Tres historias de principios y principitos

1ªHistoria. Debido al lanzamiento de la última película de Clint Eastwood, ultimamente estamos recibiendo mucha información sobre su argumento. Cuenta como Nelson Mandela consiguió unir a su país utilizando un campeonato mundial de rugby.
Lo que me interesa de la historia no es el campeonato sino la figura de Mandela. Es una de esas personas que siempre aparecen como ejemplo de Marca Personal. La razón de que sea un referente no es una habilidad especial o una capacidad única para manejar las Redes Sociales.
Lo que hace de Mandela una figura que tiene y deja marca es la defensa de sus principios.
Este hombre estuvo encarcelado durante 27 años por defender unos principios y ha sido coherente toda su vida. Eso es lo que lo hace valioso y sobre todo fiable. A diferencia de los politiquillos de Todo a 100 que tenemos que soportar, Mandela ha demostrado que es capaz de luchar por una idea y defenderla pagando un precio enorme.

2ªHistoria. Todos los que tenéis hijos habéis pasado por situaciones como la siguiente. Con frecuencia, los críos, se ponen a hacer el bruto o a jugar con cosas que pueden herirles. Tu se lo adviertes una y otra vez pero ellos siguen. Puede que sea por llamar la atención, por divertirse o por llevar la contraria. El caso es que aunque son advertidos de las consecuencias, no cambian su actitud.
Más pronto que tarde se hacen daño. Entonces es cuando vienen a tí llorando para que les pongas una tirita o simplemente les des un abrazo. Es lo normal. Supongo que este proceso es la forma en que aprenden que todo lo que hacemos tiene consecuencias y que cada uno debe asumir su responsabilidad cuando toma una decisión. También es cuando entienden que si quieren que les tomen en serio deben ser coherentes y consecuentes con sus actos.

3ªHistoria. Con motivo de la cumbre de Copenhague sobre cambio climatico se produjeron las manifestaciones y protestas habituales. Cada uno trató de generar notoriedad como pudo.
Muchas de esas acciones tienen consecuencias legales y quizás por eso son utilizadas por los activistas. Por un lado consiguen visibilidad y por otro pretenden posicionarse como héroes-mártires de su causa.
Uno de esos activistas que trató de tener un momento de fama fue el director de Greenpeace España, Juan López de Uralde. Su acción consistió en meterse en un acto protocolario y sacar su cartelito. Perfecto.
Aparentemente decidió autoinmolarse por una buena causa, por llamar la atención o por llevar la contraria. Pero no midió bien el efecto de su acción o se arrepintió poco después al ver las consecuencias de sus actos. Y ahí en lugar de comportarse como Mandela y convertirse en un ejemplo de coherencia por la causa, empezó a lloriquear y a llamar a papá prensa y papá estado para que le pusieran una tirita. Todavía sigue haciéndolo. Y seguro que no tardaremos en ver un libro (breve) contando sus historias carcelarias en esas tres semanas.

Aunque la privación de libertad siempre es terrible no creo que una celda en una prisión danesa se parezca a las de El Expreso de Medianoche ni a la que alojó a Mandela.
Los 21 días que Uralde estuvo retenido por defender su causa debieron ser terroríficos, no hay más que leer sus declaraciones sobre su situación:

«…una habitación con un lavabo y un sofá cama en la pared izquierda, y una neverita, un armario y una cómoda con una pequeña tele y una radio en la derecha.»
«En la celda piensas, ves la tele, lees un libro, oyes música, te das paseos; lo haces todo muy despacio para que el tiempo pase.»
«Todas las mañanas, un guardia pasaba con un carrito con el desayuno. Siempre lo mismo: té y pan de molde con una loncha de queso, y los domingos café y un bollo.»


¡Madre mía! Si solo le faltaba Internet para sentirse como en un NH.

No digo que para tener una Marca Personal debas convertirte en un martir. Simplemente digo que si quieres que te tomen en serio y generar confianza debes, ante todo, ser coherente con tus acciones. Si no estás dispuesto a pagar un precio, mejor no te dediques a montar numeritos.

Todos los días vivimos situaciones en las que hay que escoger, mojarse o tomar decisiones que implican pagar un precio.
Defender una decisión, mantener tu palabra dada a un proveedor, enfrentarte a un despido injusto, ayudar a un compañero,…
Cada una de esas acciones, en un sentido o en otro, van a definir lo que los demás piensen de tí. Si eres coherente y defiendes tus principios te tomarán en serio. Si no lo haces, simplemente considerarán que no estás a la altura de las circunstancias.

No se trata de ser Mandela. Si este hombre es admirado y tiene una Marca Personal valiosa es por la defensa de su posición.
Pero, si quieres que confíen en tí debes dejar de comportarte como un crío y asumir tu responsabilidad, debes tener principios y defenderlos.
Los principitos solo sirven para llamar la atención pero para poco más.





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