Lecciones aprendidas de la creación de mi curso online

Hace un par de posts pedía disculpas por esa tendencia a transmitir la idea de que desarrollar una Marca Personal, y sobre todo divulgarla, es algo sencillo.

Es cierto que el noventa por ciento de las cosas que dejan huella parten de mantener un comportamiento auténtico, íntegro y de aportar algo valioso. Pero ese otro diez por ciento, que suele ser el que se refiere a dar a conocer lo que hacemos, puede ser muy complicado de ejecutar si queremos hacerlo bien.

Cuando escucho hablar a la gente que sabe de cosas dospuntocero como Claudio Inacio sobre lo que hay que hacer para ir más allá de la visibilidad que conseguimos la mayoría de los mortales en La Red, parece que te va a estallar la cabeza y que no estás más que rascando la superficie.

Hoy quiero contarte, aunque sea brevemente, algunos problemas y pequeñas o grandes dificultades que me he encontrado para crear mi primer curso online.

Debo decir que no soy una persona especialmente perfeccionista como mi amiga Maria Luísa «Zumo de empleo», pero me doy cuenta cuando algo no alcanza los estándares mínimos o cuando directamente es una mierda. Y cuando haces algo medianamente complejo por primera vez, te das cuenta de que una cosa es lo que tienes en tu cabeza y otra es lo que sale en los primeros ensayos.

Un curso online no es un webinar, una conferencia o un libro

Hacer un curso virtual que va a quedar colgado en Internet no es como subirse a un escenario. No hay interacción. No puedes ver las reacciones de la gente. No puedes desviarte o desarrollar una idea si viene a cuento. No puedes improvisar o salirte del guión. Y debe estar planteado de tal manera que quien lo utilice tenga todo lo necesario para aplicarlo. Así que, hay que organizarlo todo para que sea lo más parecido a estar ahí sin estar.

Hace unos días aproveché que mi querido David Barreda pasaba por aquí para charlar un rato con él de nuestras cosas. Y en esas dos horas de conversación te das cuenta de que, aunque lleves más de una década impartiendo cursos, talleres y conferencias, no has hecho más que empezar a aprender. Cuando ves lo que saben los que saben de metodologías de formación como David, por una parte te alegras porque estás aprendiendo en ese ratillo más de lo que has asimilado en esos años, pero por otro te asustas muchísimo porque queda mucho trabajo por hacer.

Aprendizaje

En la conversación con David recordé algo que hemos escuchado muchas veces pero que se nos olvida. Me refiero a que la función de alguien que quiere enseñar no es meter información y conocimientos a saco sino prepararlo todo para que sean los alumnos quienes deduzcan lo que queremos transmitir. Y esto, que es fácil de decir, es mucho más complicado de hacer.

Pero, por otra parte, aunque el proceso de creación de algo nuevo, un libro, un curso real o virtual o un nuevo producto puede ser muy duro, incluso deprimente cuando no avanzas o no salen las cosas como querías o imaginabas, al finalizar te das cuenta de que ha merecido la pena. Al tener una auténtica motivación y necesidad de sacar el proyecto adelante, el que más aprende eres tu mismo.

Guión

Hay un tema al que siempre me he resistido, más que nada por pereza, a la hora de crear un curso. Me refiero a la preparación de un guión. Y cuando digo un guión no son cuatro frases sueltas y luego «te enrollas». Me refiero a escribir casi palabra por palabra lo que quieres transmitir. Me lo dijo Maria Luisa hace muchos meses pero me he resistido hasta caer del burro.

Ese guión es necesario por muchas razones. Porque evita «coletillas», dudas y frases hechas. Porque te da seguridad. Porque reduce al mínimo la posibilidad de irte por las ramas y que un curso de dos horas se convierta en doce.

El problema del guión es que, salvo que seas un profesional del doblaje, de los discursos políticos o de la presentación de telediarios, va a reducir enormemente tu espontaneidad. Y eso, como mínimo.


Al preparar el guión descubres cosas como que una persona normal habla a una velocidad de unas 120-170 palabras/minuto. Así que un guión de 60.000 palabras como el que he utilizado no va a bajar de las 7-8 horas.

Aspectos técnicos

Sobre las cuestiones técnicas como el audio o el vídeo debo decir que, salvo que quieras gastarte un pastón en contratar un estudio de grabación y un equipo de profesionales audiovisuales, lo máximo que vas a conseguir es algo que apenas supere lo patético. Pero también de eso se aprende. Afortunadamente lo interesante no eres tú sino lo que cuentas.

Un ejemplo. Uno de los problemas habituales a la hora de grabar sonido es que los micrófonos normales dan una calidad pésima (ruidos, eco, interferencias,…). Así que, te compras uno de los «buenos», de los que recomiendan. Pero es tan cojonudo que es que lo pilla todo. Al tipo de la taladradora a quinientos metros, el niño que llora cuatro plantas más arriba o las tripas que te suenan porque llevas horas sin comer intentando terminar una sección más.

Por cierto, para grabar el Powerpoint con mi voz o «slidecast» (como me dijo mi amigo Gonzalo Álvarez Marañon que se llamaba), hay una función estupenda en la última versión que facilita mucho las cosas.

Vender

Para no alargarme mucho, simplemente te diré que, si has superado todas esas dificultades, no has hecho más que empezar.

Ahora hay que vender lo que has hecho. Pero ah, amigo, aquí no sólo chocas con tus propios prejuicios y creencias limitantes («no soy vendedor», «pedir dinero por mi trabajo me da cosica») sino con las del buenismo dospuntocerolense.

Porque puedes estar compartiendo tus contenidos durante años, aportando valor de forma desinteresada gratuita en todos los canales posibles, pero como se te ocurra pedir dinero por tu trabajo, te van a crucificar, y alguien dirá que «tu antes molabas».

Poco a poco te das cuenta de que eso de que te diferencias o mueres, estás en Internet o no existes, te adaptas o desapareces, son chorradas. Lo que realmente ocurre es que o FACTURAS o te vas a la mierda.

Por esas cosas de la vida, esta semana estuve charlando un ratillo con el genial Paco Alcaide (joder, ¡que bueno es el tío!) y en unos minutos me aclaró muchas ideas sobre este asunto. Pero lo dejaré para otro día. Mientras empaparos de lo que cuenta en su blog y en sus libros.

Por cierto, si quieres echar un vistazo al curso puedes pinchar aquí o en la imagen que he puesto en el post. He puesto un precio de lanzamiento especial. Le he dedicado muchas horas o más bien semanas. Y aunque siempre digo que a nadie le pagan por el esfuerzo, te aseguro que lo he hecho con mucho cariño y con ganas de aportar todo lo que he aprendido.





Compartir esta publicacion