¿Por qué no estás nominado?
Hace poco hablaba con algunos profesionales del coaching sobre Personal Branding y les comentaba algo que me llama mucho la atención. Se trata de lo siguiente.
El coach, como muchos otros profesionales liberales, basa su fuerza en la confianza en el profesional, en la persona. Se trata de ofrecer servicios personales e individualizados en los que la relación es directa.
Pues bien, muy pocas páginas de coaching y de otro tipo de asesores tienen el nombre propio de la persona que la ejecuta. Más bien crean webs con nombres genéricos, denominaciones confusas y en general difíciles de recordar.
Podríais decir lo mismo de mi y estaríais «casi» en lo cierto. En mi defensa diré que mi idea era asociar mi nombre a un concepto que aquí no existía. Lo importante era dar a conocer la Marca Personal y «adosarla» a mi nombre. Y para ello he utilizado varios métodos. Por ejemplo,
- Personalizar la web con fotos e información propia.
- Incluir el blog para dar opiniones personales.
- Introducir mi nombre en el código HTML. (No soy experto en esto, pero creo que es útil)
- Hacerlo todo de la forma más cercana y humana posible.
Supongo que hay varias razones para resistirse a «nominar» tu web y otras herramientas de visibilidad y notoriedad.
- Pudor. Puede parecer que poner tu nombre a lo que haces es algo pretencioso. Sin embargo, hay otra razón que contrarresta a esta y es la confianza. Soy de los que creen que una persona se fía de otra persona y lo primero que debe hacer es dar la cara.
- Complejo de inferioridad. Puede pensarse que un nombre propio es algo pequeño en relación a otro nombre que suene más corporativo. En realidad esto dura poco, solo hasta que el primer cliente potencial te pregunta sobre tu «empresa». En realidad, mis clientes nunca se han preocupado de saber la forma administrativa o el organigrama de «mi empresa». Siempre han confiado en la persona. En realidad cuando te diriges a una organización no te fías de un logo o un anuncio, sino de quienes te atienden o a quién conoces «dentro».
- Complejo de superioridad. Puedes pensar que lo que haces es tan importante que pronto tendrás sucursales en las principales capitales del mundo y es mejor poner un nombre chulo (¿Hay un nombre más chulo que el tuyo?). Quizás pienses que cuando seas conocido en todo el planeta podrías perder libertad o afectar a tu empresa si se te asocia con algo poco decente o políticamente incorrecto.
- Desconfianza. Todos tenemos dudas sobre lo que hacemos y quizás por eso no nos atrevemos a dar demasiado la cara por si «la cagamos». Pero esta desconfianza se transmite. Si no te crees lo que haces, si no quieres poner tu careto a tu producto/servicio, ¿Cómo quieres que se fíen los demás? En mi caso en el que hago lo que predico y predico lo que hago, esto es especialmente importante. ¿Cómo puedo decir a otros que prueben mi medicina si no soy el primero que la toma?
- Informalidad. Asociar una persona a un servicio puede dar sensación de inestabilidad, de informalidad. Las personas no tenemos manuales de procedimientos, somos imprevisibles, volubles, caprichosas. Como decía antes, en realidad esto es un poco tonto porque más pronto que tarde verán que detrás de ese nombre pomposo hay una sola persona (o pocas) y lo mejor es que se sepa cuanto antes. Para compensar con esa posible imagen de poca consistencia existe la Marca Personal. Esta se crea para generar seguridad, confianza de que la trayectoria de la persona que la posee es coherente, consistente e intachable.
Creo que en el mundo de Marcas Personales al que nos dirigimos es importante «nominar» (Dar nombre a alguien o algo) todo lo que hacemos. Nuestro nombre es la mayor barrera de entrada. Si no te nominas, no saldrás de la nómina.