Eres el mejor… en algo que ya nadie quiere
Hace unos días, antes de dar mi seminario en el Master de Emprendedores charlaba con mi amigo y colega Fabián Gonzalez sobre la forma en que estábamos enfocando nuestros proyectos y nos alegró comprobar que ambos habíamos llegado a la misma conclusión. Los dos hemos entendido que hace falta mantener una renovación constante y rápida de lo que ofrecemos. Un profesional no puede seguir pensando que los tiempos y las velocidades son las mismas que hace 10, 30 o 50 años.
Casi sin darnos cuenta estamos viendo que en el mundo empresarial los ciclos de lanzamiento de productos se han reducido al mínimo. Incluso en industrias como la del automóvil, lo que antes necesitaba años, o décadas, ahora se hace en meses. En el sector de la moda de consumo, empresas como ZARA o Primark renuevan el surtido casi en cuestión de horas. Y en el de la prensa, las noticias de hace cinco minutos ya se han quedado viejas.
Pues bien, si como profesionales nos aplicamos el cuento, podemos ver que la mayoría sigue gestionando su oferta profesional, su propuesta de valor como si todavía siguiésemos en el siglo pasado. Ya sabemos (o deberíamos tener claro) que los empleos ya no duran toda una vida y seguramente ni siquiera todo un año. Pero es que con las profesiones y los oficios ocurre lo mismo. Hay que estar constantemente renovando la oferta, el surtido profesional para mantenernos competitivos.
Nos parece una locura que una empresa que tenga intención de sobrevivir necesite 5, 7 o 10 años para lanzar un producto. Sin embargo como profesionales con mentalidad YO S.A. seguimos pensando en ciclos de producto de esa duración. ¿Cuanto tiempo necesitamos para formarnos en algo que será irrelevante cuando terminemos de estudiar si no es que lo sea ya antes de empezar? 5, 7 o 10 años. Eso es un tiempo excesivo para crear una oferta valiosa. Y ¿Cuanto de lo que aprendemos en esos años es realmente útil?
Se dice mucho eso de «hay que reinventarse» o «hay que reciclarse» pero lo que está claro es que como profesionales más bien debemos trabajar para reducir los «ciclos de lanzamiento de nuestra oferta». Lo que antes necesitaba varios años ahora tenemos que reducirlo a meses o semanas.
Si sustituimos la mentalidad de empleados, autónomos, desempleados o emprendedores por la de proveedores de servicios de una sola persona, es conveniente que nos fijemos en lo que hacen las empresas de éxito. ¿Y si aplicamos técnicas como el Lean Startup a nuestro proyecto profesional? ¿Y si empezamos a crear valor de una manera mucho más rápida?
Es evidente que hay algunas profesiones que requieren de una base de conocimientos que requieren años de aprendizaje y experimentación. Medicina, ingeniería, arquitectura y algunas otras no pueden reinventarse con la misma rapidez y eso también les sirve como barrera de entrada. Serían equivalentes a la industria siderúrgica. Pero creo que debemos admitir que en la mayoría de empleos de «oficina» no hay que ser un superespecialista de la NASA para sacar el trabajo adelante independientemente del puesto que ocupes.
Durante los quince años que he sido profesional por cuenta ajena he trabajado en multinacionales realizando tareas de logística, compras, producción, control de proyectos, comercio electrónico, marketing de gran consumo y hoy me estoy ganando la vida haciendo lo único de lo que no tengo un diploma. Y todo eso respaldado por un título de licenciado en Química y un MBA a los que en total dediqué seis años y que podrían haberse reducido a uno. Muchos oficios distintos y un sólo profesional verdadero.
Este fin de semana estuve viendo La Gran Apuesta y me gustó aunque no me enteré del 90% de las cosas que decían. Sin embargo, lo que transmitía es que cualquiera podía estar en ese mundillo de inversiones si tenía claros algunos términos y conceptos técnicos y sobre todo si carecía de escrúpulos.
Lo cierto es que la mayoría de los oficios, empleos o trabajos que he realizado podían aprenderse en dos o tres meses si tienes un par de dedos de frente. Y ahí está el problema… y la solución.
El problema es que en las empresas tienen claro que no hace falta ser una lumbrera para desempeñar la mayoría de los puestos y eso nos convierte en profesionales «marca blanca» que competimos por precio. La única forma de romper esa dinámica es conseguir que nos valoren por nuestra credibilidad y prestigio, es decir por una Marca Personal valiosa y reconocida.
La solución consiste en ser capaces de adquirir esa mentalidad ZARA y estar constantemente renovándonos. No estoy hablando de hacer un master tras otro sino de elegir un tema que nos guste y aprender todo lo que podamos en 3, 4 o 6 meses para ir añadiendo valor a nuestra profesión. ¿Cuanto tiempo necesitas para estudiarte los 7 o 10 libros de referencia de un asunto? ¿O para asistir algunas conferencias? ¿O incluso para aplicarlo de forma experimental?
A lo largo de nuestra vida hemos dedicado demasiado tiempo para crear una oferta profesional irrelevante. Debemos reducir el ciclo de vida de nuestro «producto» y renovarnos constantemente. Las empresas que sobreviven innovan constantemente. Los profesionales con Marca Personal tienen mentalidad I+D.
Ah, y conviene mantener siempre en mente el acrónimo K.I.S.S. (Keep It Simple, Stupid).