No eres lo que dice tu tarjeta

Nadie nace siendo contable, parado, arquitecto o consejero delegado. Cada persona es mucho más de lo que dice su tarjeta de visita, afortunadamente.
Nos han inculcado que solo podemos ser una cosa en esta vida y eso es un gravísimo error. Cada persona pasa a lo largo de su vida por unas circunstancias únicas, ve diferentes películas, lee libros distintos, pasa por experiencias irrepetibles, conoce a personas maravillosas y a otras odiosas. Todo esto consigue que la forma de pensar de cada uno sea una mezcla extraordinariamente singular. ¿Es posible tratar a todo el mundo por igual? DEFINITIVAMENTE NO. Si se hace así, solo se consigue una cosa, MEDIOCRIDAD, igualar a todos por abajo. Cada persona tiene fortalezas que le hacen superior a otros. Los métodos educativos desde la escuela y posteriormente los programas de formación en las empresas se basan en igualar a todos. Pocas veces se fomenta aquello que nos hace fuertes. Los programas de desarrollo profesional están pensados para superar las carencias. Sin embargo, lo más apropiado es tratar de vivir con ellas lo mejor posible y sacar el máximo partido de aquello en lo que somos buenos.
Durante años, los teóricos de los RRHH se han dedicado a clasificarnos. Se han creado múltiples tipologías de dirección, todo tipo de Tests para ordenarnos según crípticos métodos que solo los consultores saben interpretar (a un «módico» precio, eso si), infinidad de tipos, subtipos e infratipos de trabajadores. Se han convertido en taxonomistas de la gestión. ¿Y todo para qué? Pues parece que para convertir una tarea apasionante y enriquecedora como es el trato humano y personal en algo frio e industrial. Si hay que contratar o despedir a centenares de personas hay que encontrar formas de hacerlo de una manera sistemática y mecánica. ¿No os suena?
El viejo empresario sabía que para que un negocio funcionase debería estar formado por los mejores equipos que él mismo se encargaba de seleccionar. Hoy no hay ni empresarios ni negocios, solo gestores y organizaciones funcionariales.
Todo el mundo sabe, o debería saber en una empresa la diferencia la crean las personas. Un cargo en una tarjeta nunca ha significado nada y hoy menos. Por desgracia, los propios poseedores de esas tarjetas han sido los primeros en creer que ese trozo de cartón definía su vida.
Sal de tu tarjeta, saca todo lo que eres capaz de hacer y enseñaselo al mundo. Seguro que eres capaz de muchas más cosas de las que te piensas.






Compartir esta publicacion