Israelíes, Subvenciones y Marca Personal

Podría decir que si escogí Química Agrícola como especialidad en la carrera en lugar de Química Cuántica fue porque me gusta tener los pies en la tierra, porque me gustan las cosas reales y no las entelequias. Y en parte es cierto. Pero he de reconocer que también pesó el hecho de que los fertilizantes y plaguicidas son más fáciles que las funciones de onda.

Una de las cosas que más me impresionó en esos años fue la capacidad de algunos para sacar de donde no hay. Aprendí que uno de los países más evolucionados en cuestiones de agricultura era Israel.

Supongo que la necesidad aguza el ingenio. En un país pequeño, sin terreno fertil y con poca agua, se las han ingeniado para sobrevivir. Sin ir más lejos, en Almería se ha conseguido un buen nivel de prosperidad gracias a algo parecido.
En lugar de tirar la toalla, quejarse o pedir ayudas, se pusieron manos a la obra y lo han conseguido. Han sido capaces de crear algo real, partiendo de muy poco.

En el mundo en general y en nuestro país en particular, está ocurriendo lo contrario, y quizás la crisis es una consecuencia de eso. Llevamos años viviendo de cosas que no existen. En lugar de cultivar zanahorias que se comen, estamos premiando a quienes venden Aire de Zanahoria

Lo importante ya no es la realidad, la tierra, los pepinos, sino lo intangible. De pronto, por cosas que no existen o son irrelevantes, se pagan millones (aunque no lo valgan). Las casas, los jugadores de futbol o las acciones de las empresas, no se sostienen sobre la realidad sino sobre especulaciones casi cuánticas.

La marca, que empezó siendo una representación simbólica de algo que tenía valor, se ha quedado con lo simbólico y del valor se han olvidado. Por eso hay tanta gente que piensa que el branding y el marketing es la venta de humo.

Pero detrás de una Marca Personal debe haber un valor auténtico, quien la posea debe ser capaz de ofrecer algo relevante. Si no hay «producto» no puede construirse una marca. Mi visión de la Marca Personal se basa en la cultura del esfuerzo no en la construcción de un decorado para impresionar e inflar artificialmente el precio (no el valor).


Lo curioso es que quienes señalan a los especuladores como causantes de la crisis, inmediatamente después se ponen a actuar de forma parecida. Si un especulador es alguien que aumenta artificialmente el precio de cosas que no lo valen, entonces estamos rodeados de especuladores sociales, aunque a lo que hacen, algunos lo denominan con un eufemismo: subvención.

Se subvenciona a los bancos y cajas. Al final eso de la Obra Social de las entidades financieras era de nosotros para ellas y no al revés como nos habían hecho creer.
Se subvenciona al cine. Pagamos un dineral por obras que no lo valen.
Se subvenciona la formación. Sindicatos y empresas se benefician de una maquinaria formativa inutil (excepto para ellos)
Se subvenciona la agricultura. Se paga por cultivos que se dejan morir.
Se subvenciona a los «emprendedores». Bueno a aquellos profesionales de la caza de la subvención, porque el verdadero emprendedor no tiene tiempo para eso.
Se subvenciona a las empresas de automóviles.
Se subvencionan las vacaciones de la tercera edad.
Se subvenciona a los parados sin desempleo.
Se subvenciona a los nuevos hijos, a los jóvenes que quieren independizarse, a…

La indemnización es otro tipo de subvención que tiene a muchos profesionales atados a un «empleo» que detestan.

Los periódicos, los bancos (de nuevo), las compañías telefónicas, los políticos,… «subvencionan» con vajillas, descuentos, edredones, tostadoras, 400 Euros o cualquier «chuminá» que pueda atraer clientes, lectores o votantes. Pan y circo.
Y mientras tanto hace mucho que hemos perdido de vista el valor real, la auténtica utilidad, la relevancia original de todo esto. El producto.

La subvención te pone en manos de otros. Ya no dependes de tí sino de las decisiones de un gobernante u organización magnánima que te agarra por los huevos y ya no te suelta. Ya no eres responsable, has cedido tu libertad a otro. Eres un Eloi. Dejas de tener Marca Personal para convertirte en la marca de otro.

Me pregunto que ocurriría si mañana desapareciesen las subvenciones, si de pronto tuviésemos que (sobre)vivir como los agricultores israelíes, solo con lo poco que tenemos y somos capaces de ofrecer. ¿Seríamos capaces de encontrar alguna forma de ganarnos la vida, recuperar a los lectores o cautivar a los votantes, clientes o empleados solo con lo que podemos ofrecer? ¿Tan débiles, incapaces e irresponsables nos hemos vuelto que no podemos valernos por nosotros mismos?

Solo podrás desarrollar una Marca Personal fuerte cuando seas capaz de depender de tí mismo y tener tu propio criterio. Y la clave no está en tener mucho, sino precisamente en todo lo contrario, en necesitar muy poco.


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