla de un modo muy rápido? Pues eso existe y se llama marca.

El branding es exactamente eso, un proceso para comprimir y comunicar atributos, emociones, datos, confianza, valor, cualidades,… de un modo compacto. El branding es como el Avecrem, una forma de paquetizar lo que quieres transmitir para llevar mucha sustancia en poco espacio.

El Branding Personal permite asociar a tu nombre lo que eres y lo que haces. Es como el proceso de deshidratación de los platos preparados. De este modo te ahorras muchas explicaciones. Si eres un candidato para ocupar un puesto, no es lo mismo tener que llenar ese hueco de información sobre la marcha, que llegar con tu prestigio por delante, el clásico «la fama le precede». El currículo es un pésimo intento de dejar huella porque lo que hace no es transmitir una imagen completa de ti sino elegir un puñado de elementos que no aportan demasiado.


Evidentemente este proceso tiene varias etapas. En primer lugar deberás saber lo que quieres transmitir. Antes de hacer el esfuerzo de comprimir tu identidad a la mínima expresión como en Viaje Alucinante deberás decidir para qué lo vas a hacer y qué pretendes conseguir. Por eso es fundamental tener claros tus objetivos y también los destinatarios de tu impacto. No es lo mismo crear cubitos de caldo de pollo que pienso para animales.

En segundo lugar deberás elegir lo que quieres meter en esa píldora de información que llamamos marca. Por eso debes hacer un inventario, auditoría o autoanálisis sobre ti, tus cualidades y características. Si consigues dejar una Marca Personal muy impactante pero que no transmita lo que quieres o, algo peor, lo que realmente eres, entonces estás jodido. Serás la persona a la que todo el mundo conozca y reconozca por algo que no te interesa o que no te representa.

Además, ese fichero comprimido en el que tratas de meter con calzador lo que quieres que «compren» de ti, deberá trasmitir tu valor. De nada sirve desarrollar una Marca Personal sólida que todo el mundo piense que no sirve para nada. Me encuentro con frecuencia a emprendedores que han hecho todos los deberes anteriores pero resulta que su marca representa algo completamente irrelevante.

En esa pastilla de caldo concentrado que es la Marca Personal también debe haber algo de sabor. Es el elemento emocional. Una Marca Personal debe tener un toque, humano, sensible, que llegue al corazón y no sólo a la cabeza. Por eso debemos contar las historias vividas que explican por qué somos lo que somos.

Y luego hay que salir y empezar a sembrar. Si resulta que has hecho todo el esfuerzo pero te guardas el «stock» en un almacén, acabará pudriéndose o se lo comerán las ratas del tiempo. Tu trabajo aquí es el del repartidor, el publicista, el preventista, el divulgador. Deberás ir inoculando tu concentrado de personalidad en todos aquellos que quieras que te recuerden. Si lo has trabajado bien, el proceso será rápido e indoloro y con el tiempo bastará que alguien escuche tu nombre, que es tu mejor logo, para que lo asocie con un montón de características, sabores y texturas que les recordarán a ti.

Por lo tanto, la marca en general y la Marca Personal en particular es un accidente del sistema. Existe porque es necesaria, porque llena huecos, porque genera confianza en un mundo descreído, porque facilita la vida. La Marca Personal es un lubricante de relaciones, es un catalizador de decisiones.

La Marca Personal es un subproducto pero, igual que ocurre con muchos descubrimientos científicos, a veces lo interesante está en lo que no buscamos.





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