Contenidos. El contenido FUE el rey

He dicho aquí que Amazon es una empresa increíble por la cantidad de cosas que ofrece más allá de la venta de productos. Una de las cosas más interesantes es que te permite publicar tus propios libros en cuestión de minutos… si los tienes escritos, claro.

Hablando de Inteligencia Artificial, un amigo me comentaba hace poco que hemos llegado a un punto en el que Amazon ha tenido que limitar la publicación de libros de un mismo autor a 3… ¡POR DÍA!

Hemos llegado a una situación absurda en la que el elemento diferenciador que suponía escribir y publicar un libro, ha dejado de tener relevancia. Simplemente hoy basta con saber manejar un puñado de herramientas para sacar contenidos como churros.

Y eso no estaría mal si lo que sale es mejor que lo que produce un humano, pero creo que todavía estamos lejos y sin olvidar que las herramientas de IA no son más que vampiros que se alimentan de la sangre de creadores.

Si, vale, que no es lo mismo que un libro escrito con esfuerzo y, sobre todo, con amor. Pero cada día será más difícil encontrar esas pepitas de oro entre tanta morralla.

La ilusión de vivir en una casa nueva

Creo que Internet ha pasado por varias etapas. Creo que hubo una fase inicial, casi prehistórica, en la que lo importante era simplemente tener una página web.

A finales de los 90, pocos podían tener un sitio en La Red. Quienes lo conseguían, pasaban a un estado superior. Era aquello de «tiene que ser importante porque ¡tiene una web!»

Crear sitio propio requería de conocimientos de programación, el alojamiento era caro y había muchas otras pequeñas dificultades. Así que, sólo algunas empresas, podían permitírselo.

A partir del 2000, con la llegada de los blogs, la cosa se democratizó y todos pudimos empezar a vivir en nuestra casa digital. Pero igual que cuando vas a ocupar un nuevo hogar, hay que amueblarlo y llenarlo de vida. Por eso los blogs, y especialmente el contenido, era el rey.

Sin contenidos, nadie visitaría tu casa virtual. Así que, quienes estábamos en ello, nos dedicamos (y algunos seguimos) a divulgar nuestras ideas. Y hay que reconocer que el esfuerzo mereció la pena porque gracias a ello, muchos conseguimos progresar.


Con las Redes Sociales como Facebook se dio un paso más para facilitar el acceso y la divulgación de contenidos, aunque a costa de perder «sustancia».

El penúltimo paso, el de los Instagram y TikTok, la facilidad para compartir, especialmente imágenes y vídeos, ha conseguido que el flujo de contenidos pase de un grifo a una catarata.

Hoy la IA puede acabar produciendo algo parecido a la rotura de una gran presa y arrase todo lo que encuentre en el camino.

El mito de Sísifo dospuntocero

Así que, una vez que los dueños de las plataformas digitales nos han entrenado para subir la roca de contenidos digitales a la cima de la montaña internetera, nos empezamos a dar cuenta de que es un esfuerzo inútil.

¿Qué sentido tiene seguir generando más y más contenidos cuando no sólo tenemos que competir con otros humanos sino con algoritmos incansables y mucho más eficientes?

Supongo que hay que empezar a pensar en buscar formas alternativas para competir en un entorno en el que el contenido no sólo no es el rey sino que se ha convertido en un simple súbdito y no de los más valiosos. Lo de subir tuits (o Xits ¿shits?), fotos o vídeos como ratas de laboratorio que le dan a la palanca constantemente para conseguir comida no sé si merece la pena. Bueno, sí que lo sé.

Creo que los viejos blogs, curiosamente, siguen teniendo vigencia porque todavía conservan su humanidad (si no están creados con IA). Pero para todo lo demás…

El fin del sueño

De todos modos, creo que muchos sabíamos que esto tenía fecha de caducidad. Si no hubiese sido la IA, lo habrían conseguido, como siempre, aquellos que disponen de recursos y que podrían controlar La Red tirando de chequera.

¿Y ahora qué? Pues supongo que habrá que volver a los clásicos. Las relaciones personales directas, la calidad de tu oferta, los valores compartidos, los objetivos claros, una misión bien definida… En definitiva, recuperar el trabajo bien hecho.

Y si, también habrá que crear y compartir contenidos a través de los canales y plataformas más eficaces para tu propósito, pero sin sentirte obligado a hacerlo de forma constante y automática.

Sería muy triste que aquellos que conseguimos que Internet fuese nuestro billete para escapar de la carrera de la rata, acabásemos dándonos cuenta de que simplemente habíamos cambiado de pista y en la que competíamos con ratas algorítmicas, como las liebres mecánicas de los canódromos.





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