Dime algo que no sepa y los tíos de Skywalker
Uno de las «materias primas» más importantes de mi trabajo son los libros. Afortunadamente verlos, hojearlos, comprarlos y leerlos es algo que está cercano al vicio.
Ultimamente, en los libros relacionados con mi trabajo, estoy encontrando dos tendencias, una de ellas curiosa, la otra, preocupante.
La primera es una obsesión por la Economía Recreativa. Parece que hemos pasado de las intrigas fantásticoreligiosas herederas del Código da Vinci a la economía para todos. Freakonomics, El Economista Camuflado, La Economía al Desnudo. Océanos azules, Largas colas o Cisnes Negros han ocupado nuestra vida (y nuestra VISA). Ya veremos en que acaba esto.
La segunda, la preocupante es la falta de ideas que va en paralelo con el número de publicaciones que aparecen. La gran mayoría de los libros de desarrollo profesional llevan años repitiendo los mismos tópicos una y otra vez. Siempre las mismas ideas. Ya ni siquiera disimulan y se limitan a poner una lista de recetas como si fuesen libros de cocina. Quizás La Red ha facilitado hasta la naúsea el cortipega de decálogos y recetas.
Muchas veces he dicho aquí que en lo referente a las relaciones humanas todo está inventado. Y quizás olvidado y por eso hay que recordarlo una y otra vez. La culpa no es de los autores. Si hay gente que compra cuatro docenas de reglas de sentido común una y otra vez si están bien encuadernadas, no es responsabilidad suya.
Creo que la clave está en que cada vez que compramos uno de esos libros en los que se dice que hay que relacionarse, conocerse a si mismo y estar preparado para el cambio esperamos algo más. Quizás buscamos una receta mágica, un truco, un atajo.
Sin embargo, hay algo que me quedó claro hace mucho tiempo. No hay vías rápidas. Posiblemente la mejor forma de quedarte como estás es esperando ese truco, ese toque de varita mágica que nunca llega. Excepto para los autores que lo prometen.
Realmente todos conocemos el camino y las reglas. Nos lo han explicado nuestros padres, nuestros profesores, lo hemos visto en películas, lo hemos escuchado en refranes. Sin embargo, falla lo más importante, la acción. Estamos poco dispuestos a ponernos en marcha.
A quien madruga…, Quién a buen arbol…, Más vale prevenir…, Más vale pájaro…, Cuando las barbas… Pero parece que las obviedades de un norteamericano son más valiosas que la sabiduría centenaria de nuestros abuelos.
Quizás sería mejor idea (y más barata y solidaria) ir a escuchar a los ancianos del hogar del pensionista de tu pueblo que tirar el dinero en los lineales de la FNAC.
Pero una Marca Personal se descubre y se construye. No se compra con dinero o se saca de una chistera. Se consigue haciendo cosas y no coleccionando trucos.
Es triste que tengan que matar a los tíos de Luke Skywalker para que por fin se decida a ser piloto rebelde. No dejes que sean otros los que te obliguen a aplicar las reglas que, realmente, hace mucho que te sabes de memoria.
¡Ah! Y por favor, si me vas a cobrar 18 Euros, dime algo que no sepa.