Se exige etiqueta

MarcaUno de los tópicos más extendidos y que más se repite últimamente en el mundo de la política en particular y en el de la gente “famosa” en particular es el del rechazo a las etiquetas.

Ayer escuchaba en la radio a un político de los que ha conseguido un empleo temporal de cuatro años como concejal que repetía la cantinela habitual cuando le preguntaban por su ideología. “No te puedo responder porque no me gustan las etiquetas” decía el tipo y se quedaba tan contento.

Inmediatamente después decía algo así como “No tenemos etiquetas, somos gente normal”. Parece que no se daba cuenta que con esa frase ya se está etiquetando, en primer lugar por describirse como indefinido y en segundo lugar al definirse como “gente normal” que a saber qué es lo que entiende él con eso.

Pues bien, yo quiero romper una lanza a favor de las etiquetas. He sido y seré siempre muy crítico con la tendencia a clasificarnos, etiquetarnos y meternos en el casillero mental que “nos corresponde”. Siempre critico al mundo de los Recursos Humanos y de la psicología por su empeño en reducirnos a un perfil estándar en lugar de descubrir lo que nos hace únicos, singulares y valiosos.


Pero por otra parte he de admitir que esa necesidad de colocarnos o de colocar lo que conocemos en un lugar concreto hace que las cosas sean más sencillas, que se genere confianza y que se establezcan vínculos más sólidos.

Desde que íbamos al colegio hemos etiquetado y nos han etiquetado. Hemos puesto motes, hemos elegido palabras con las que definíamos a los demás. En las entrevistas de trabajo nos han pedido que nos definiésemos o que hablásemos de nuestras debilidades y fortalezas. En una cita con alguien que nos gusta hemos dicho a la otra persona que nos hablase de lo que le gusta y lo que no.

Todo eso sirve para tener claro con quién nos estamos relacionando y para saber si esa relación, laboral, sentimental o de amistad puede tener alguna posibilidad de éxito.

Así que, está claro que ya que no puedes evitar que te etiqueten, lo que puedes hacer es utilizarlo a tu favor. El Branding Personal y el branding en general precisamente pretenden que ese recuerdo, impacto o huella que dejas en la mente de la gente sea el que mejor se ajuste a lo que realmente eres. Por eso, antes de que te etiqueten los demás, debes tener claro quién eres, para poder comunicarlo del mejor modo posible.

Quizás un político diga que las etiquetas no existen, que no hay izquierda y derecha, pero inmediatamente después, va a decir cosas como “nosotros SOMOS”, “lo que CREEMOS es” o “DEFENDEMOS que”, y desde ese momento ya están metiéndose en un casillero.

Me preocupan los políticos y las personas que dicen que no quieren etiquetas. Si no sabes qué piensan quienes se dirigen a ti, sólo van a generar desconfianza. Es una forma muy burda de no mojarse, de querer ir a todo, de transmitir que los valores son relativos.

Las etiquetas pueden ser una carga y pueden llegar a ser muy injustas. Con frecuencia hablo con amigos coaches que son muy buenos en su trabajo pero que se quejan de la mala imagen de la profesión. Ese es el problema de poner tu etiqueta por encima de tu propia identidad. Pero es cierto que al definirte como coach, fontanero, parado o “gurú” estás facilitando las cosas y ahorrándote explicaciones, para lo bueno y para lo malo.

El Branding Personal pretende tener cierta influencia en las etiquetas que te van a poner. Si gestionas adecuadamente tu Marca Personal, es probable que te perciban como realmente eres, pero la decisión final la van a tener los demás. Puede que un político no se etiquete como de derechas o de izquierdas, pero todo lo que haga o diga va a llevarlo en una dirección  u otra y serán los demás quienes lo clasifiquen.

Etiquetas como “gurú” o “gente normal”, las van a decidir quienes te conocen. No hay nada más triste que aquellos que se definen a sí mismos de un modo que depende de la forma de actuar o relacionarte. Especialmente si son unos “vendehumos” o de “normales” no tienen nada.

El problema de las etiquetas es que, una vez clasificado, reetiquetarte es lento y complicado. Pero también hay que reconocer que va a facilitar las cosas. Cuando eres capaz de comunicar lo que eres con un puñado de palabras bien escogidas y ajustadas a lo que realmente eres, todo va más rápido, conectas mejor y se descartan a quienes no encajan con esa descripción.

Por lo tanto, el que te gusten las etiquetas o no, es irrelevante porque van a seguir existiendo. Lo que debes hacer es conseguir que la forma en que te describan se ajuste lo mejor posible a lo que realmente te define. Para conseguirlo, en primer lugar debes tener claro quién eres y en segundo lugar actuar de forma consistente con tu identidad. Y no olvides que todo lo que haces suma o resta… especialmente si te dedicas a transmitir salvajadas en dospuntocerolandia.





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