No hay donde esconderse

A veces, en alguna entrevista a algún personaje popular, surge alguna faceta oculta y atormentada de su pasado. Por alguna razón parece que, cuando alguien ha logrado cierto nivel de notoriedad, se ve obligado/a mostrar o a desvelar lo dura que fue su vida por culpa de su «genialidad». Expresiones como » mi vida en el pueblo era asfixiante», «me veían como alguien diferente», «el día que llegué a _____________ (pon la gran ciudad que prefieras y mejor si lo sitúas una estación de tren) por fin pude ser yo mismo/a».

No dudo que quién hace esos comentarios pueda haberse sentido mal (o muy mal) en algunos momentos y lugares. Pero siempre pienso que todo eso tiene como principal objetivo potenciar la imagen de éxito de quien la emite contraponiéndola a un pasado gris y doloroso del que ha logrado salir gracias a sus méritos.

Supongo que quién más quien menos, ha sufrido en algún momento los ataques, las bromas, el desprecio o algunas injusticias en el colegio, en el pueblo, en el barrio, en el trabajo o en el Servicio Militar. Pero parece que si no llegas a convertirte en una estrella no puedes convertirlo en una historia emocionante (ya sabes, storytelling) que refuerce tu posicionamiento.

Pero dicho esto, es cierto que en entornos reducidos en los que todo el mundo se conoce, es muy probable que tengas que cargar toda tu vida con una etiqueta. Quizás todavía es peor y tengas que asumir la etiqueta de tu familia. He tenido compañeros en el colegio que ya cargaban con la reputación de sus hermanos o sus padres. Para lo bueno y para lo malo.

Ya he dicho muchas veces que todos tenemos una Marca Personal. Desde el momento en el que alguien sabe de tu existencia (ni siquiera tiene que conocerte personalmente) te van a clasificar, encasillar, etiquetar, marcar. En entornos pequeños y cerrados es muy probable que esa etiqueta marque tu existencia de un modo u otro.

Pero como les ocurre a esos personajes populares atormentados, siempre había una opción: Escapar. Si no te entendían en tu pueblo, en tu colegio, en tu barrio o en tu «curro» siempre podías empezar de nuevo en otro lugar. Pero ahora, con Internet y las Redes Sociales empieza a ser muy complicado, por no decir imposible no dejar rastro, salvo que te comuniques por Tam-Tam. Aunque es muy problable que si te comunicas con tambores alguien lo comente en Twitter o te etiqueten en una foto de Facebook.

Es cierto que dospuntocerolandia te permite llegar a todo El Mundo de un modo sencillo y a un coste muy bajo. El «problema» es que si diseñas un buen plan de Branding Personal y consigues posicionarte de un modo eficaz, no vas a poder escapar. Va a ser muy dificil borrar la etiqueta, quitarte el sambenito que has conseguido dejar en quienes te conocen.

Y todavía puede ocurrir algo peor. Puede que te hayas lanzado a La Red sin protección ni plan (ni red) y cuando te quieras dar cuenta, todo el mundo te ha posicionado de un modo que no deseas o que no consideras apropiado. O simplemente te has cansado de hacer lo que haces y quieres reposicionarte.

Cuando te has posicionado con fuerza y quieres cambiar la forma en que te perciben, solo tienes dos opciones. La primera es buscar un sitio donde nadie te conozca pero como ves, esto cada día es más difícil. La segunda es dedicar tiempo, paciencia, trabajo, esfuerzo de un modo planificado para modificar la huella que has dejado.

Por suerte o por desgracia, dospuntocerolandia es un entorno en el que no tienes excusa. Puede que te etiqueten de un modo que no te gusta o que te perjudica, pero solo habrá un responsable de que suceda: TU. Aunque, si triunfas, siempre podrás aparecer en la tele como un «maldito» o un genio incomprendido.





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