Dospuntocerolandia o la intolerancia a la introversión

Se acabó la desconexión. También podría decir que se acabó hacer el vago, pero este año no sería justo porque he trabajado más que nunca aunque bien escondido en mi «cueva».

Creo que estas semanas han surgido cosas interesantes. Así que espero ponerme pronto al día y empezar a exponerlas. También quiero crear otra página más profesional y quiero volver al formato vídeo lo antes posible. Pero tiempo al tiempo.

Pero, sobre todo, he reflexionado sobre algunas cuestiones que creo que van a marcar mis próximos meses.

Especialmente he pensado mucho sobre la forma de relacionarme en el mundo real y virtual a partir de ahora.

Empezaré por el principio, que en este caso es (casi) el final.

Hace apenas unos días cayó en mis manos un librito genial que me abrió mucho los ojos y me aclaró muchas ideas. No es que me haya cambiado la vida, pero me ha ayudado a colocar una pieza importante de mi estrategia y, sobre todo, me ha permitido entender algo más sobre mi comportamiento. Se trata de Text, Don’t Call de Aaron Caycedo-Kimura en el que habla de la vida de las personas introvertidas.

Tengo que decir que aunque normalmente soy muy de perderme en mis pensamientos, este año tenía unas ganas especiales de aislarme, de centrarme en mis ideas, de dar largos paseos enfocándome en mis «cosicas». No sé si esto sonará raro, pero es así. De hecho hay personas a las que aprecio que son capaces de ser tolerantes con todo tipo de comportamientos, pero se les «hace bola» cuando alguien les dice que disfruta la vida sin necesidad de socializar.

Nunca me había colgado la etiqueta de introvertido, pero viendo la descripción tan visual que se hace en este libro, la asumo al cien por cien.

Si me conoces personalmente quizás esto que te digo te parecerá extraño porque puedo ser más o menos directo, borde, gracioso, gilipollas, majete, incisivo, cínico o comunicativo. Pero ahí está la clave. Y es que creo que se confunden algunos conceptos como explica de maravilla esta imagen del libro.

Creo que se confunde fácilmente la timidez, la sociopatía y la introversión.

Creo que se confunde fácilmente la timidez, la sociopatía y la introversión.

En mi caso, la timidez no es un problema, todo lo contrario. Ni tengo vergüenza ni la conozco. Si tengo que hablar ante 2000 personas pues mejor que ante 200 o 20.  En cuanto a lo antisocial, aunque a veces bromeo sobre eso, lo cierto es que no soy ningún sociópata. Sin embargo, me identifico totalmente con la tercera imagen, la que dice que, en mis momentos de descanso, prefiero estar dentro de mi cabeza.


Aunque estoy hablando de mi, espero que esto que cuento sirva a más gente que no termina de entender esa necesidad de estar constantemente socializando. Especialmente desde que en el entorno dospuntocero ha convertido en una obligación esto de estar relacionándose y dandose besitos, abrazos y palmaditas virtuales.

Resulta que ahora eres un pecador de la pradera, un inadaptado, un indigente digital o, algo peor, alguien que se cree un gurú, si no está interactuando, tuiteando un #TodosSomos… o dándole a la tecla de «me gusta» cada pocos minutos como un moderno perro de Pavlov.

Soy más de mirar y escuchar que de hablar por hablar, de hacer que de debatir, tanto en el mundo real como el «irreal». Es cierto que mi trabajo consiste en hablar mucho, y me gusta hacerlo cuando tiene un propósito claro, pero el resto de mi tiempo, prefiero la conversación 0.0, la de uno consigo mismo.

Quienes somos así, tenemos que aceptar que la sociabilidad no es nuestra principal fortaleza y tendremos que enfocarnos en otros aspectos. Pero, al menos yo, echo de menos algo de empatía en este mundo virtual al que nos hemos lanzado. Parece que todos debemos ponernos en el lugar del otro, pero si no actúas como «dictan las normas» dospuntocerolenses, te van a crucificar.

Y esto me lleva a mi forma de enfocar mis proyectos a partir de ahora.

Creo que los introvertidos (no tímidos, no sociópatas, no antipáticos,…) debemos utilizar otras facetas que nos permitan diferenciarnos, aportar valor y, por supuesto, dejar una Marca Personal. Se trata de conseguir que sea nuestro trabajo lo que hable de nosotros en lugar de tener que hacerlo nosotros mismos.

Debemos aprender a comunicar nuestras ideas y propuestas por los canales apropiados y que mejor se ajusten a nuestra personalidad. Quizás eso implique mantener un perfil mucho más discreto y menos activo en los Medios Sociales. Ojo, no estoy hablando de desaparecer, sino de sustituir la conversación por las propuestas. Y espero sinceramente que se entienda.

Sé que esto que digo suena casi imposible en este momento porque parece que todos debemos exponer nuestras opiniones sobre todo (aunque no tengan nada que ver con nuestra profesión) y, algo peor, estas deben estar alineadas con lo «políticamente correcto».

Creo que lo que ha sucedido o al menos yo he percibido este verano en las Redes Sociales, es terrible, injusto y peligroso (¿Verdad Mertxe?). Twitter y Facebook se están convirtiendo en un campo de batalla en el que los ataques personales están a la orden del día. En el que cualquier asunto se convierte en arma arrojadiza y una simple anécdota o un comentario sincero, honesto y positivo puede degenerar en una lapidación pública y anónima.

No tengo ninguna intención de desaparecer. Sin embargo, tengo meridianamente claro que los Medios Sociales y algunos eventos Unopuntocero serán canales en los que aportar algo útil (espero) pero para mí cada día será menos una «maquina de café» global en la que mantener conversaciones intrascendentes.





Compartir esta publicacion