Quiero ser famosa como Hanna Montana

Situación nº1. Hace unos días, un tribunal tomó una decisión sobre uno de esos casos importantes, polémicos y muy sensibles relacionados con la política y que todo el mundo esperaba para poder acusar al adversario. Es penoso, pero, una vez más, lo que parieron en ese tribunal no aclaró nada. Y más triste aún fue la explicación que dieron los medios sobre lo que salió. Dijeron o dedujeron que los jueces habían tratado de redactar una sentencia que contentase a todo el mundo.

Situación nº2. Como suele ser normal, mi hija ha empezado a aficionarse a algunas series supuestamente ¿infantiles? de los canales temáticos para niños. Me gusta ver y comentar con ella lo que ve. Aunque yo prefiero a Phineas y Ferb y por supuesto a Bob Esponja, poco a poco la van llamando la atención otros programas que deberían tener algún tipo de advertencia sobre su peligrosidad.

Abundan las series en las que preadolescentes que deberían estar jugando en un parque se comportan como personajes de telenovela. No es que aparezcan escenas de violencia o de sexo, es algo todavía peor, están transmitiendo dos ideas terribles. La primera es que lo importante es ser popular (o famosa). La segunda es que es sencillo y divertido. Supongo que el siguiente paso cuando crezca un poco más será querer ir a un «reality».

Aunque aparentemente ambas situaciones no tienen nada que ver, en realidad hay algo que las une: la pérdida de enfoque y de objetivos claros. Hace muchos años leí en un libro de Drucker, que ahora no recuerdo, que las organizaciones, las sociedades y los países empezaban a ir cuesta abajo cuando perdían, olvidaban o alteraban el propósito por el que nacieron o fueron creadas.

En nuestra sociedad estamos viendo como esto ocurre constantemente. Las universidades ya no son sitios de aprendizaje y crecimiento intelectual, son aparcamientos de jóvenes. La justicia ya no es algo que sirva para que el mundo funcione mejor, es un instrumento para la política. Algunos aeropuertos son carísimos e inútiles monumentos creados para inmortalizar la memoria del polítiquillo de turno. La Red se ha convertido en el mayor ladrón de tiempo en lugar de ser una fuente de aprendizaje y creación de relaciones. Y así con tantas otras cosas.

Y aquí es donde creo que todo esto es aplicable a la Marca Personal. Creo que una marca, personal o comercial, consigue dejar una huella profunda en la mente de las personas de su entorno porque tiene un propósito claro y eso se nota. Supongo que esto es equivalente a lo que en el mundo de la empresa se denomina el «Core Business» o dicho de otro modo, «Tu, ¿A qué te dedicas?» Si no sabes responder a esta pregunta o estás cambiando constantemente, dificilmente vas a dejar una marca memorable.


En dospuntocerolandia esta pérdida de enfoque se produce con demasiada facilidad. Los números, los rankings, los premios, los índices Klout,… consiguen que se olvide la razón por la que estás en esto si no tienes cuidado.

Creo que en La Red ocurre algo muy parecido a lo que criticamos a los políticos. Hay un momento en el que poco a poco dejas de hacer lo correcto y empiezas a mirar el marcador (o las encuestas o los estudios de mercado) y comienzas a actuar en función de lo que crees que esperan de tí. Y ese es un error imperdonable.

En primer lugar porque dejas de ser lo que eres para empezar a ser lo que crees que quieren que seas. Y en segundo lugar porque eso que se llama «opinión pública», fans, seguidores o votantes es solo una masa voluble, infiel e irresponsable (no va a cuidar de tí, solo va a jalearte cuando dices lo que quieren oir).

Para un profesional independiente, es especialmente importante tener claro todo esto porque es muy facil desviarse de la ruta (generar negocio, facturar, hacer bien el trabajo,…) para dedicarse al «Show Business 2.0».

En una estrategia de Branding Personal es fundamental que fijes muy claramente tus objetivos, tus límites y tu razón de ser, existir o trabajar. Constantemente vas a escuchar cantos de sirena para que te desvíes de tu ruta. Más «amigos», followers, la ¿Fama?, contentar a todo el mundo,… Las razones pueden ser múltiples y atractivas, pero solo conseguirán que, aunque momentaneamente consigas una popularidad relativa (y normalmente ridícula), tu Marca Personal se debilite y se vuelva más difusa.





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