Si algo te bloquea, rómpelo en mil pedazos

Es curioso, pero muchas veces la respuesta a algunos problemas es tan evidente que ni nos damos cuenta.

Con frecuencia me enfrento a situaciones aparentemente muy complicadas que me desesperan o me hacen estar a punto de tirar la toalla. Casi siempre el problema está más relacionado con el tamaño que con la complejidad.

Por ejemplo, a la hora de escribir un libro, lo más paralizante para mí, es la magnitud del trabajo. Pero eso ocurre también a la hora de preparar un curso o lanzar cualquier otro proyecto que implique mucho esfuerzo.

Normalmente, la salida, la solución a todas esas situaciones aparentemente inabarcables es obvia:

Si un problema es muy grande, hazlo pequeño

Ya sabes, es aquello de ¿como te comerías un elefante? Pues a trocitos.

He dicho alguna vez, que soy una especie de chatarrero de ideas. Me gusta ir cogiendo cosas de aquí y de allá. Sufro una especie de Síndrome de Diógenes de conocimientos. Me interesa casi todo y me paso el día acumulando «chatarra».

Lo que ocurre es que, cuando te quieres dar cuenta, tienes tantos gigas de información acumulada, que se vuelve algo intratable.

Lo que me ha ocurrido con la Marca Personal es un buen ejemplo de lo que te cuento. Me explico.

Cuando empecé a investigar y a trabajar en esto del Branding Personal, me dediqué a aprender todo lo que pude. Me compré todos los libros que se habían publicado. Pasé horas y horas navegando en La Red y descargando contenidos.


Pronto me di cuenta de que tenía mucha más información de la que podría procesar. Además, si te fijas, el Branding Personal es una forma de gestionar tu vida y tu profesión de forma consciente y planificada. Así que, abarca muchos temas que son los que trato en este blog y en todas las ocasiones que tengo de contarlo.

Psicología, Gestión de Proyectos, Marketing, Diseño de Producto, Hábitos, Comunicación, Persuasión,… Son tantas materias que, cuando me quise dar cuenta, había creado una especie de monstruo difícil de manejar. Quizás por eso me salen libros con tantas páginas. Quizás por eso, tras más de catorce años con el blog y unos 1800 posts, sigo escribiendo.

Así que, llega un momento en el que, si queremos manejar un proyecto que se nos ha ido de las manos, la solución es romperlo en pedazos más pequeños.

Lo bueno es que creo que todo se puede dividir en partes más manejables. Desde adelgazar hasta buscar trabajo, desde escribir un libro a llevar a un hombre a la Luna.

Además, al romper un proyecto en partes, estas son pequeñas metas a alcanzar y como son más fáciles de conseguir, tu moral se mantiene más alta que si tienes que esperar al resultado «gordo».

Un proyecto compartimentado en elementos te permite dedicar un tiempo a varios de ellos simultáneamente y eso, especialmente cuando trabajas por tu cuenta, te ayuda a no aburrirte con un sólo tema.

Cuando divides tus actividades también puedes centrarte en aquellas que dominas o que te gustan más y delegar las que te pueden complicar la vida. Por ejemplo, si lo que quieres es crear una serie de Proyectos Paralelos, puedes centrarte en el diseño de la Propuesta de Valor o en la parte financiera y contratar a alguien para que te gestione la parte digital.

Muchas veces me preguntan sobre lo que debería hacer alguien a quién le interesan muchos temas y no quiere centrarse en uno en concreto. Yo siempre les digo que eso, más que una debilidad es una fortaleza… si lo sabes gestionar. Es como tener una caja de herramientas con cosas diversas. Lo importante es no tratar de hacerlo todo al mismo tiempo.

Por último, volvemos al principio de todo, a lo que solemos pasar por alto cuando queremos hacer algo que merezca la pena. Para que manejar todos los elementos de un proyecto no se convierta en una locura, debemos tener un objetivo, una visión, una motivación, una misión y unas líneas rojas. Sólo de ese modo seremos capaces de poner cada elemento en su sitio y que no acabe desmoronándose a las primeras de cambio.

Así que, si quieres hacer algo grande, piensa en tareas pequeñas.





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