Construye tu propia pirámide (de Maslow)
Lo que voy a escribir a continuación no es una descripción «hagalo usted mismo» al estilo (genial) de los chicos de No puedo creer que lo hayan inventado. Se trata de algo mucho más cercano y real.
Estos últimos días he estado impartiendo algunos cursos que yo denomino «alimenticios». Se trata de compromisos adquiridos con clientes de empresas amigas que me piden que cubra algunas necesidades formativas no directamente relacionadas con la Marca Personal. Cursos y talleres de negociación, gestión de equipos y ese tipo de cosas.
En principio no está mal. Es un dinero fácil que me ayuda a financiar mi proyecto y me permite hacer lo que me gusta, contar cosas, poner algunas ideas a prueba y remover conciencias. Además, los contenidos ya me vienen dados, por lo que unicamente tengo que impartirlos. Pero ahí empieza el problema.
La mayor parte de esos cursos cuentan cosas que ya están más vistas que las borracheras del novio de Kate Moss. Me da la sensación de que esos cursos son copias de copias de copias de alguien que una vez leyó algo sobre el tema. El resultado final no tiene demasiado que ver con lo que los autores (Goleman, Maslow, BCG, etc.) dijeron en su momento. Más bien es un pastiche rancio y casposo de cuatro ideas no entendidas sobre gestión de personas y negocios.
Esta semana se produjo un ágrio debate por un tema que empieza a ser repetitivo y que me confirma que lo que hago tiene sentido. Tiene que ver con lo que comenta Antonio esta semana. La motivación y la pirámide de Maslow. Pero tengo que remontarme un poco para entender lo sucedido.
Creo, y empiezo a pensar que no todo el mundo piensa así, que las relaciones laborales han cambiado de una forma brutal. Sin embargo, las estructuras y las formas de dirigir empresas siguen siendo las de hace cincuenta años.
Poco a poco, en las empresas se han ido rompiendo los vínculos que se mantenían con las personas. El contrato laboral se ha convertido en un contrato mercantil.
Eso ¿es bueno o malo? La verdad, eso importa muy poco. Podemos llorar y lamentarnos, pero el caso es que es así. Los gestores de empresas consideran que para sobrevivir tienen que considerar a las personas como recursos. Y como tales deben ser baratos, sustituibles y eficaces. Eso no convierte a los directivos en demonios sino simplemente en piezas más vistosas del sistema, pero no dejan de ser asalariados en la maquinaria. Piezas que antes o después pueden sufrir el mismo destino que los que tienen «abajo».
Sin embargo, al mismo tiempo la economía empuja a quienes dirigen las empresas a mirar hacia otra parte y a pedir cada vez más sin ofrecer ninguna contrapartida. Y ahí llega Maslow. En cuestión de un par de décadas, hemos sufrido un retraso brutal en la escala de la dichosa pirámide. La empresa hace mucho tiempo que dejó de satisfacer seguridad, remuneración fija o necesidades fisiológicas. Por lo tanto, de prestigio, realización o altas expectativas ni hablamos.
Guardias de seguridad, cajeras, empleados de call center, carretilleros, administrativos,… ¿Que puede ofrecer una empresa a los profesionales de este nivel? Sencillamente, NADA.
¿Eso significa que la situación está mejor para los niveles superiores? De ninguna manera. Los mandos intermedios con gente a su cargo sufren las mismas inseguridades y apreturas económicas. Pero además deben tratar de motivar a su equipo sin ninguna herramienta ni recurso. En dos palabras, reciben leches por arriba y por abajo y carecen de los medios para solucionarlo. Se pone en sus manos una bomba a punto de estallar.
Llegados a este punto, un impulso irrefrenable te empuja a decir a los asistentes al curso que tienen razón. Que tuvo su razón de ser en un mundo que nosotros no hemos conocido. Que gran parte de lo que se cuenta es más casposo y rancio que Torrente.
Estás a un tris de decirles que empiecen a construir su propia pirámide de Maslow, de Ana, de Enrique o de Marisa.
Te falta un pelo para explicarles que es más probable que satisfagan sus necesidades fisiológicas, de seguridad, de afiliación y de autorrealización dando un portazo y montándoselo por su cuenta. Pero no dices nada, te calientas por dentro y dices que una y no más. Que si hay que cubrir el presupuesto de formación, que se busquen a otro.
En ese momento te das cuenta de que no hay un único responsable de esta situación sino que todo el mundo juega su papel.
La empresa, la más atacada, es la que hace lo que tiene que hacer, ganar dinero. Aunque se inventen rollos como lo de la Responsabilidad Social Corporativa (Relaciones Públicas para lavar conciencias y balances o, como se conoce a esta práctica, desgravar. Risto Mejide) y similares.
Los sindicatos alimentan la bestia porque en su forma de vida parasitaria no pueden permitir un mundo de Marcas Personales o de Agentes Libres que les hiciesen simplemente prescindibles. El sindicato es el mejor aliado de la empresa en este entorno. Unos dan de comer a los otros.
Los profesionales podemos seguir quejándonos. Es fácil, el que no llora no mama. Lo bonito cobrar es tus 800 Euros y quejarte de lo mal que te trata la vida y aparecer en los reportajes de los suplementos dominicales como la generación maltratada.
O puedes cobrar tus 80.000 Euros anuales y llorar por la hipoteca de tu adosado de 600.000 a 60 Km. de Madrid y por las horas que echas haciendo el paripé para pagar la Play de tu hijo y que no quede mal en el colegio.
O puedes esperar la llamada de quienes se decían amigos cuando ocupabas el puesto director general de una de las diez primeras empresas del país a la que diste las mejores décadas de tu vida y que por razones que aún no entiendes, ahora ocupa otro.
Ya se que lo que digo me lo vais a críticar por todos los lados, pero me gustaría que viéseis que hay salida. Que la decisión es tuya. Que el camino es dificil y largo. Pero no tienes porqué depender de nada ni de nadie.
- ¿De verdad necesitas meterte en una hipoteca a los 25?
- ¿De verdad necesitas vivir en Madrid, Barcelona, Caracas o Buenos Aires?
- ¿De verdad crees que no puedes hacer algo más valioso en tu vida que aguantar a un imbecil maleducado que te pone a parir por teléfono porque el auténtico responsable de la cagada está cinco plantas por encima en un despacho con moqueta?
- ¿De verdad necesitas comprar un iPod a un hijo al que apenas ves? ¿No preferiría un iPapá?
- ¿Necesitas esas vacaciones en las Maldivas o lo que te realmente te gustaría es irte al pueblo con una pila de libros y DVDs?
- ¿Tienes que salir todas las santas noches desde el jueves al domingo para presumir de «pibita» y de SEAT León tuneado?
- ¿De verdad quieres un puesto de más responsabilidad?
- ¿Cuanto crees que falta para que te sustituyan por una máquina, un sistema experto o una subcontrata en Varsovia, Nueva Delhi o Medellín? ¿Crees que se acordarán de esos «esfuerzos adicionales» que te pedían con cara compungida?
- ¿Para quién trabajas? ¿Para tí? ¿Para mantener una imagen? ¿Para que tus padres/suegros crean que por ir con corbata a ese gran edificio de cristal fantaseén pensando que eres el puto CEO?
- Anexo. Podrá parecerte una tontería, a mi desde luego no, ¿Harías tu algo como
lo de Rodrigo Gaudenzi? Este chico si que sabe…
Por eso, en el vídeo de esta semana hablo de Independencia y Marca Personal y recuerda Wear Sunscreen.