Ponte deberes

OperacionesUna de las cosas más complicadas que me encontré cuando empecé mi trayectoria como profesional independiente es la de decidir lo que debo hacer. No me refiero sólo a las grandes tareas sino, sobre todo, a las pequeñas acciones diarias que son las que hacen que un proyecto salga adelante.

Creo que estamos tan acostumbrados a que nos digan lo que tenemos que hacer, tanto en lo personal como en lo profesional, que cuando nos tiramos (o nos tiran) a la piscina, nos falta entrenamiento para tomar decisiones y ejecutarlas.

Si eres un profesional por cuenta ajena como lo he sido yo durante muchos años, sabes que no te van a faltar actividades, tareas y trabajos de todo tipo. Siempre va a haber un jefe o jefa que te encargue algo, especialmente si ve que tienes algo de tiempo. Ahí el problema más bien es como vacías la bandeja de entrada. Pero en el momento en que los objetivos los marcas tu, las metas y acciones deben partir de ti.

El problema es que muchas personas (y yo más que nadie) tenemos tendencia a la vida contemplativa, especialmente si, durante un tiempo, no estás excesivamente agobiado económicamente (cobras el paro, tienes varios clientes, vives con tus padres,…), hasta que empiezas a estarlo.

Cuando me despidieron de mi último empleo hace más de una década, me tiré bastantes semanas «pensando», planeando, preparándome (eso decía yo), reflexionando sobre lo que haría. Conozco a muchas personas que han actuado de forma parecida. Lo que ocurre es que eso es muy peligroso porque puede eternizarse. Siempre piensas que es bueno pensar antes de hacer nada pero eso es una trampa mortal si no se pone una fecha límite para pasar a la acción.

La gran pregunta en ese momento es ¿Qué tengo que hacer (concretamente)?


Los libros de gestión y especialmente los de autoayuda hablan mucho de generalidades. Que si debes plantearte objetivos, que si no debes dejar de aprender, que si debes conseguir clientes. Vamos que te hablan de lo que todos sabemos, los números gordos. Pero inmediatamente hay que descomponer esos grandes objetivos y dividirlos en acciones, metas y tareas. ¿Qué le digo a un potencial cliente? ¿Donde está ese cliente potencial? ¿Donde encuentro lo que necesito para aprender lo que me falta? ¿Cómo pongo en marcha mi blog? y así con montones y montones de pequeños detalles.

Lo que he comprobado es que, o te pones deberes, o las cosas no salen. Sobre eso podría hablar mucho mi amigo Jose Miguel Bolivar cuando habla de productividad personal. Es muy tentador sentarse a ver la televisión o a no hacer nada cuando no tienes una lista de cosas pendientes. Es muy fácil y peligroso ponerte a juguetear con el móvil durante horas si no tienes en mente otras cosas más importantes. Por ejemplo, yo siempre he leído bastantes libros en mis horas y horas en metro y trenes de cercanías pero hace ya bastante tiempo que me dedico a hacer el tonto con el teléfono. Y eso no es nada bueno. Así que una decisión para cambiar esta situación sería ponerme como deberes volver a leer un libro a la semana relacionado con mi trabajo, como mínimo.

Cuando algunos asistentes a mis talleres me dicen que no tienen tiempo para diseñar y ejecutar su Estrategia de Marca Personal lo que les digo es que seguramente les puede ocurrir dos cosas. La primera es que estén priorizando unas tareas sobre otras, así que deberán replantearse si lo que están haciendo es lo más eficaz. La segunda es que la falta de tareas o de deberes te hace perder de vista oportunidades. Por ejemplo, a lo largo del día hay muchos tiempos muertos que podrías utilizar para leer esos libros útiles… si están en tu lista de obligaciones autoimpuestas.

No te preocupes, no te estoy diciendo que llenes cada segundo de tu existencia con actividades profesionales. En primer lugar esto también es aplicable a los temas más personales o familiares. ¿Cuantas veces has pasado un fin de semana en blanco porque no te has acordado de hacer algo que hace tiempo que pensaste que sería divertido? En segundo lugar, lo que trato de decirte es que lo importante es que empieces a hacer tu «lista de la compra» de actividades útiles. Luego, igual que cuando vas al hipermercado decidirás lo que haces pero, al menos, siempre las tendrás presente. La decisión final es tuya.

Por último, desde mi punto de vista, lo mejor de «ponerte deberes» es que, al ser tu mismo quien lo decide, puedes adaptar el plan a tus gustos, preferencias y recursos. Y te aseguro que los días en los que, al hacer repaso de lo que has hecho, ves que han sido bien aprovechados, te hacen sentir como el puto amo.





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