Transiciones. Si no tienes trabajo, te lo inventas

Ha habido dos ocasiones en mi vida en las que he estado desempleado. Fue en mi primer empleo y en el último. En la primera ocasión decidí hacer lo mismo que muchos otros en los primeros noventa, apuntarme a un MBA y luego seguí trabajando para otros durante más de una década. En la segunda decidí que jamás volvería a trabajar como «cuentajenado».

Si no tienes jefe, te lo inventas

El problema de los que trabajamos por libre y también de quienes pasan por una etapa de transición es que, al no tener a nadie que nos diga qué trabajo debemos hacer, tenemos que crearlo, inventarlo o decidirlo nosotros.

Por cierto, aquí hago un paréntesis. Prefiero hablar de transición y no de desempleo porque este último término asume que lo que necesitas es un empleo, cuando la realidad es que tu problema es la falta de ingresos. Así que, esa transición puede acabar en un empleo, en trabajar en proyectos por tu cuenta o en cualquier otra opción en la que vendas tu trabajo independientemente de que cobres por nómina o por factura. Cierro paréntesis.

Pues bien, si no tienes jefe que te planifique el trabajo y que te encomiende tareas, debes ser tú quien lo haga. Y ahí está la gran dificultad. Por un lado porque quizás no sepas lo que debes «ordenarte» y por otro porque la pereza, el perfeccionismo, el miedo, la falta de fechas límite o cualquier otro factor mental, te paralice.

Así que, mi recomendación, tras unos cuantos años que estoy seguro de que podrían haber sido mucho más productivos, es que, si no tienes trabajo, te lo inventes.

No busques trabajo, créalo

Buscar empleo, pedir trabajo, conseguir una entrevista,… parece que está todo pensado para encontrar a alguien que te diga lo que debes hacer. Es algo muy de los viejos tiempos, de ese mundo preochentero en el que todo era lineal y predecible.

Sin embargo, creo que para que las cosas funcionen hoy, el trabajo no hay que perseguirlo, hay que crearlo.

Es muy fácil (y una forma de autojustificarse) quedarse de brazos cruzados cuando has enviado nosecuantos currículos a Infojobs o por el método clásico de enviar los dos folios y la carta de presentación a una lista de responsables de R2H2 o «headhunters». Puedes ver alguna serie o apuntarte a un curso de cocina, pero todavía te queda mucho tiempo para crear tus propios proyectos profesionales.

No estoy hablando de montar una empresa ni de hacer algo complejo, aunque podría ser una opción. Lo que te digo es que ocupes el tiempo restante en crear algo que demuestre que no estás «parado», que quizás pueda convertirse en una fuente de ingresos y, no menos importante, que te haga sentir que eres una persona valiosa.


¿Qué te gusta? Pues hazlo

Como te decía hace poco por aquí, suelo decir a mis alumnos más jóvenes que tienen mucha «suerte» porque como les han quitado el futuro, tienen la opción de crearlo como más les apetezca.

Cuando no tienes un empleo, se te abre una ventana para, por fin, intentar hacer cosas que te interesen de verdad. Ojo, no estoy hablando de cegarte con esas cosas de «persigue tu pasión» y similares. En todo lo que hacemos hay cosas chulas y otras aburridas.

Lo que te digo es que, seguro que hay algo que te atrae y que podrías convertir en ingresos. Pero incluso si eso no fuese así, al obligarte a crear tu propio trabajo y a mostrarlo y divulgarlo en Internet o en donde puedas, vas a mantenerte activo, vas a aprender, vas a atraer la atención de aquellos que ni siquiera sabían que necesitan a alguien como tú. Y también te será más fácil justificar este periodo sin nómina porque podrás decir que has estado poniendo en marcha tus propios proyectos.

Lo que te digo, y puedes creerme porque lo he vivido, es que pasarte el día planificando o creando artificios mentales no lleva a ningún sitio. Lo que funciona es que te tires a la piscina, que empieces a hacer cosas. Si, «cosas» así, a pelo, simplemente para empezar. Y por alguna razón, esas «cosas» empiezan a encajar, a tomar forma.

¿Qué te disgusta? Pues hazlo

Como te digo, todo lo bueno en esta vida tiene su contrapartida. Y eso no es malo. Simplemente es así. Lo que no puedes quedarte es únicamente con lo que mola de las cosas.

Como digo con frecuencia, a mi no me gusta escribir, pero aquí me tienes escribiendo mi post de unas ochocientas palabras y, en cuanto acabe, seguiré escribiendo para crear nuevos documentos.

Pues bien, si no escribiese, no habría publicado varios libros, no me llamarían para dar cursos, talleres y asesorías, no descubriría nuevas formas de empaquetar y vender lo que se me ocurre, ni podría vivir de esto.

La moraleja es que cuando estás activo estás agitando tu entorno. La gente ve que haces cosas, aunque no sepan muy bien en qué consisten. Incluso tú mismo abres puertas que no sabías que existían.

Así que, si no tienes trabajo, te lo inventas. Aunque creas que estás perdiendo el tiempo, aunque quienes te rodean te digan que deberías estar haciendo otra cosa (¿Qué cosa?), aunque no tenga nada que ver con tu «vida anterior». ¿Quieres ser tu propio jefe? Pues empieza a ponerte tareas. De ese modo, no serás una persona sin empleo, sino un/a profesional sin clientes… de momento.





Compartir esta publicacion