¿Tienes 13 años?
Reconozco que no me siento cómodo cuando me felicitan. Aunque disfruto como un niño cuando hablo a un grupo de gente (cuanto más, mejor), siempre me pongo colorado cuando me aplauden. Nunca sé donde meterme.
Me gustan más las críticas constructivas a lo que escribo en el blog o en otras partes que los comentarios laudatorios. Quizás es que me han educado con la idea de que hay que hacer lo correcto sin esperar nada a cambio. Tendré que consultarlo con mi psicoanalista.
El caso es que con esto de lo dospuntocero, las Redes Sociales te avisan cada vez que cumples años o que hay algún aniversario de cualquier «tontá».
Ya quité mi fecha de nacimiento de Facebook, pero todavía no lo he hecho en otros sitios. Como ahora LinkedIn es el nuevo Facebook, se dedica a avisar a los contactos de estas efemérides efímeras. Y esta semana, este portal de cotilleo profesional con esteroides me ha recordado, gracias a la avalancha de felicitaciones automatizadas, que este mes se cumplen 13 años desde que puse en marcha mi proyecto.
Aunque, en realidad, la cosa fue al revés, fue el proyecto (o las circunstancias) lo que me puso en marcha a mi.
El 5 de marzo de 2004, me inscribí en el INEM porque veinte días antes me comunicaron que me despedían de la última empresa en la que estuve. En realidad, ahí es donde empezó todo esto.
Aunque trece años después lo considero como una de las mejores cosas que me han pasado en mi vida, lo cierto es que no tiene nada de heroico ni se parece a una de esas historias de superación que tanto gustan a los del pensamiento positivo. Ocurrió y punto.
Por eso me fastidian mucho esas tonterías sobre la actitud o sobre si un emprendedor nace o se hace o cosas similares. Uno hace lo que debe hacer para salir adelante tanto si le apetece como si no. Tanto si su situación profesional tiene un nombre chulo como si es lo más ordinario del mundo. Se hace lo correcto y no esperas que nadie te felicite por eso.
En estos años he aprendido muchas cosas. He contado aquí muchas de ellas, especialmente las cagadas. Pero se me ocurren unas cuantas que quizás vengan a cuento en este aniversario.
Defender tus valores
Varios de los que me han felicitado y han incluido algún comentario más allá de la frase automatizada de LinkedIn me han dicho algo que creo que nos encanta a todos y es:
«qué razón tenías»
Vale, ya sé que soy muy políticamente incorrecto, incluso muy bestia en algunos momentos, y que he hecho críticas injustas a personas y conceptos. Pero echando la vista atrás, esa defensa de aquello que crees y que consideras importante aunque nadie lo vea en su momento, es lo que te convierte en alguien a quién tener en cuenta. Así que, no te dejes llevar por modas, tendencias o por presiones. Lo vas a pasar mal, te van a poner a parir, vas a hacer sufrir a quienes te quieren, pero si crees que es algo importante, defiéndelo.
Hablar bien de tu trabajo pero sin tomarte demasiado en serio
En ese debate sobre lo correcto o no de hablar de lo que uno hace (que es distinto a hablar bien de ti) creo que hay una clave que a mi me ha funcionado. Me refiero a reírte de ti antes de que lo hagan los demás. Si empiezas hablando de tus errores y tus situaciones vergonzosas, se te va a permitir que también expliques los logros o éxitos derivados de esos aprendizajes. Ojo, esto no es un truco, es algo que he visto posteriormente y que algunas personas me han comentado.
Matar al padre
Al principio de todo esto, cuando no tenía ni idea qué forma iba a acabar teniendo, dediqué mucho tiempo y esfuerzo a aprender todo lo que pude sobre Branding Personal y todos los temas que podían tener alguna relación. Evidentemente leí a los anglosajones y además tuve la suerte de conocer personalmente muy pronto a mi amiga Neus Arqués y me dio algunos consejos fundamentales. Pero entendí que tarde o temprano hay que seguir el camino que uno se fija. Que hay que tomar lo bueno de los maestros pero que debes crear tu propio modelo o proyecto.
Así que, nunca dejes de aprender, pero debes comprender que si te conviertes en un simple portavoz de las ideas de otros y no pones algo de tu parte, de tu estilo, de tus experiencias, serás irrelevante.
El nombre y el dominio
Hay una cuestión, quizás menor, pero que me apetece contar en este post y es el asunto del nombre que quizás ha sido una de mis grandes cagadas. ¿marcapropia.net? ¿Qué mierda es eso? Pues resulta que una Marca Propia es el nombre que se da en distribución a una Marca Blanca. Así que, viniendo yo de ese mundillo, aunque era una metáfora un poco retorcida, me pareció una buena idea utilizar ese nombre para describir lo que hacía. Además, el .com estaba cogido, así que «astutamente» empecé a utilizar el .net
Sin embargo, para contrarrestar, poco tiempo después de empezar a hablar de Personal Branding, vi que nadie había cogido el BrandingPersonal.com y desde entonces utilizo más Branding Personal que Personal Branding.
De todos modos, el mejor nombre que puedes utilizar para reforzar tu Marca Personal ¿Sabes cuál es? Pues EL TUYO. Si dependes de un concepto en lugar de en tu propio nombre, vas a perder el control.
La gente
Aunque hay muchas más cosas que he aprendido, para no hacer eterno este post, tengo que hablar de lo mejor de estos años. LA GENTE. Si, aunque yo no soy una de esas personas supersociables que puedes encontrar por ahí, tengo que decir alto y claro que si he conseguido poco o mucho ha sido por las PERSONAS que he conocido. Personas como Sergio Ibañez y muchos otros que creyeron en lo que hacía cuando yo todavía era un mar de dudas. Aunque muchas veces se hable de relaciones tóxicas o de malos rollos, quizás suene raro, pero yo no podría recordar (casi) ninguna.
Y ya lo dejo aquí. Todavía me quedan muchos años y no voy a contarlo todo en un post. Ah, y no me felicites. Sólo estoy haciendo lo que tengo que hacer que, además, me gusta.
NOTA: Casualmente esta semana he recibido una nueva edición de mi Marca Personal para Dummies con un nuevo diseño más chulo. Y me ha recordado ese post del año 2006 en el que fantaseaba con escribir un libro de Marca Personal para Dummies.