Etiqueta para profesionales o no te lances a por los canapés
Esta semana empiezo a hacer algunos cambios en mi proyecto profesional. Algunos serán más visibles y otros quedarán en segundo plano. Pero, como he comentado aquí especialmente en las últimas semanas, creo que es conveniente introducir modificaciones y probar cosas nuevas.
Ayer mismo subí el primero de una serie de vídeos en los que voy a hablar de los múltiples aspectos relacionados con la Marca Personal en forma de pequeñas píldoras con cinco ideas cada uno.
En cuanto a los posts del blog, mi intención es hacerlos más cortos y mucho más prácticos. Existe el riesgo de que sean menos «personales», pero espero que mantengan mi esencia y mi estilo.
También quiero tratar de asuntos que pueden parecer «menores» pero que, en muchas ocasiones producen un impacto mucho mayor que otros más populares como lo dospuntocero.
Empezaré hablando de un tema que puede parecer pasado de moda y con ciertas connotaciones que algunos pueden calificar de «conservadoras» pero que creo que hoy es más necesario que nunca. Me refiero a la etiqueta en los negocios, a los buenos modales o, si lo prefieres, a las reglas de urbanidad en el entorno profesional.
Me temo que existe cierta tendencia a confundir la autenticidad o la transparencia con saltarse las reglas de comportamiento social más básicas. Pero una persona no es más auténtica por dejarse llevar por sus instintos más básicos. Ni va a ser más artificial o menos humana por actuar de un modo más agradable y correcto.
Creo que gran parte de la tensión y la crispación que existe en el mundo real y, especialmente en el virtual o «irreal» es porque se están pasando por alto algunas reglas básicas en las relaciones personales. Quizás es el miedo a que te acusen de algo, quizás es la rapidez con la que hacemos las cosas o puede que simplemente se trate de puro desconocimiento, pero está claro que olvidarse de eso que nos contaban de pequeños sobre ser personas bien educadas no sólo no nos hace mejores, sino todo lo contrario.
Ojo, aquí no estoy hablando (sólo) de Netiqueta de la que habla mi amiga Mar Castro, sino de algo mucho más global. Tampoco estoy hablando (sólo) de ceder el paso a una persona o de aprender a utilizar la pala de pescado en una cena «elegante». Creo que la etiqueta va mucho más allá. Se trata de comportarte en las relaciones sociales siguiendo normas aceptadas. O dicho de un modo más simple, de tratar a los demás como te gustaría ser tratado.
Si decimos que la Marca Personal es la huella, el impacto o el efecto que generamos en otras personas, debería ser fundamental conocer las reglas básicas del trato en los entornos profesionales.
Seguro que te has encontrado con auténticos salvajes, gañanes o maleducados a lo largo de tu vida y de tu trayectoria laboral. Quizás no te ha quedado más remedio que soportarles durante un tiempo, pero seguro que te ha dejado «huella» pero no precisamente de las que hacen que les recomiendes.
Precisamente cuando algo se convierte en un problema o en algo escaso, existe una oportunidad. Me refiero a que si casi nadie aplica estas reglas de comportamiento, aquellos que aprendan a utilizarlas podrán diferenciarse del resto. Saber manejarlas no va hacer daño a nadie, pero saltárselas puede tener un efecto letal… aunque nadie te lo diga a la cara.
Si en este momento estás pensando que utilizar los buenos modales implica más riesgo que ventajas, es que la cosa está peor de lo que pensamos. Quizás haya quienes te acusen de «pasado de moda», «cursi», o cosas mucho peores. Pero, en el fondo (y en la superficie), aquellos que sepan actuar como corresponde en cada situación, sin salidas de tono, sin molestar o sin confundir la autenticidad con la grosería van a aumentar las opciones de ser tenidos en cuenta.
Los aspectos relacionados con la etiqueta profesional afectan a casi cualquier momento de la jornada laboral y también fuera de ella. El uso o más bien el abuso de litros y litros de perfume o, algo peor, de no mantener las más mínimas reglas de higiene. Lanzarse a por los canapés en un evento profesional. Hablar a gritos en una empresa sin paredes. El uso de teléfonos móviles. El comportamiento con quienes visitan tu empresa o cuando seas tu quien visite la de otros…
Como ves, aquí hay mucha tela que cortar. Pero si lo utilizas correctamente puede ser un factor muy potente para diferenciarte ante quienes toman las decisiones… aunque haya quienes te critiquen.
Este es un tema que me gusta tratar en mis cursos y en el que creo que hay mucho que decir.