Desenfoque

Suelo decir que, quizás el elemento más importante de una Estrategia Personal, es el destino, la meta, el resultado que queremos conseguir. Y sin embargo, la mayoría de las personas que conozco carecen de él. Puede ser por dejadez, por miedo o por desconocimiento a la hora de establecerlo o por muchas otras razones.

Se trata de responder a las preguntas más importantes de un proyecto personal, profesional o de otro tipo. ¿Qué? ¿Por qué? ¿Por qué no? ¿Para qué? Luego vendrán el ¿Quién soy? ¿Qué tengo? ¿Qué ofrezco? y el ¿Cómo lo hago?

Pero está claro que, sin un propósito, una objetivo, una motivación, una visión, una misión y unos valores claros, lo más probable es que nos pasemos la vida dando tumbos.

Uno de los problemas es que es muy fácil perder el Norte, desenfocarte o simplemente olvidarte de lo que, quizás en algún momento decidiste. Y eso, te lo digo por experiencia, es quizás el error más grave que puedes cometer en tu carrera profesional o personal.

Si no tienes claro hacia donde te diriges van a producirse dos tipos de consecuencias.

La primera es interior, personal.

Me refiero a que vas a ser muy poco eficiente y vas a perder muchas oportunidades simplemente porque no las asocias con aquello que buscas. Las decisiones van a ser más complicadas y es más probable que te equivoques al escoger.

Sin embargo, cuando tienes claro lo que buscas, aunque a muchos (y a ti mismo) les parezca una locura, vas a aprovechar mucho más los recursos disponibles y va a parecerte que tienes más suerte. La realidad es que te van a ocurrir más cosas de las que quieres simplemente porque eres más sensible a los acontecimientos.

Y esto no es la puta Ley de la Atracción. Es puro sentido común. Si eres consciente de lo que quieres, vas a gestionar mejor tus opciones y recursos. Y mientras, deja al Universo en paz.

La segunda consecuencia es exterior.

Me refiero al efecto que produces en los demás. Aquellos que no saben lo que buscan o ni siquiera quieren planteárselo, transmiten más inseguridad y desconfianza que aquellos que van a piñón fijo (aunque se dirijan sin frenos a un acantilado). En una entrevista de trabajo, en una relación de pareja o en un proyecto profesional, aquellos que responden con dudas sobre lo que desean es más probable que queden descartados que aquellos que muestran seguridad en su plan de vida. Es muy difícil dejar una Marca Personal si no sabes que huella quieres dejar o que efecto deseas producir.


¿Qué Redes Sociales debes utilizar (si es que debes utilizar alguna)? ¿A quién tienes que conocer? ¿Qué te falta por aprender? ¿Qué recursos necesitas?

Esas preguntas son muy difíciles de responder si no sabes QUÉ, POR QUÉ y PARA QUÉ. Sin embargo, todo se facilita si haces «ingeniería inversa» y vas identificando los pasos que debes dar desde el final o Punto B hasta el principio o Punto A.

Aunque me digas que no sabes lo que quieres, casi podría asegurarte que te equivocas o me engañas.

Siempre que hablo con alumnos o asistentes a mis programas, aquellos que dicen que no saben lo que quieren conseguir son los que más claro lo tienen. En realidad, todos tenemos sueños, deseos, metas, objetivos, visiones. Lo que ocurre es que los descartamos incluso antes de que pasen a un nivel más concreto. Nos parecen inalcanzables, nos van a llamar locos, no queremos desilusionarnos, «ya tuve objetivos una vez y no lo conseguí»,… Excusas. Pero en el fondo claro que sabes lo que quieres.

Cuando hablo de Propósito, en realidad me estoy refiriendo a un Paquete de Elementos que nos facilitan el diseño de la Estrategia Personal.

El primero de ellos, incluso antes de definir el destino es el Por Qué, la Motivación. De nada sirve tener un objetivo cojonudo si no hay una razón para moverse o luchar por él. Si la razón para ponerte en marcha no es suficiente, todo lo demás se queda en pura teoría. Es como preparar unas vacaciones perfectas pero no tener dinero o gasolina para llegar al destino.

La Visión es algo así como el punto gordo. Esa descripción idílica de como serían las cosas si alcanzases todos esos puntos intermedios. Y casi podría decirte que la visión debería ser inalcanzable porque creo que no hay nada más deprimente que lograr todo lo que has soñado (dicen que por eso, muchos de lo astronautas que llegaron a la Luna, cayeron en depresión).

Los Objetivos son los hitos, las etapas parciales que vas a ir cubriendo hasta llegar a ese estado ideal. Y te aseguro que ir quemando esas etapas es algo muy gratificante.

Los Valores son como las líneas rojas que te van a mantener centrado. Hay muchas formas de llegar a tu destino pero no todas son válidas o no van a encajar en tus principios.

Y la Misión es de qué modo vas a hacer algo por otros para obtener los recursos que te van a llevar a donde deseas.

Quería contarte todo esto porque, personal y profesionalmente, los peores momentos de tus proyectos son aquellos en los que te olvidas de lo que quieres y, sobre todo, de lo que te puso en marcha.


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