¿Eres un profesional o un aficionado?

Este es uno de esos posts en los que tengo una idea más o menos clara de lo que quiero expresar pero puede acabar completamente desmadrado.

Tengo que empezar diciendo que desde hace semanas o incluso meses, tengo la sensación de que he llegado a un techo profesional y tengo que hacer algo para pasar al siguiente nivel o me quedaré estancado… que es la antesala del declive.

Creo que eso que me sucede es algo normal en cualquier persona, profesional u organización. Pienso que hay una serie de escalones que puedes ir subiendo para llegar hasta donde quieres y no quedarte inmovilizado. Lo importante es prepararse para el cambio y tomar las medidas oportunas para realizarlo.

He llegado a la conclusión de que, para los profesionales independientes como yo, esa barrera invisible, tiene mucho de mental, por no decir que lo es todo.


Me refiero a que, cuando inicias un proyecto en solitario, hay mucho de «hobby», de afición, de amateurismo. Tiendes a centrarte en las cosas que te gustan, a relacionarte con colegas, a hacerte pajas mentales, a darle muchas vueltas a cosas que molan pero que no son precisamente productivas.

Con lo dospuntocero la cosa se complica todavía más porque el producto, la gestión, la parte más empresarial de tu proyecto tiene tendencia a quedar relegada a un segundo plano porque es fácil sucumbir a la tentación de la visibilidad, la conversación, los «me gusta» y, en general, todo el mamoneo social.

Pero, y aquí viene la pregunta jodida, un profesional que quiere sobrevivir y progresar ¿debe centrarse en su proyecto o dedicarse a hacer amigos?

Si me vas a escribir el típico comentario diciéndome que no hay que elegir, que hay que hacer las dos cosas, casi mejor que no. Evidentemente esto no va de tomar una decisión salomónica sobre una cosa o la otra sino del peso que le damos a una frente a la otra.

Cuando veo, leo o escucho a profesionales que han tenido éxito con sus proyectos, tengo la sensación de que han dedicado el tiempo justito a socializar si no tenía que ver con el desarrollo de su idea. Se comportan como profesionales y no como aficionados que se juntan el domingo a charlar con otros como ellos sobre un tema en común que les interesa mientras toman unas cervezas.

Creo que es ese momento en el que dejas de pensar como alguien que simplemente hace algo que le gusta y empiezas a actuar como un profesional, cuando superas esa barrera.

El problema es que subir ese escalón puede tener algunos efectos colaterales en tu entorno, real o virtual. Es el clásico, y si hago las cosas de forma diferente, ¿Qué pensarán los demás?

Porque una de las cosas que más miedo nos da, según los psicólogos y sociólogos, es que dejen de querernos, la pérdida de aprecio por parte de los demás. Y cuando dejas de decir cosas de «amigo» para comportarte como un profesional YO S.L., es muy probable que surjan muchos, «has cambiado», «ya no eres el mismo», «tu antes molabas».

Y de nuevo insisto, no me digas que se puede hacer todo y hacerlo bien porque creo que no es así. Desarrollar, lanzar y gestionar un proyecto que te permita sobrevivir y progresar es suficientemente exigente como para que apenas te quede tiempo para mantener el grado de socialización al que nos han llevado los Medios Sociales.

La cuestión es, ¿para qué/quién trabajas? ¿Para tus seguidores o para tu familia? ¿Para conseguir «me gusta» o para pagar facturas (o incluso para vivir bien)? ¿Para que te digan que «eres un crack» o para poder seguir siendo libre? ¿Aficionado o Profesional?

Si llevas poco tiempo (¿menos de cuatro años?) en dospuntocerolandia estarás pensando que soy un capullo, que Instagram mola mucho, que LinkedIn te permite conseguir el trabajo de tu vida, que mira los influencers, que en las Redes Sociales has conocido a gente muy chula y bla, bla, bla,…

Y no digo que La Red no te haya permitido pasar buenos ratos o contactar con gente interesante, pero llevándolo al mundo real, no estamos hablando de salir de copas sino de tener comidas de negocios. No estamos hablando de tener seguidores sino de conseguir clientes. No estamos hablando de conversar sino de vender. Y todo eso en este mundo virtual está mal, muy mal visto.

Cuando hablo con colegas de los que tienen una vida intensa en Internet, percibo que muchos, si no todos ellos, están llegando a ese punto de saturación en el que se preguntan si merece la pena seguir utilizando los Medios Sociales como hasta ahora. Que fue bonito mientras duró pero ahora debemos seguir nuestro camino.

No sé si, como te decía al principio, este post ha acabado desmadrado, pero hace tiempo que me rondan estas ideas en la cabeza y quería plasmarlas de algún modo.

Lo que es cierto es que ha llegado un momento en el que tengo que cambiar de estado profesional. Como ocurre con los astronautas que van a hacer la reentrada en la atmósfera, la maniobra es delicada porque, según el ángulo que tomes pueden ocurrir tres cosas. La primera e ideal es que consigas aterrizar sin problema, te profesionalices. La segunda es que entres demasiado directo y te quemes. La tercera es que el ángulo sea inapropiado, rebotes y acabes tus días orbitando… como aficionado.

Seguiremos informando… o no.

NOTA:

Esta semana, en Street Personal Branding hablamos sobre Marca Personal en un pequeño negocio tradicional, Barber’s Crew.





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