Lecciones para emprendedores de una toalla de playa
Siempre me han llamado la atención esos libros de gestión en los que un “gurusito” explica lo que haría Alejandro Magno, Aristóteles o Leonardo da Vinci como si hubiesen sido sus compañeros de pupitre y se queda tan a gusto. Como es lógico, siempre se convierten en portavoces de alguien que está muerto. Pero sería muy curioso que algún día aquellos levantasen la cabeza y les dijesen un par de cositas.
También pienso que ya me gustaría ver a Sócrates sufriendo un ERE (y sin un chupito de cicuta que echarse al gaznate), a Sun Tzu y todas sus estrategias tratando de cobrar una factura de algún ayuntamiento o a Confucio haciendo la declaración trimestral de IVA y pagando la cuota de la Seguridad Social.
Pero esto de sacar lecciones de cualquier cosa parece que se ha multiplicado como consecuencia de la necesidad de generar de contenidos en dospuntocerolandia. Si no ha aparecido ya, seguro que este verano no tardarán en aparecer algunos decálogos sobre las Lecciones de Robin Williams sobre Actitud Positiva o Lo que las medusas nos enseñan sobre la gestión de intangibles (no las ves hasta que es demasiado tarde).
Yo no pretendo meterme en la cabeza de Napoleón, Churchill, Buda o incluso de imperios enteros como el egipcio o el romano. Así que para subirme al carro he decidido crear algo más a mi nivel, una cosa así como las Lecciones de Management que un emprendedor puede aprender de llegar el primero a la playa.
Aunque seas el primero, el riesgo existe
Hace pocos años, una de las máquinas que limpian las playas casi de madrugada se llevó por delante a la única persona que estaba allí en ese momento. Y es que, llegar pronto a un sitio en el que no hay nadie no garantiza que no haya riesgos.
Como emprendedor debes entender que en muchas ocasiones tu aventura puede acabar incluso antes de empezar.
La soledad del playero madrugador dura poco
Aunque encuentres un sitio interesante, limpio, cerca de la orilla y con espacio suficiente para poner las chanclas y la toalla, dos horas más tarde estarás rodeado de niños, gritos, abuelas bronceadas con la Nivea del bote azul e individuos con barriga cervecera que les tapa el minibañador.
Hay emprendedores que piensan que su idea es tan estupenda que por llegar antes que nadie se comerán el mundo. Sin embargo, lo normal es que antes de dar un mordisquito estarán rodeados de gente que simplemente se limita decir que hace lo mismo que tu, pero peor o simplemente quiere subirse a tu carro.
La toalla tempranera no puede competir con el kit de la familia playera
Para algunos madrugadores, lo único que se necesita para disfrutar de la playa es una toalla. Sin embargo, los que llegan más tarde llegan con el equipo completo, desde la nevera con comida para un regimiento hasta las palas, el “frisbee” o el balón pasando por la sombrilla y la colección de hamacas.
Los emprendedores suelen disponer de pocos recursos y la cosa va bien mientras nadie se fija en su idea. El problema viene cuando alguien con más medios decide meterse en su terreno. A partir de ese momento te va a costar mucho defender tu hueco.
Da igual donde te pongas, alguien se pondrá más cerca de la orilla
Una de las cosas más increíbles de la playa es la capacidad de la gente para ocupar los huecos disponibles. Especialmente las señoras más mayores son especialistas en plantarse en el espacio entre donde rompen las olas y tu sitio.
En el mundo de los emprendedores, aunque creas que te has posicionado como el pionero en algo, siempre va a haber alguien que pretenda apuntarse el tanto. Si encima tiene más recursos y/o más morro acabará quitándote el sitio.
El madrugador no va a pasar un día de playa
El playero del amanecer no va a darse un chapuzón o a ponerse moreno. Lo que busca es algo distinto como ver amanecer, cruzarse con otros como él o ella a los que pronto reconoce, encontrar algún tesoro perdido o simplemente pensar mientras camina descalzo. Cuando pase el verano seguramente seguirá haciendo lo mismo en la playa o en cualquier otra parte mientras que el resto estará esperando que llegue su próxima quincena de vacaciones de agosto.
El emprendedor no tiene las mismas intenciones que otros profesionales. Lo que quiere es disfrutar, hacer algo que merezca la pena y que le permita seguir adelante. Lo de menos es donde lo haga, lo importante es no dejar de intentar de luchar por algo que cambie las cosas.
Cómo ves, para sacar lecciones de cualquier cosa, no hace falta demasiado.