Un nuevo paradigma.

No voy a ser modesto, pretendo poner en marcha la revolución de las personas, especialmente en las empresas. Estoy cansado de ver como estamos perdiendo nuestras vidas y desaprovechando nuestro potencial mientras quienes toman las decisiones no mueven un dedo.
La forma de conseguirlo es muy sencilla, pretendo desmontar toda la parafernalia que se ha creado alrededor de la gestión de personas. Al igual que ocurre con los monstruosos bloques de apartamentos en la costa que no dejan ver el mar y las puestas de sol, me he propuesto acabar con toda la cháchara inútil de los llamados «expertos en RRHH».
Soy de ciencias por formación y por afición y si hay algo que he aprendido es que cuando una teoría se complica demasiado, es hora de pensar que hay algo equivocado.
Cuando no había instrumentos ópticos y los hombres solo veían el sol, la luna y unos pocos astros, se pensaba que La Tierra era el centro del universo. Sin embargo, cuando empezaron a descubrirse otros planetas, el sistema se volvió demasiado complicado para encontrar un mecanismo matemático que lo explicase. En ese momento se produjo una revolución (Copernico, Kepler) que puso al sol en su verdadero lugar. Eso fue una revolución con consecuencias brutales, pero simplificó y explicó muchas cosas aunque nuestra vanidad planetaria fue dañada.
Siglos más tarde, Einstein consiguió hacer algo parecido al unificar en una teoría genial varias fuerzas que hasta ese momento se encontraban aisladas. Al hacer esto, logró simplificar (aunque algunos piensen lo contrario) y explicar muchos fenómenos inexplicables hasta ese momento.
Estos dos ejemplos, tratan de demostrar que la simplicidad es síntoma de veracidad. De hecho, los científicos consideran que una teoría simple es una teoría bella.
La historia de la ciencia está repleta de ejemplos como estos y así ha sido construida. Los científicos son los primeros críticos de su obra. Sin embargo, cuando se trata de disciplinas relacionadas con el ser humano, esa metodología no sirve. Parece que en las disciplinas humanas y especialmente en las relacionadas con la gestión empresarial, todo vale.
No pretendo ponerme la etiqueta de creador del «Personal Branding» porque este concepto ya viene funcionando desde hace años y a su vez es una recuperación de la sabiduría humana de siglos. Es la vuelta a la simplicidad.
Los «expertos y consultores en recursos humanos» pueden hablar de teorías de ganar-ganar, de competencias, de liderazgo, de «coaching», de comunicación, de técnicas de venta, de casi todo lo que queráis en el ámbito de la empresa pero yo digo que eso es mucho más simple de lo que pretenden hacernos creer y que ya se conoce desde hace siglos. Me da igual que se llame Marca Personal, Marca Propia o «Personal Branding», lo que se pretende es que las personas saquen lo mejor de si mismas para crear algo mejor.
Un físico diría que la Marca Personal es una forma de reducir la entropía (desorden).






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