Cambio climático

Ya hace tiempo que los expertos en RRHH se convirtieron en los reyes de lo políticamente correcto. Son auténticos maestros en ocultar la cruda realidad tras palabras amables y términos de los mundos de yuppy (o del Yuppie).

Ya hace algunos años que estos señores han encontrado un auténtico filón en eso que denominan estudios de clima laboral. Eso en cristiano quiere decir que se dedican a tomar nota de lo cabreada que está la gente. Como muchos directivos solo se relacionan con sus empleados en la copa de Navidad, tienen que contratar a estos buitres para que les hagan el trabajo sucio. Eso si, al concluir el trabajo reciben unos estupendos documentos con todo tipo de gráficos y estadísticas con los que los consultores pueden justificar su trabajo y ellos pueden elaborar planes bianuales que les mantengan en el puesto hasta encontrar otro lugar en el que seguir viviendo de la venta de humo. Pero la conclusión suele ser única, la gente está hasta las narices.

He visto dos noticias relacionadas con este asunto en los últimos días. Una aparece en QUE!, el diario gratuito del grupo Recoletos del viernes 10 de Junio. Dice así:

En España los trabajadores cada vez se fían menos de las empresas.
La desconfianza en las empresas surge por el cambio de actitud de los empresarios. Mientras antes estaban dispuestos a hacer todo lo que fuera para garantizar el empleo de sus trabajadores, en los últimos tiempos se han extendido los expedientes de regulación de empleo, es decir, los temidos despidos masivos. Además, los nuevos contratos han provocado que a la hora de despedir a un trabajador, las indemnizaciones sean menores. La flexibilidad laboral ha mermado la confianza de los empleados.

En Expansión y Empleo del domingo 12 de junio leemos:


Uno de cada tres españoles está a disgusto en el trabajo

¿De verdad creen que hace falta hacer estudios de cabreo, perdon de clima laboral, para darse cuenta de lo que está pasando?

Se supone que el empleado satisface unas necesidades de la empresa a cambio de que esta haga lo mismo con él. Hasta hace unos años, existía un cierto equilibrio. Sin embargo, cuando todo ha quedado reducido a un mero vínculo salarial y encima bastante escaso y fragil, ¿porqué el empleado debería seguir manteniendo su nivel de prestaciones?

Señores «expertos en personas» y directivos estratosféricos, les voy a dar gratuitamente una forma mucho más científica para comprobar el nivel de mosqueo de sus profesionales, viajen en metro, tomense un café con ellos, escuchen sus conversaciones en las comidas. En definitiva, bajen al mundo real.


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