Propósito. No te empeñes en cambiar el mundo, sólo haz algo

Hace unos días escuché en algún sitio que seguramente ni Bezos, ni Jobs, ni Musk ni cualquiera de los emprendedores emblemáticos de los últimos tiempos tuviesen como idea inicial la de cambiar el Mundo a la hora de poner en marcha sus primeros proyectos.

Vale, supongo que todos los que nos tiramos a la piscina para lanzar ideas propias soñamos con generar algún tipo de impacto, pero creo que hay otras motivaciones más terrenales y limitadas. Y me parece bien, porque si el propósito inicial a la hora de hacer cualquier cosa fuese el de hacer algo tan grande, supongo que nos rendiríamos pronto.

Creo que hay demasiada «tontería» cuando se trata de sacar adelante algún proyecto profesional y personal. Y dospuntocerolandia no ha ayudado demasiado. Creo que el altavoz de las Redes Sociales ha generado un exceso de salvadores, mesías y disruptores que se preocupan más de lo que ocurre en el otro lado del planeta que de lo que pueden cambiar en lo que tienen a dos metros.

Haz algo

La dirección de tu Estrategia Personal se define en el Módulo de Propósito.

Cuando me hacen una entrevista y me piden un consejo final, mi respuesta es sencilla: Actúa. Haz algo. Empieza.

Al leer las biografías de aquellos que han conseguido cambiar algo, en la mayoría de los casos empezaron con algo pequeño, sin más intención que la de simplemente hacer algo que les gustaba y, en bastantes ocasiones llegaron a hacer cosas impactantes de rebote, por casualidad o sin buscarlo. Pero todos ellos tenían algo en común, empezaron.

Yo mismo he vivido algo de eso. Mi intención cuando empecé con todo esto de la Estrategia y la Marca Personal era algo tan básico como hacer algo que me apeteciese y que me permitiese ganarme la vida.

De hecho, mi idea inicial no era dar charlas ni impartir talleres y ni mucho menos escribir libros. Y, mira por donde, la vida te lleva donde te lleva, simplemente por ponerte en marcha.

Elige una dirección, no un punto exacto

He hablado mucho en este blog y le dedico mucho tiempo en mis cursos a los Objetivos, la Misión y la Visión. Creo que es importante fijar un rumbo, una dirección. De esa manera eres mucho más eficiente, tomas mejores decisiones, generas más confianza, no te dejas influir tanto por por opiniones ajenas y sigues adelante cuando las cosas (o tu motivación) no van como esperabas.

Pero también insisto en que conviene dejar margen de maniobra cuando definimos nuestro Propósito. Si eres excesivamente preciso y/o ambicioso (cambiar el Mundo) con aquello que quieres conseguir es demasiado fácil abandonar.

Sin embargo, cuando empiezas a andar en una dirección, pero te das permiso para desviarte, parar o modificar tu ritmo o probar cosas nuevas y relacionarte con otros como tú, todo es más sencillo y te facilita mantenerte en el camino.


Cambia lo cercano, poco a poco

Cada vez que he escrito un libro he pasado por una fase inicial en la que se me «hacía bola». Tener que meterme entre pecho y espalda cien mil palabras es un poco desesperante. Así que, tenía dos opciones, escribía a mi editor y le decía que me había equivocado y que lo dejaba o dividía el trabajo en trozos (comerse el elefante a pedacitos). Y esa es la gran respuesta a muchos de los bloqueos profesionales.

Creo que lo ideal es soñar y mirar de reojo a algo grande de vez en cuando, pero la clave está en empezar en pequeño, con la gente que tienes cerca y creando lo justo para ir avanzando.

En los últimos tiempos estoy probando cosas nuevas, desarrollando formas diferentes de vender mi trabajo y he llegado a la conclusión de que, de nuevo tienes dos opciones.

La primera es hacer algo ambicioso, impactante, potente pero que requiere una gran cantidad de esfuerzo y tiempo y puede salir bien o pasar sin pena ni gloria.

La segunda es hacer algo relacionado con lo anterior e igualmente útil, pero más pequeño, rápido y fácil de probar y lanzar.

Lo curioso es que la segunda opción suele funcionar mejor (y si no es así, no pierdes tanto), suelen ser los ladrillos con los que poco a poco irás acercándote al objetivo más grande y te permite seguir conectado con la gente sin aislarte para crear ese megaobjetivo.

Quiero guías, no iluminados

Yo no sé tu, pero yo estoy un poco cansado de ejemplos como los que te decía al principio. Los Musks, Jobs o Bezos. Pueden ser muy interesantes, pero también deprimentes porque sabes que por cada uno de esos hay miles o millones que se han estrellado.

Está muy bien hacer cohetes que lleguen a Marte, pero yo necesito a alguien que me ayude a llegar al martes. No quiero iluminados, necesito sherpas que conozcan el terreno, que hayan metido la pata y me acompañen en mi viaje.

No quiero cambiar el mundo, de momento me conformo con dar un paso y empezar a moverme en la dirección que decida… y luego ya veremos.





Compartir esta publicacion