En cuanto te descuidas te ponen una etiqueta

A propósito del post de ayer, hubo un pequeño (y viejo) debate sobre la aplicación a las personas de conceptos económicos, en este caso la marca. Creo que el título de este comentario lo dice todo. Lo queramos o no, todos tenemos una marca/etiqueta, la cuestión es si te la imponen o eres capaz de controlarla.

Podemos echarnos las manos a la cabeza y rasgarnos las vestiduras pero mientras no tengamos clara la realidad en que vivimos, mal lo llevamos. Y lo que está claro es que si no sales de tu cubículo aunque seas el mejor profesional del mundo, solo serás un número en la empresa o en tu sector. ¿Las empresas están siempre gestionadas por las personas mejor preparadas? ¿Es Windows el mejor Sistema Operativo? ¿Son los 3 Tenores los mejores cantantes de ópera? ¿Es Kurnikova la mejor tenista? es más ¿Es tenista? Evidentemente, hay que ser un buen profesional, pero no vale con que solo lo sepas tu y tu madre.

La marca/etiqueta se utiliza para dar una identidad al producto, para diferenciarlo del de la competencia y para asegurarse la lealtad del cliente. Tiene mucha fuerza. Por ejemplo, mi experiencia en distribución me dice que muchos clientes ignoran los productos de «marca blanca» incluso cuando están en oferta y prefieren comprar las marcas que conocen y en las que confían. En el trabajo puede pasar lo mismo, cuando los jefes tienen que formar un equipo para asignar un proyecto importante, se deciden por sus favoritos de siempre.

Te guste o no, ya tienes una «etiqueta», porque la etiqueta es la opinión que los demás tienen de ti. Tienes que saber que etiqueta te han puesto o «como te ven» los demás y, si es preciso, influir en esa decisión para que tu imagen cambie.


Etiquetar a las personas puede constituir un problema profesional importante tras una fusión o un cambio de trabajo. Los «empleados de toda la vida» enseguida se hacen una idea de como son los «nuevos»: les etiquetan. Se desarrolla un sentimiento de «nosotros y ellos» que perdura mucho tiempo debido a las diferentes culturas originales.

Cuando dos organizaciones se fusionan, siempre hay momentos en que los jefes tienen que elegir personas determinadas para un nuevo proyecto o puesto de trabajo. Si favorecen a los empleados de su antigua empresa, aunque intenten no hacerlo, están etiquetando. Podría decir que simplemente están eligiendo a los que conocen mejor o a aquellos en los que saben que pueden confiar. Está bien, pero eso es etiquetar a las personas.

Estos son algunos ejemplos de personas a las que se etiqueta con mucha facilidad: Estudiantes, jóvenes, mayores de 50 años, mujeres, los trabajadores de la central, etc.

A ti ya te han etiquetado. La gente ya siente, o no, cierta lealtad hacia ti, les inspiras o no cierta confianza, sienten o no cierta preferencia por ti. Si quieres, puedes cambiar esa imagen, esa marca, esa etiqueta, intentando cambiar conscientemente tu imagen de una empresa A o B a una marca personal o etiqueta propia: YO, S.A.

Utiliza lo que dices y lo que haces para desvincularte de las imágenes negativas asociadas a tu departamento, a tu grupo, incluso a tu profesión (conservando tus amistades y lealtades personales) y para vincularte a las imágenes positivas demostrando tu individualidad y originalidad.





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