Visión. Dibuja un futuro atractivo
Nací en el 67, así que crecí en una época apasionante en la que la tecnología y la ciencia parecía que iba a llevarnos a un mundo mejor. Quizás por eso me convertí en un apasionado de la astronomía y la astronáutica y me llevó a estudiar química. En aquellos años, nos dividíamos entre los que querían ser futbolistas y los que queríamos ser astronautas o, al menos, trabajar en la NASA.
Creo que aquello ocurría porque había líderes, políticos, dirigentes, empresarios, profesores, intelectuales e influyentes de todo tipo que nos trasladaban una visión positiva, atractiva. Nos señalaban un futuro mejor.
No aceptes futuros de mierda
Hoy, todo eso ha desaparecido. Salvo casos excepcionales como el de Elon Musk y poco más, la descripción del mundo al que nos llevan es triste, gris, deprimente. Ideas como la Agenda 2030 no hacen más que reforzar la idea de que las cosas ya sólo pueden ir a peor, aunque lo envuelvan con celofán de colores.
Claro que los recursos son limitados, pero siempre hay formas de optimizarlos. Pero no, los miopes y perezosos líderes actuales han decidido ir por el camino fácil y rendirse. Y, de paso, tratar de convencernos de que es mejor convertirse en súbditos subvencionados subdesarrollados.
Huye de los líderes que te ofrecen un futuro peor
Los políticos que triunfan no son los que hacen posible por ayudar a los ciudadanos a progresar sino los que se limitan a darte lo justo para sobrevivir y, de paso, convertirte en dependientes. Han perdido la ilusión por hacer cada día mejor las cosas y, si eso no fuese suficiente, tratan de convencerte de que no sólo no podemos crecer sino que hay que decrecer. Han tirado la toalla y creo que eso se transmite a las nuevas generaciones que, con razón, andan deprimidas y desilusionadas.
Aunque intenten convencerte de que no, hay finales felices
Hace años que las películas y las series de televisión dejaron de tener finales felices o esperanzadores. Todo son mundos distópicos o realidades sucias que no digo que no existan, pero que no creo que reflejen las cosas como son. Claro que hay claroscuros y altibajos en la vida, pero no puedes quedarte sólo con lo feo, triste o negativo.
¿Por qué te cuento todo esto? Pues por una razón muy sencilla. Creo que los líderes de la historia, aquellos que han dejado una Marca Personal potente desde Luther King a Jesucristo, desde Juana de Arco a Steve Jobs desde JFK a Alejandro Magno han sido visionarios, personas capaces de pintar un futuro atractivo para sus seguidores.
¿Cómo esperas dejar huella si crees que el futuro que ofreces va a ser peor? ¿Quién esperas que te siga si les prometes que les vas a llevar a un lugar de mierda?
No tocarás el arco iris, pero te pondrá en movimiento
Siempre he sido muy crítico con ciertas explicaciones de lo que llaman actitud positiva o pensamiento positivo porque creo que ayudaba a transmitir una idea pasiva del mundo. Es como si bastase con desear las cosas para que sucedan. Y eso puede servir cuando tienes cuatro años, pero no más.
Pero la actitud positiva es buscar soluciones y mejoras cuando surjan problemas. Por eso creo que los que tenemos actitud «negativa», es decir, los que tenemos tendencia a ver lo malo del mundo, son los que cambiaremos el mundo, porque intentamos ver como se puede resolver o cambiar a mejor. No nos conformamos, actuamos. No nos rendimos, tratamos de ver más allá y hacer ingeniería inversa.
Piensa en progresar y no sólo en sobrevivir
¿Quieres dejar una Marca Personal memorable, positiva y valiosa? Pues empieza a pensar como ayudar a progresar y no simplemente a sobrevivir. Imagina un mundo mejor y comunícalo de la mejor forma posible.
Creo que un loco, iluso o visionario me va a llevar a un mundo mejor… y si no ocurre, seguro que llegaremos mucho más lejos que el que nos ofrecen los realistas y por el camino seremos más felices.
Creo que la historia es cíclica y espero que el péndulo vuelva al punto en el que surjan dirigentes y líderes visionarios, pero mientras tanto puedes aplicarte a ti el cuento.
Empieza por la Visión
La visión es el punto de partida de cualquier proyecto. Si no tienes claro hacia dónde vas, ¿cómo vas a empezar a caminar? Es curioso, a veces queremos muchas cosas, pero no tenemos idea de cuáles son en realidad o por qué las deseamos. Sabemos lo que queremos (o creemos saberlo), pero no siempre tenemos claro el «por qué» ni el «para qué». Y aquí está la clave: antes de pensar en el cómo vas a conseguir algo, debes tener claro el qué y el porqué. Tu marca personal es como una energía potencial, pero el «por qué» es la energía cinética, lo que realmente te impulsa a moverte. ¿Y qué es lo que te mueve? Pues tu visión.
Imagina un mundo ideal para ti y para los demás
La visión es imaginarte a ti mismo en el futuro. Puede ser dentro de 10, 15 o 20 años. Es pensar dónde estarás, quién quieres ser y, sobre todo, qué estarás haciendo. Tener una visión es como tener un mapa en el que ya has marcado el destino, aunque aún no tengas ni idea de cómo llegar. Quizá tu visión es muy ambiciosa, como las de Gandhi, Mandela o Neil Armstrong. Pero lo importante no es solo llegar, sino saber hacia dónde te diriges.
Comparte tu visión
Además, una visión no es algo que guardas en un cajón, es algo que debes compartir. Expresar tus sueños a los demás no solo te ayuda a enfocarte, sino que también hace que otros puedan sumarse a tu misión. Si eres capaz de explicar con claridad tu visión, estás más cerca de que se convierta en realidad. Además, no basta con hablar, tienes que actuar. Las acciones pesan más que las palabras, y predicar con el ejemplo es una de las mejores formas de mostrar tu compromiso.
Piensa en grande
¿La clave para una buena visión? Pensar en grande. No te conformes con metas pequeñas; sueña a lo grande, aunque parezca imposible. Una visión ambiciosa te dará el impulso para llegar más lejos de lo que imaginabas. Y aunque quizás no puedas lograrlo todo por ti mismo, sí puedes jugar un papel importante en un objetivo mayor, algo que te trascienda y que deje huella.
Así que ya sabes, si quieres una marca personal fuerte, empieza definiendo tu visión. Sin una, te costará saber si estás avanzando en la dirección correcta.