Tu no eres el protagonista

Esta semana he asistido a la conversación que mantuvo Richard Branson en el WOBI que se celebró en Madrid.

He de decir que Branson es uno de los pocos empresarios famosos que utilizo cuando hablo de Marca Personal.

En primer lugar porque no me gusta que se considere el Branding Personal como algo que sólo pueden gestionar las personas conocidas o con recursos.

En segundo lugar porque, después de leer sus libros, ver lo que se dice de él y, sobre todo, observando su comportamiento creo que se puede afirmar que cumple muchas de las cualidades de una Marca Personal potente, valor, valores, oferta, sintonía, autenticidad, credibilidad, visibilidad, posicionamiento, presencia,…

Aunque a distancia y durante la hora escasa que pudimos verle en persona, pude reafirmar todo lo anterior. Debo decir que hay algo más que quizás sea el toque definitivo que convierte a Branson en alguien con quien apetece estar, me refiero a su sonrisa perenne y su optimismo. Y eso para un cascarrabias como yo, es una gran lección.

Dicho esto hay algo que no me termina de convencer en muchas personas que han tenido grandes éxitos. Me refiero a la obligación de dar lecciones, a la generalización de unas circunstancias y decisiones concretas y convertirlas en leyes inmutables. Creo que Branson no ha caído en esto y más bien se limita a contar su historia en sus libros y conferencias de un modo muy entretenido, por cierto. Pero me sirve como excusa para desarrollar mi argumento.

Si navegas un poco por los Medios Sociales te encontrarás con infinidad de casos de gente que te dice que te va a hacer millonario, que tiene la receta para que te forres en pocas semanas y, aún más importante, mientras duermes. Porque no sé que obsesión tiene este tipo de gente con dormir. Coño, si vas a ganar un montón de pasta, haz algo mejor que irte a la cama. Pero esa es otra historia.

¿Cuál es el argumento irrebatible para toda esta gente que te va a contar «esos secretos que sólo conocen los millonarios»? Pues básicamente que ellos estaban muy jodidos y, mira por donde, descubrieron un sistema gracias al cual ganan un millón de euros al año y tienen un lamborghini en la puerta de casa. Pero no se vayan todavía porque resulta que son tan majos que te lo van a contar a ti por un módico precio. Lo curioso es que te lo contarán en unos vídeos que parecen grabados en su cuarto de adolescentes en casa de sus padres en lugar de en una residencia con piscina infinita. Pero esa también es otra historia.


Creo que si quieres dejar huella no puedes limitarte a hablar de ti y de lo bien que te han ido las cosas. Si crees que tienes una fórmula útil para hacer cualquier cosa, debes demostrar, en primer lugar, que tienes un procedimiento y, en segundo lugar, que este es replicable, reproducible o repetible en cualquier circunstancia.

Pero hecha la ley, hecha la trampa. ¿Cuál es la respuesta de los profetas del éxito relámpago cuando alguien les dice que no les funciona el sistema? Pues que no has hecho las cosas como debes, que la culpa es tuya. Pero saben que hay demasiada gente necesitada de lo que podríamos denominar curanderos del éxito.

Entiendo que si alguien se gasta un dinero (que quizás no le sobra) en asistir a un evento publireportaje de dos días de, por ejemplo, T. Harv Eker (si entras en su web no te pierdas la cadenita) lo último que va a decirte es que le han tomado el pelo. Como decía Mertxe hace varios años

Creo que no debemos cometer el error de pensar que el Branding Personal es hablar de ti. La Marca Personal va de cambiar las cosas y eso no se consigue echándose flores o contando historietas personales. Vale que historias como las de Branson pueden ser motivadoras pero no sé si son muy ejemplarizantes.

Quizás sea mi formación científica, pero generalizar la anécdota, lo particular, lo casual, no es una buena forma de dejar huella. Si quieres que tu trabajo trascienda debe ser replicable. No se trata de hablar de ti, sino de analizar lo que has hecho, lo que ha ocurrido, por qué ha ocurrido, establecer hipótesis y ponerlas a prueba una y otra vez. Esto va de extraer, destilar tu esencia o la esencia de tu éxito para que otros puedan beneficiarse.

Recuerda, tu no eres el/la protagonista, tu sólo eres un canal para que otros mejoren.





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