Dospuntocerolandia y el Síndrome Willy Wonka
Algunos se desviven por ganar followers en Twitter. Otros eligen LIDERAR en silencio equipos no + de 10 pers. Chapeau por estos últimos.
Fernando Polo (@abladias)
Hace algunos meses le compré a mi hija, Charlie y la fábrica de chocolate. Le encantó la película y también Johnny Depp. Desde entonces le gustan todas las películas en las que Depp aparece, incluso Sweeney Todd. Aunque puede que lo que realmente le guste sea la estética de Tim Burton. No se que es más preocupante.
El caso es que Charlie y la fábrica de chocolate me pareció una buena metáfora de lo que ocurre en dospuntocerolandia. La película cuenta la historia de un misterioso personaje, Willy Wonka que es propietario de una fábrica casi mágica. Un día decide invitar a aquellos niños que encuentren los billetes dorados que ha incluido en cinco de las tabletas de chocolate que vende. A partir de ahí se desata en todo el mundo la locura por encontrar esos «tickets» que les abran las puertas de ese lugar. Hay poderosos que gastan fortunas para encontrar uno de esos billetes y también personas que solo pueden comprar una tableta.
Ya se que cada persona tiene su motivación para estar en La Red y que no todos tenemos los mismos objetivos ni razones. Sin embargo, creo que aquí se da con frecuencia esta tendencia a buscar uno de esos escasos billetes dorados. Parece que hay que consumir, o al menos adquirir, todo el chocolate 2.0 posible para aumentar las posibilidades formar parte de esa élite que entrará en la fábrica de Willy Wonka.
Como ocurre en la película, de los cinco que consiguen entrar, cuatro de ellos son hijos de personas con suficientes medios como para aumentar las probabilidades de encontrar los billetes. También en La Red hay un puñado de personas bien situadas a las que constantemente se cita en todas partes. Pero pertenecen a esa élite geográfica, formativa, profesional o económica que puede permitirse adquirir el «chocolate» suficiente para aumentar sus opciones. El resto tiene que conformarse con probar suerte (y desilusionarse).
Ya digo que esta es solo mi opinión y no será generalizable. Pero cada día me siento menos cómodo hablando «a quién quiera escucharme» para encontrar un «billete dorado» posiblemente inexistente. Sin embargo, estoy más a gusto dirigiéndome a quienes realmente están interesados en lo que hago.
Creo que en dospuntocerolandia nos hemos olvidado del placer de tomar el chocolate porque estamos centrados en encontrar un «ticket» que nos abra una puerta a nosesabedonde.
Lo cierto, y esto también es una opinión personal, es que si hiciese un recuento de las personas con las que «me relaciono de verdad» saldría un grupo más o menos grande pero más o menos estable desde hace algunos años. Y me gusta establecer el contacto directo siempre que sea posible. No soy partidario de establecer conversaciones públicas (Twitter, Facebook,…) con personas con las que puedo mantener relaciones directas. Algunos dirán que eso es poco 2.0 pero a mi me parece lo más lógico del mundo.
Creo que Twitter se ha convertido en algo parecido a una Caja Negra de avión. Es algo que puede explicar un accidente si se produce. Pero el resto del tiempo está llena de conversaciones intrascendentes con las que se pretende conseguir esa cifra de followers, ese puesto en un ranking que aumente las opciones de conseguir ese billete dorado.
Creo que es poco natural esta tendencia a relacionarnos con grupos de personas más grandes de lo humanamente gestionable. No se si será una tendencia o no, ni me importa demasiado, pero si fuese un artista, mi intención iría más por «actuar» en pequeños locales que en grandes estadios. Quizás no consiga el billete dorado, pero al menos disfrutaré con el chocolate.