Elena Francis y la Netetiqueta

Contra el vicio de pedir, está la virtud de no dar

Frase popular 

¡ADVERTENCIA! Este es un otro post antipático y puede hacerte sentir incómodo

Uno de los fenómenos más peculiares del mundo dospuntocero es esa facilidad con la que surgen jueces, reguladores y clasificadores que se otorgan a sí mismos la potestad de decir lo que está bien y lo que está mal. Es curioso que en un entorno en el que se presume de libertad surja tanto talibán empeñado en establecer reglas y etiquetar a las personas.

Aunque parece que en los últimos tiempos ha disminuido un poco, ha habido momentos en los que te podían acusar de prepotente o algo peor, de gurú, si seguías a poca gente en Twitter o no contestabas a los comentarios en tu blog como ellos consideraban oportuno (que estuvieses de viaje, dando un curso de diez horas o cuidando a tu abuela enferma es algo que a ellos ni se les pasaba por la cabeza).

Creo que tantas Navidades viendo a Charlton Heston bajando del Monte Sinaí con los Diez Mandamientos ha dejado huella, y se han multiplicado los profetas de lo politicamente correcto en dospuntocerolandia.

Evidentemente, en La Red, como en cualquier otra sociedad o comunidad hay que establecer unos límites de convivencia y reglas de comportamiento mínimas. Pero nada más. Eso es lo que se ha venido llamando Netetiqueta (algunos creen que es etiquetar a todo el mundo en La Red). Creo que esas guías de buenos modales se han centrado mucho en las formas pero poco en el fondo de la cuestión. Vale, ya sabemos que escribir en mayúsculas es equivalente a gritar, pero faltan respuestas a preguntas como ¿Cuál es el comportamiento adecuado frente a gorrones y parásitos?

Creo que esa tendencia a pensar que Internet es un mundo feliz en el que «to er mundo es güeno» y convertirlo en una sociedad idílica en la que todo es de todos está generando a algunos abusos que ya he comentado aquí alguna vez. Se habla tanto de colaborar, compartir, cooperar y conversar que a ver quien es el listo/a que no se comporta como una especie de Madre Teresa de Calcuta 2.0 sin que le llamen de todo.

Hace ya muchos años había un programa en la radio en el que la gente, normalmente mujeres escribían haciendo preguntas más o menos íntimas. Era el consultorio de Elena Francis y llegó a ser un fenómeno sociológico. Era lo más dospuntocero que existía en un mundo 1.0. Supongo que alguien ganaría mucho dinero con aquello.

En la red somos muchos los profesionales que no contamos con el presupuesto de las grandes empresas y consultoras y utilizamos los medios a nuestro alcance para darnos a conocer de un modo asequible economicamente pero con una importante inversión de tiempo. Estar aquí dando el callo implica un esfuerzo importante, al menos para mí, pero a cambio de tu tiempo y tus contenidos consigues una cierta repercusión positiva y vas posicionando tu Marca Personal.


Quizás me equivoco, pero al menos mi planteamiento es el siguiente. Yo trato de dar todo lo que puedo, de contar lo que voy aprendiendo, de mostrar mi trabajo y, a cambio, espero una «remuneración», aplauso (o abucheos) en forma de enlaces o citas por parte de quienes consideran que lo que hago les sirve de algo. Pero a diferencia de aquel programa de radio, yo no gano dinero con lo que muestro.

Creo que ese es el juego al menos por parte de quienes, como yo, trabajamos solos y no tenemos un departamento de comunicación o un equipo de Community Managers que mantenga un diálogo constante con el «mercado».

Sin embargo, cada semana y cada vez con más frecuencia hay personas que consideran el trabajo de muchas de las personas que utilizamos La Red como escaparate para nuestra estrategia de Branding Personal como una especie de consultorio gratuito.

Supongo que a nadie se le ocurriría escribir a Accenture, Deloitte, PwC, Ernst & Young y KPMG. y pedir que el Director General les envíe toda la información que tengan sobre un tema, que les resuelva un tema o les ayude a terminar una tesis doctoral. Pues eso que parece absurdo cuando se trata de una empresa es el pan de cada día para muchos de los que estamos utilizando La Red para dar muestras de nuestro trabajo.

Cada día me encuentro con peticiones de particulares y, algo peor, de empresas que esperan que dejes todo lo que estás haciendo para que les ayudes en sus trabajos, te recorras medio país para dar una conferencia por el morro o escribas una recomendación en LinkedIn de alquien que sólo sabes que existe porque te ha escrito una línea.

Durante mucho tiempo he respondido a gran parte de esas peticiones. Creo que no he recibido una respuesta de agradecimiento jamás, pero eso no es lo importante. Creo que si queremos diseñar una estrategia de Branding Personal sólida debemos «querernos» un poco más y empezar a considerar que nuestro trabajo tiene valor. Y sin olvidar el respeto a aquellos que realmente valoran (y pagan) lo que hacemos y nos permiten seguir ganándonos la vida.

No hay que confundir hacer cosas por los demás (creo que todos los que pululamos por dospuntocerolandia lo hacemos sin ir pregonándolo por ahí) con dedicar parte de tus recurso más escaso, el tiempo, a trabajar para cualquiera que te ha encontrado en Google. Igual que no pides a ZARA que te regale unos pantalones o que te inviten a comer en McDonalds, tampoco me parece lógico que confundas el que alguien sea generoso con su trabajo mostrándolo en Internet con que esa persona esté a tu disposición.

Creo que en una de esas listas de Normas de Buenas Maneras Virtuales debería quedar muy clarito que quien es un maleducado es quien considera que alguien, simplemente por ofrecer sus ideas y sus contenidos en un blog o estar en Twitter, no se convierte en una Elena Francis dospuntocero y no quien las envía a la papelera de reciclaje.

(Por cierto, hoy estaré en Lerida dando un curso todo el día, así que si no te contesto ya sabes por qué)


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