Es lo que quiere LA GENTE

Hace pocos días escuchaba por los altavoces de un coche la propaganda de un partido político. Estamos en época electoral y no es extraño.

No recuerdo quienes eran, pero se expresaban como si fuesen capaces de conocer exactamente los deseos de un segmento de la población. Así, a lo bruto, sin distinciones. Decían algo así como «Porque sabemos lo que quieren LOS JOVENES». Podría haber sido cualquier otro segmento elegido por un departamento de marketing. Viejos, Inmigrantes, Mujeres, Autónomos,…

¡Que miedo me dan quienes son capaces de adivinar lo que quiere LA POBLACIÓN, LA COMUNIDAD, EL PUEBLO!. Porque van a actuar en función de lo que digan las estadísticas y las tendencias de voto. ¿Para qué? Pues para favorecer sus propios intereses. Votos, Cuota de Mercado o Audiencia. El «COLECTIVO» frente a la PERSONA.

Lo peor es que luego van a hacer lo que digan las estrategias de partido y jamás van a saber lo que realmente quieren LAS PERSONAS, LOS INDIVIDUOS.

Pero no es solo un problema de los políticos. También ocurre en las empresas. Ya he hablado aquí en muchas ocasiones de la tendencia a homogeneizar las estructuras. A eliminar las diferencias.

Hace poco me ocurrió un caso bastante significativo y deprimente en relación a este asunto. Estaba impartiendo un curso de gestión de equipos y aproveché para meter mi pildorilla de Marca Personal.


En concreto, hablaba de los aspectos que hacen diferentes a las mujeres y en mi opinión, superiores. Es algo de lo que ya he hablado aquí en varias ocasiones y he expresado en algún artículo. Les explicaba que muchos autores coincidian en que por razones culturales, fisiológicas o de otro tipo, las mujeres tienen muchas características que las situan en buena posición para los negocios del sXXI.

Casi todos estaban de acuerdo excepto ¿adivinais quíen?

EXACTO, un par de mujeres jóvenes. Eran las más urbanas, las más formadas y las que presentaban un aspecto más «profesional».
Sus críticas no eran de fondo sino absolutamente superficiales. Eran los típicos comentarios del tipo «pues yo he conocido muchas mujeres que se comportan como hombres…». Les importaban un pito los argumentos racionales, los estudios, lo evidente. Además insistían en que los hombres y mujeres eramos exactamente iguales. En fín, todos los tópicos de feminismo trasnochado. A veces pienso que el peor enemigo de las mujeres son otras mujeres.

Pero lo más curioso del caso es que esas dos mujeres nos habían explicado el éxito del lanzamiento de ciertos productos dirigidos ¿adivinais a quién?. Exacto ¡A MUJERES! Porque estas dos profesionales pertenecían al departamento de Marketing e Investigación de Mercados. Su trabajo es segmentar, dividir, clasificar y encontrar diferencias.
Me habían abrumado con datos e investigaciones de mercado que justificaban el lanzamiento de un producto «femenino». Con toques sensuales, con una línea suave y con pétalos de flor en su envase. ¡Por el amor de Dios!

Sinceramente, estoy harto de hipocresía.

  1. Creo en las Marcas Personales, en las Personas.
  2. Yo no se lo que quiere LA GENTE. Yo puedo intuir lo que quiere UNA PERSONA.
  3. Creo que las personas somos diferentes. Afortunadamente.
  4. No creo en los que son capaces de predecir lo que va a funcionar o lo que no.
  5. No creo en los que actúan en función de lo que dice una encuesta. ¿Que investigación de mercados predijo Youtube o los SMS?
  6. Creo en los que piensan en las minorías. Y la minoria más minoritaria es el individuo.
  7. Creo en los que deciden coger otro camino.
  8. Creo en los que encuentran y aprovechan las diferencias de hombres, mujeres, niños, negros o superdotados.
  9. Creo en los que hacen las cosas a pesar de las estadísticas.
  10. Y si, creo que aunque todos somos diferentes, las mujeres reunen rasgos comunes que las hacen superiores en muchos aspectos.




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