Pequeñas mentiras sin importancia

Con una mentira suele irse muy lejos, pero sin esperanzas de volver.
Proverbio judío 

Hace unas semanas estuve viendo la película francesa Pequeñas mentiras sin importancia. Es una de esas historias sencillas que los franceses saben narrar tan bien en la que, entre otras cosas, cuenta como engaños, falsedades y medias verdades aparentemente irrelevantes acaban destruyendo relaciones.

Desde hace meses estamos viendo como cada día nos levantamos con un susto o una tragedia en el mundo financiero. Supongo que, en algún momento, todos nos hemos hecho la siguiente pregunta: ¿Cómo hemos llegado a esta situación?

La respuesta siempre suele llevarnos a buscar culpables y seguro que los encontramos porque, en la crisis que vivimos, cada día está más claro que, de un modo u otro, casi todo el mundo ha puesto su granito de arena. Y no me refiero sólo a aquellos que han gestionado mal el dinero o incluso a los que directamente se lo han llevado a puñados, sino a todos los que han aceptado o incluso creado algunas pequeñas mentiras sin importancia.

Ahora podemos echarnos las manos a la cabeza cuando vemos que los capitanes del barco banco se llevan obscenas ¿indemnizaciones? tras haberlo hundido. Pero eso es sólo la parte más visible de un cúmulo de mentiras piadosas, pequeñas ilegalidades aceptadas socialmente y sonrisas cómplices y complacientes ante comportamientos poco éticos. Y esto no sólo se refiere al mundo financiero. 

Cuando hablo de Marca Personal suelo insistir en dos cosas, Valores y Confianza. Aunque parezcan cosas distintas, en realidad están intimamente unidas. La existencia y la defensa de los valores personales son los que consiguen que nos perciban como personas y profesionales fiables. Pero, en el mundo que hemos creado, defender unos principios sólidos implica enfrentarte con algunas personas o perder oportunidades. La Marca Personal implica libertad, pero esta tiene un precio. Así que lo fácil es adaptar tus valores al entorno como diría Groucho.


El problema es que, aunque parezca que no pasa nada, cada vez que cedes un poco en aquello que tu consideras importante, vas debilitando tu Marca Personal. Cuando aceptas que un político cometa una irregularidad, cuando permites que tu hija tire un papel al suelo, cuando das un codazo de complicidad y envidia a un colega porque ha ganado un dinero de un modo no demasiado limpio o cuando ves que en tu empresa, hospital o universidad se tira el dinero de otros, estás debilitando tus valores. Salvo que en tu escala de prioridades, la indecencia, la falta de honestidad o la carencia de un sentido de sociedad ocupen los primeros lugares en tu escala de lo que consideras importante.

Lo complicado, lo dificil y lo duro de una estrategia de Branding Personal no es crear una página en Facebook, dar una conferencia o dedicar una hora al día para formarte profesionalmente. Lo más jodido de todo es, después de definir un objetivo, ser capaz de mantenerte dentro de unas líneas invisibles que te indican lo que es correcto y lo que no. Cuando te las saltas o simplemente cuando careces de ellas te conviertes en un individuo impredecible y poco fiable.

Dios me libre de juzgar a nadie. Quién esté libre de pecado que tire la primera piedra. Cada día sufrimos, creamos o divulgamos pequeñas o grandes mentiras que ahora, ¿gracias? a dospuntocerolandia se mueven a mucha más velocidad. Pero precisamente porque todo el mundo comete esas pequeñas irregularidades cotidianas, aquél que sea capaz de salirse menos de la cuadrícula será más valorado. Aunque quizás otros le acusen de puritano, rígido o aburrido. 

Así que si quieres que se fíen de tí, si esperas dejar una huella sólida, profunda y bien definida más te vale que empieces a establecer, defender y comunicar tus límites. Eso te va a costar disgustos, dinero, amigos y críticas pero conseguirás que aquellos que te conozcan tengan muy claro lo que pueden esperar de tí y lo que no. Eso genera confianza. Y la confianza es el principal valor de una Marca Personal o comercial.





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