¿Por qué tendría que pagarte?

ProductoEn esta especie de locura por la visibilidad, la notoriedad y la popularidad en la que algunos parecen estar metidos, es fácil olvidar que de nada sirve ser muy conocido si no tienes nada que ofrecer. Cuando no tienes nada que «vender», entonces quien se vende eres tú. Por eso hay tanta gente descontenta.

Hemos llegado a un punto en el que eso de aprender a «venderse» se ha convertido en algo habitual. Hasta ahora las personas que se «vendían» eran aquellas que ganaban dinero sacrificando sus valores o su cuerpo. Hoy parece que está bien visto eso de «venderse» porque ¿qué son los protagonistas de los programas del corazón, la inmensa mayoría de los YouTubers o muchos profesionales sino gente cuya oferta son ellos mismos… y nada más?

Por eso, cuando alguien dice que necesita la Marca Personal porque quiere aprender a «venderse» me cabreo bastante. Cuando te «vendes», el producto eres tú. Pero de lo que se trata es de ser capaz de diseñar una oferta, proponer algo valioso por lo que merezca la pena pagarte o recompensarte de algún modo y que no implique sacrificar tus valores o tu dignidad.

Vale, en realidad todos nos «vendemos» un poco, haciendo cosas que no nos gustan o en las que no creemos, especialmente cuando hay otros valores por encima como el bienestar de tu familia. Pero de lo que se trata es de que esto tienda a cero.

Además, cuando te «vendes», estás «vendido». Una vez que cedes una parte de ti a cambio de dinero o de algún tipo de favor sacrificando tus principios tu valor disminuye porque pierdes credibilidad. En nuestros políticos esto se ha convertido en norma.

Por lo tanto, es fundamental que diseñes una oferta profesional (o personal) valiosa. ¿Qué significa esto? Pues que tienes que ser capaz de aportar algo a tu entorno que satisfaga una necesidad y ser conocido, reconocido y, sobre todo, remunerado por ello.

Ya te he dicho que TÚ no eres un producto, así que la próxima vez que se lo escuches a alguien, dale una colleja de mi parte. Tus títulos, diplomas o cargos tampoco son tu producto, eso sólo son etiquetas que sirven para encasillarte. Eso lo explica muy bien Laura Ferrera en este artículo. Eso significa que no tenemos que estar atados toda la vida a algo que hicimos o estudiamos hace años. Tu oferta tiene no que estar anclada en el pasado sino en las necesidades y problemas del presente y del futuro que puedes resolver o mejorar con las cualidades que te hacen único.

Tu oferta, producto o propuesta de valor es algo por lo que te van a pagar, remunerar o compensar de algún modo. Es algo que proporciona un valor o beneficio a otros. Es algo que satisface una necesidad material o inmaterial.


En un mundo perfecto, tu producto sería lo que los anglosajones llaman «Sweet Spot», una combinación de lo que te gusta, lo que haces bien, lo que otros necesitan y por lo que te van a pagar. Si te gusta algo pero nadie lo necesita, estás jodido. Si hay algo que haces bien pero lo detestas, estás jodido. Si ofreces algo que te gusta y otros necesitan pero nadie está dispuesto a pagarte (como suele ocurrir en dospuntocerolandia), estas jodido.

Por lo tanto, en lugar de pensar en lo que has hecho hasta ahora, si quieres posicionarte como alguien valioso y aumentar tus opciones de ser elegido, preocúpate más de buscar problemas que te apetezca resolver en lugar de encontrar empleos que no existen para encajar a la fuerza con algo que no te entusiasma.

Uno de los errores más habituales a la hora de diseñar tu oferta profesional es obsesionarte por el Cómo más que por el Qué, por lo que sabes hacer más que por los resultados generados, por las cualidades más que por los beneficios. Lo que quiero decir es que tienes que transmitir de una forma clara, concisa y atractiva el valor que proporciona lo que haces. ¿Felicidad? ¿Dinero? ¿Clientes? ¿Visibilidad? ¿Contactos? ¿Salud? … Si vas con el resultado por delante generarás interés y ya tendrás tiempo de explicar cómo lo consigues y, sobre todo, de convencerme que puedes hacerlo.

El problema de muchos profesionales por cuenta ajena, de empleados y también de muchos profesionales independientes es que hace tiempo que olvidaron que si cobran un sueldo o un trabajo es porque están generando valor a quienes les contratan y no por unos años en los que estuvieron en un pupitre.

Para terminar por hoy, aunque este tema da para mucho más, te diré que una vez que sabes lo que «vendes» (y ya te digo que no eres tú), puedes empaquetarlo de muchas formas. El formato más habitual de vender tu trabajo es moviendo átomos y acudiendo todos los días a tu cubículo. Pero ¿te has preguntado si eso lo puedes ofrecer de otro modo? ¿Puedes hacerlo desde casa y para varios «clientes»? ¿Puedes automatizarlo de algún modo? ¿Puedes vender ese conocimiento en forma de vídeo, libro o curso? ¿Podrías asesorar a otros sobre ese asunto?

Estamos en una situación en la que ya no somos un título, una «job description» o un puesto en el que nos vamos a jubilar. Debemos pensar como Jefes de Producto de nuestra empresa YO S.A. y estar constantemente detectando necesidades, innovando y aprendiendo rápidamente lo que nos falta para convertirnos en la mejor opción.

Si quieres aprender a construir tu oferta profesional te recomiendo Diseñando la propuesta de valor porque creo que es el mejor libro que he leído sobre el tema.





Compartir esta publicacion