No soy bloguero

ProductoMe dice WordPress que este es mi post mil seiscientos y pico desde el año 2004. Es una cantidad interesante de publicaciones en un blog. Sin embargo, jamás se me ha pasado por la cabeza denominarme bloguero. El blog es un canal de comunicación, pero no es lo que me define. Del mismo modo que si en lugar de hablar de mi profesión en un blog lo hiciese dialogando con la gente cara a cara o por teléfono tampoco me presentaría como Conversador o Telefonista.

En el año 2007 empecé a subir vídeos a YouTube y debo tener alrededor de un centenar. Me ponía delante de una webcam y hablaba de cosas relacionadas con mi trabajo. Sin embargo, jamás se me ocurrió etiquetarme como YouTuber.

He escrito cuatro libros y centenares de artículos pero cuando alguien me presenta como escritor siento que eso no me describe para nada. Mi mayor fuente de ingresos viene de la formación, conferencias y talleres, pero jamás me presentaría como conferenciante.

¿Qué quiero decir con esto? Pues que hay que ser muy cuidadoso con la forma en que nos etiquetamos porque es la semilla que vamos a plantar en la mente de la gente y que va a ser importante para definir nuestra Marca Personal.

¿De verdad quieres que te conozcan como bloguero, empleado, desempleado, estudiante de master o CEO? ¿No será más útil y memorable que te recuerden por lo que eres capaz de aportar en vez de por una categoría profesional?

Hace unos días apareció un artículo en Expansión en el que Guillem Recolons, Ovidio Peñalver y yo mismo hacíamos una crítica un tanto irónica sobre la obsesión por colgarse etiquetas profesionales «originales». Eso es algo que dospuntocerolandia ha multiplicado hasta el ridículo. Hoy parece que te quedas a medias si no pones algo supercreativoymolón en tus perfiles de Redes Sociales. Y que nunca, nunca falte eso tan anglosajón de «apasionado por«. En todo caso, ¿No sería mejor «me entusiasma» o algo parecido?

Lo curioso es que cuanto más llamativo, original, epatante y deslumbrante sea la palabreja que elijas para presentarte, más sospechas generas. A veces, la sensación que transmite uno de esos títulos es que debajo no hay nada o lo que es peor, no hay nada que pueda asociarse con algo conocido. Cada día tenemos menos tiempo para descifrar acertijos, así que cuanto más mascadita y clarita sea la forma en que te presentas, mucho mejor.

En realidad lo que necesitamos para elegir algo o a alguien es tener claro qué es lo que estamos eligiendo. Por eso es muy difícil introducir una nueva profesión. Todo el mundo sabe lo que es un fontanero o un pediatra, pero pocos saben lo que es un Coach, un CHO (Chief Happiness Officer), un Networker o incluso un asesor de Marca Personal. Estas etiquetas pueden suponer un lastre porque si apuestas todo a uno de esos nombres «chulos», si algún día pierden su prestigio (si es que lo tuvieron alguna vez), tu te ves arrastrado con ellos.


Lo importante para posicionarte y para ser primero recordado y luego recomendado es transmitir el beneficio, el resultado de lo que haces. Vale, ya sé que si te preguntan que a qué te dedicas es más fácil decir que eres abogado o cerrajero que explicar que aceleras procesos de separación matrimonial de forma amistosa o que aumentas la seguridad en viviendas unifamiliares. Pero ¿No es mucho más descriptivo lo segundo que la simple utilización de una etiqueta que podría aplicarse a miles o centenares de miles de profesionales?

Por lo tanto, no se trata de utilizar un término «marca blanca» que pueden colgarse muchos otros profesionales ni uno tan original que no lo entienda ni tu madre. Lo interesante es transmitir el beneficio que implica trabajar contigo, el resultado positivo que alguien puede conseguir gracias a tu experiencia y conocimientos.

Es importante transmitir también a quién te diriges, quién se puede beneficiar de tu valía, para quién eres útil. Uno de los problemas más generalizados que me encuentro con la gente con la que trabajo (e incluso conmigo mismo) es que no somos capaces de definir quienes son los destinatarios de nuestra oferta profesional. ¿Padres? ¿Clientes tecnológicos? ¿Directivos? ¿Adolescentes problemáticos? ¿Estudiantes?

A veces, elegir tu mercado no es un problema de desconocimiento sino de miedo a perder oportunidades. Parece que es mejor decir que tu audiencia es «todo el mundo» que escoger una parte concreta de ese mundo. Pero si quieres posicionarte de un modo más sólido, no te queda otra que segmentar.

Otro de los errores que cometemos (yo el primero) al presentarnos es explicar el Cómo lo hacemos. Gestalt, GTD, Fintech,… En cuanto nos descuidamos estamos soltando palabrejas raras o explicando años de aprendizaje que no le interesan a nadie. Aquí de lo que se trata es de saber lo que voy a conseguir contigo, luego ya me contarás cómo lo haces… si es que me interesa.

Por lo tanto, queda claro que no soy bloguero, ni YouTuber, ni Escritor, ni Personal Brander. Mi trabajo es aumentar tu valor y multiplicar tus opciones de ser elegido.

Y tu ¿como te presentas?





Compartir esta publicacion