Objetivos, empieza por el final
No me cansaré de repetir que lo primero que debes decidir a la hora de diseñar tu Estrategia Personal es lo que quieres conseguir, donde quieres llegar.
No se trata de pensamiento mágico, ni nada de eso tan de moda de que si sabes lo que quieres y lo deseas con mucha fuerza, conseguirás cualquier cosa.
Es algo mucho más sencillo, se trata de unir los puntos entre el lugar A en el que estás y el punto B que deseas alcanzar. Cuando tienes esas dos coordenadas vitales o profesionales, lo que queda es hacer ingeniería inversa y determinar las acciones, contactos, cualidades o tareas que debes tener en cuenta para unirlas.
Perseguir objetivos tiene efectos colaterales positivos
Hay mucha gente que ni se plantea establecer objetivos y hay muchos otros que sí lo hacen, pero abandonan antes de empezar porque dan por supuesto que no lo conseguirán.
Como te digo, esto no va de soñar las cosas y esperar que sucedan. De hecho, es muy posible que no llegues a alcanzar algunos de tus objetivos. Sin embargo, y te lo digo por experiencia, el hecho de ponerte en marcha para conseguir un empleo, conocer a la persona que te gusta, conseguir trabajar por tu cuenta en algo que te gusta o publicar un libro, puede tener unas consecuencias inesperadamente positivas.
En el camino de la lucha por conseguir lo que te has planteado vas a conocer personas, adquirir cualidades o encontrarte con oportunidades que ni se te habían ocurrido. Eso, como yo he podido experimentar, te abre algunas puertas que pueden llevar a lugares más satisfactorios que el propio objetivo inicial… que puedes seguir persiguiendo.
Hay que saber cuando dejarlo
Quiero insistir en que perseguir objetivos debe enfocarse desde un punto de vista muy pragmático. Creo que llevamos tantos años escuchando cantos de sirena e historias de éxito basadas en una persistencia casi inhumana, que nos ha hecho perder la perspectiva.
Si por cada caso de éxito espectacular nos diesen datos de personas que han perseguido lo mismo y no lo han conseguido, quizás podríamos ser más racionales y eficientes a la hora de diseñar nuestra Estrategia Personal.
Por eso, además de todas esas reglas para establecer y perseguir objetivos (ya sabes, MARTE, Tableros de Visualización, Afirmaciones frente a un espejo,…), también deberían darse algunas sobre el momento de abandonar o, al menos aparcar algunos de ellos.
No pasa nada por borrar un objetivo de tu lista si este ha dejado de ser importante para ti, si las circunstancias han cambiado o simplemente si tras un tiempo prudencial en el que lo has intentado en serio, no consigues avances.
Los objetivos son personales e intransferibles
Parte del problema de resistirse a abandonar objetivos tiene que ver con eso tan terrible de «qué van a pensar de mí».
Creo que gran parte de la dificultad del establecimiento y consecución de objetivos viene de dar demasiada importancia a lo que opinen en nuestro entorno o, algo peor derivado de lo dospuntocero, de lo que piensen nuestros «amigos», «fans» o «seguidores» en las redes.
Si hay algo que debes tener claro es que los objetivos son tuyos. Punto. Pueden parecer ridículos, inalcanzables, carentes de interés o, incluso maravillosos a otras personas, pero eso debería importarte entre poco y nada.
Los objetivos pueden gestionarse
Hay muchas formas de establecer y alcanzar objetivos. Incluso los más ambiciosos (esos suelen ser muy interesantes) y aparentemente inalcanzables pueden ser más accesibles si los manejas con cuidado.
Desde dividir un objetivo grande en otras metas parciales más pequeñas hasta colaborar con otros locos como tú que persiguen cosas similares pasando por la adquisición de cualidades y recursos que necesitas, pueden ayudarte a convertir una utopía en un plan de acción. Lo importante es no rendirte antes de empezar.
Ya tienes objetivos, aunque no lo creas
En realidad, aunque seas antiobjetivos o, precisamente por eso, seguramente tienes bastante claro lo que quieres. Esto me ocurre muchas veces con mis alumnos más reticentes a este tema, con los que cuando profundizamos un poco, descubrimos que tienen todo mucho más claro de lo que quieren expresar.
Quizás te de un poco de corte, o tú mismo/a no te lo quieras creer, o pienses que es mejor no ilusionarse con nada, pero seguro que hay un faro que te guía, un lugar al que, al menos intentas dirigirte.
Todo lo que necesitas es un momento de tranquilidad, lápiz y papel y tratar de poner en palabras lo que tienes en esa cabecita.
Y ya sabes, cuando tienes el punto B, sólo te queda encontrar el modo de unirlo con el punto A… y disfrutar por el camino.
Por cierto, si quieres ver lo que opino sobre la relación entre los Objetivos y la Marca Personal, echa un vistazo a este post de mi amigo Guillem Recolons de esta semana.
Y si quieres profundizar un poco más en este tema del establecimiento y consecución de objetivos, he creado mi cuaderno de Apuntes de Estrategia Personal sobre los objetivos.