Los Peligros del Pensamiento Positivo
Durante meses hemos escuchado a nuestros políticos diciéndonos que todo va bien (y a las farmacéuticas que todo va mal con la gripe A, pero esa es otra historia).
Que vivimos en el mejor de los mundos posibles.
Que «están convencidos» de que todo va a ir bien, solo por eso, porque están convencidos (al menos eso dicen).
Que un país sale adelante si se lanzan mensajes positivos porque la economía se mueve por factores psicológicos.
Pero el mundo no se mueve por deseos, sueños o convicciones irracionales. El mundo occidental ha vivido en una burbuja (otra más) de autoengaño. Pero no hay que ir muy lejos para ver que en muchos sitios la vida carece de valor o que por mucho que lo deseen los haitianos o, sin ir más lejos, quienes se están quedado en el paro, lo van a pasar muy mal.
Se confunde la actitud positiva, o el buenismo de algunos de nuestros políticos, con el autoengaño o con el engaño a secas.
La actitud positiva solo tiene sentido si detrás hay algo que la sustente.
«A Dios rogando y con el mazo dando», «A quién madruga, Dios le ayuda». En los buenos tiempos, nos hemos dedicado a escuchar cantos de sirena y nos hemos olvidado de la sabiduría tradicional.
Nadie regala nada. Si quieres algo, debes dar algo antes.
¡Cuanto daño ha hecho Yoda! Muchos se han creido que pueden conseguir que las cosas ocurran solo con la fuerza de la mente.
La Marca Personal se construye sobre la confianza. Nadie está dispuesto a pagar más por algo o a contratar a alguien solo por su optimismo. En cuanto se detecte su inutilidad o su falta de credibilidad, dejará de ser relevante.
Los directivos de McDonalds, SONY o Apple no van diciendo que están convencidos de que sus productos van a ser buenos. Simplemente hacen lo que deben para que lo sean.
La Actitud Positiva puede funcionar, si, pero para que algo ocurra debe pillarte trabajando.