Internet. Cuando te conviertes en lo que odias
Tú eres muy joven, pero hubo un tiempo en que llegamos a pensar que Internet lo cambiaría todo.
Hace un par de décadas se hicieron muy populares los mantras que repetían las CO- de La Red, Colaborar, Cooperar, Conversar, Compartir y algunas COs más.
Aquella forma de pensar un poco «flower power» impregnaba casi todo lo que hacíamos los que nos metíamos en todos estos líos interneteros. Cuando poníamos en marcha un blog esperábamos que interesase a alguien y, así, poco a poco, ir ocupando un lugar en la mente de algunas personas. Era la filosofía «inbound» o, dicho en cristiano, se trataba de atraer, no de presionar.
A lo largo del siglo XX se consolidó lo unopuntocero. Uno habla y los demás escuchan. Las empresas, los gobiernos, las organizaciones tenían el poder de controlar la información. Cuando llegó lo dospuntocero, pensamos que todo eso cambiaría… y creo que funcionó durante algún tiempo. Se habló de la democratización del conocimiento y la información, hasta que se terminó la fiesta.
COnversábamos en nuestros blogs, COlaborábamos entre nosotros, COmpartíamos lo que aprendíamos sin pensarlo demasiado. Como te digo, no es que fuésemos seres de luz, pero considerábamos que todo eso aumentaría nuestras opciones y nuestro valor sin ser demasiado molestos o incluso podríamos ser útiles.
Pero poco a poco, las cosas fueron cambiando. La llegada de las Redes Sociales como Facebook facilitaron que cualquiera tuviese un sitio ¿propio? en el que contar cosas sin filtro y de manera compulsiva.
Creo que mucha gente se confundió pensando que los centenares de miles de usuarios de esa red y las posteriores como Instagram, TikTok o incluso LinkedIn, facilitaría que se convirtieran en sus seguidores, pero en realidad sigues siendo tan invisible como cuando vas por libre con tu web/blog.
No sé como se ha llegado a asumir que vas a tener más éxito en un mercado menor como una Red Social que en el mercado global de Internet, pero lo cierto es que parece que está aceptado como una ley universal. Se confunde lo fácil que es mover el pulgar para darle «me gusta» a una foto de alguien en quien ni te fijas o incluso seguirle, con el esfuerzo que supone seguir a quienes comparten contenidos útiles y mucho menos caducos en un sitio propio.
Y entonces las CO- dejaron de tener importancia. Lo de atraer pasó a segundo plano. Y de pronto, mucha gente se convirtió en lo que odiaba. Los dospuntocerolenses, en un sorprendente giro de los acontecimientos, se convirtieron en unopuntocerolenses y empezaron a actuar como aquellos «poderosos» que nos bombardeaban (y siguen haciéndolo) con sus mensajes en el siglo pasado.
Lo importante ya no eran los contenidos sino dominar los algoritmos, prostituir tu lenguaje para someterlo al dios SEO, pasar del «pull» al «push», de la atracción a la presión, de aportar valor a emular a los protagonistas de Mad Men. De ganarte el respeto con los contenidos en tu espacio a bombardear a la peña con «newsletters». De formar una «tribu» de seguidores fieles a (intentar) atraer a multitudes con regalitos (ebooks, promociones, trucos,…).
Y con la IA todo va a ir a peor. La CO- de Conversación ha desaparecido porque, poco a poco, todo se va automatizando. Las máquinas escriben para que lo lean otras máquinas. Estamos cerca de ser simples espectadores. Las infografías interesantes han sido sustituidas por memes muy bien hechos y muy graciosos pero que no refuerzan la Marca Personal de la mayoría de los profesionales.
Así que, hay quienes se quejan de que sus «newsletters» creadas con esfuerzo no tienen suscriptores. De que sus publicaciones siempre las ven los mismos. De que tienes muchos seguidores en IG, pero no vendes una mierda. Pero es que lo que odiamos, las llamadas de telemarketing, los vendedores agresivos, el buzoneo de correo basura ha sido asumido por muchos en el mundo digital. Te has convertido en ELLOS.
Nos quejamos de las técnicas intrusivas mientras muchos empiezan a aplicarlas. ¿O acaso no es lo mismo llenar las Redes Sociales de anuncios de productos milagrosos (seis cifras en una semana), propuestas comerciales de desconocidos en LinkedIn o la homilía diaria en las redes para que la gente sepa que todavía existes?
Y aún hay más. ¿Para qué quieres pasarte el día luchando para estar bien posicionado en Google cuando su buscador cada día es menos relevante? ¿Para qué quieres hacer algo interesante para las personas cuando lo que corta el bacalao de la selección de información es el ChatGPT?
No es que, de pronto, hayamos visto la iluminación. Lo que ocurre es que las cosas evolucionan y lo que tenía sentido hace veinte, diez, cinco años o seis meses, ya dejó de tenerlo. No podemos seguir pensando como si viviésemos en el mundo pre-Redes Sociales.
Piensa que el iPhone salió en 2007, así que, tampoco era sencillo subir contenidos con el móvil y las conexiones telefónicas no iban como ahora. Facebook es de 2004, Twitter es de 2006, Instagram es de 2010, TikTok es de 2016. La combinación de los teléfonos inteligentes y las Redes Sociales de entretenimiento lo cambiaron todo.
Sin embargo, hoy, cualquiera, en todo momento y desde donde le apetece, puede aportar su granito de arena a la sobredosis de contenidos. La enciclopedia universal se ha convertido en una revista de cotilleos global. Así que, para sobrevivir hay que ser más agresivo, extravagante, irreverente. Es decir, que es muy tentador convertirte en aquello que detestabas.
Siento ser tan directo en estas fechas tan señaladas, pero este es mi penúltimo post del año (el próximo será el de la felicitación navideña) y tengo claro que el próximo año será bastante distinto en lo que respecta a lo virtual, por lo menos para mi.