¿Qué haces con lo que aprendes?

Este es mi penúltimo post del año y voy a hablarte sobre lo importante que es encontrar el modo de extraer, ordenar y presentar las lecciones aprendidas a lo largo del tiempo.

Supongo que te pasará como a mi y una gran parte de nuestra vida estamos apagando fuegos, sobreviviendo y tratando de salir adelante. Así que cada día aprendemos cosas nuevas y adquirimos nuevas experiencias (a veces a palos) pero no hacemos demasiado con ellas.

Es cuando te piden que prepares un Currículo, cuando te piden que pongas por escrito lo que haces en un departamento para cuando te vayas de vacaciones o cuando te proponen un proyecto relacionado con lo que sabes hacer, cuando te ves obligado a revisar, documentar y transmitir todo lo que has hecho. Y en esos momentos te quedas asombrado de la cantidad de cosas que has puesto en marcha y a las que posiblemente no has dado la importancia que merecen.

Si queremos dejar una Marca Personal, debemos ser capaces de traspasar nuestros conocimientos y experiencias a otros para que también se beneficien de lo que hemos aprendido.

Como te digo, este tipo de reflexión no solemos hacerla nunca o casi nunca porque los acontecimientos de la vida se suceden y cuando tenemos un respiro, lo último que se nos ocurre es pararnos a ordenar ideas y a plasmarlas en un documento.

Una de las mejores formas de convertir lo que sabes en algo útil es verte obligado a contarlo y explicarlo. Mi trabajo consiste precisamente en eso, en extraer lecciones de lo que he vivido o de lo que he aprendido de otros y explicarlas de la mejor forma posible. Y me piden que lo haga por escrito, en vídeo o en vivo y en directo. Por eso soy una persona muy afortunada.

Creo que todos somos distintos y no es posible encontrar una receta única para la mayoría de las cosas que nos suceden. Por eso soy tan contrario a los decálogos y las listas de «secretos que cambiarán tu vida». Sin embargo, me gusta encontrar elementos comunes en las cosas que suceden y, a partir de ahí, crear algo parecido a un mapa en el que están los puntos clave pero en el que el viaje lo haces tu y tus circunstancias.

Las personas necesitamos pautas que seguir, normas a tener en cuenta. Por eso tienen tanto éxito los libros y los cursos que te explican «El método…», «El modelo…». En realidad, todo eso son formas de poner orden en el caos.


Lo que te propongo es que empieces a crear tus propios protocolos, procedimientos, sistemas y, si funcionan, los divulgues. Quizás pienses que tu no tienes nada de eso, pero te equivocas. Todos seguimos rutinas a lo largo del día y de nuestra vida. Desde que te levantas hasta que te acuestas. Desde que enciendes el ordenador hasta que terminas tu trabajo. Seguro que haces las cosas de una determinada manera. Y si tu forma de actuar funciona y consigues resultados, sólo te queda crear un borrador con esas pautas que sigues.

Hace unos días debatíamos en este blog y en el de David Barreda sobre la necesidad de crear algo que nos trascienda, que quede ahí cuando ya no estemos. Eso que gusta tanto a los anglosajones de dejar un legado o preguntase aquello de «¿Qué quieres que digan de ti en tu funeral?» (yo más bien diría algo así como ¿que esperas que piensen de ti cuando te toque la lotería y desaparezcas?).

Creo que podemos crear productos simplemente poniendo orden a lo que hemos aprendido y «empaquetándolo». Es lo que ha hecho de maravilla por ejemplo Franck Scipion. Pero seguro que tu también puedes «destilar» y «embotellar» tus lecciones aprendidas.

Me da igual que seas Jefe de Compras, Estudiante, Cajero de supermercado o Presidente de tu Comunidad de Vecinos, siempre, siempre vas a actuar y tomar decisiones que, si te fijas, siguen ciertas pautas. Lo que te propongo es que detectes y transmitas cuales son los criterios que tienes para tomar decisiones y como implementas estas.

Al comunicar tu método de trabajo vas a ponerlo a prueba y enriquecerte con las aportaciones de otros. Además ya tendrás un punto de partida a partir del cual ir mejorando y adaptándote.

A partir de ahí, el paso para convertirlo en «producto» o algo por lo que alguien esté dispuesto a remunerarte de algún modo (un empleo, un contrato, un canon,…) es mucho más sencillo. ¿No crees que te sitúa en una posición mucho mejor el ser conocido por establecer una rutina eficaz para hacer las cosas o mejorar los problemas?

Así que, quédate con esta pregunta ¿Estás documentando lo que experimentas, lees y aprendes? Si lo haces bien podríamos decir que habrías empezado a gestionar tu Business Inteligence Personal.

Aunque no sé si se puede asociar a lo que acabo de comentarte, precisamente ayer, este blog cumplió 13 años y espero seguir muchos más hablando de lo que aprendo.





Compartir esta publicacion