Contenidos. Entonces, ¿qué propones?

Lo reconozco, lo admito, mea culpa, soy un criticón, un contreras. Tengo tendencia a identificar problemas y a encontrar lo que creo que está mal en cosas que otros ven perfectas. Y lo peor (o lo mejor) es que se me da bien y a muchos les gusta lo que digo y cómo lo digo. También debo decir que, desde hace tiempo, estoy haciendo lo posible por corregirlo, pero de vez en cuando caigo en la tentación.

Digo esto porque con el post anterior en el que hablaba de Storytelling, mi intención inicial era hablar de lo positivo de la utilización de historias para dejar huella y generar cambio, pero teniendo cuidado de no hacer un mal uso de esta herramienta. Lo que ocurre es que los contenidos tienen vida propia y, al final me salió algo bastante distinto.

Y aún hay más. Al compartir el post en LinkedIn, las visitas se han multiplicado y los comentarios, que agradezco mucho, me dan la razón. Pero como basta que algo vaya en una dirección para que se convierta en sospechoso para mi, me ha recordado algo que trato de no olvidar. Me refiero a que está muy bien criticar algo, siempre y cuando tengas una alternativa mejor.

La crítica suele decir algo peor del criticón que del/lo criticado

Es muy fácil criticar, creeme, pero es algo más complicado hacerlo con cierta gracia y estilo. Pero la destrucción forma parte de la tendencia a la entropía, al desorden. Lo jodido no es romper un huevo o sacar la pasta del tubo de dientes, sino volver a dejarlo como antes o crear algo mejor.

Cuando veo que alguien ataca algo o a alguien a quien no conoce (y ya te digo que yo fui uno de ellos y de vez en cuando tengo recaídas), en realidad está retratándose. Es curioso, pero aquellos que, especialmente al principio, criticaban al Branding Personal solían ser los que más se esforzaban en dejar su huella.

Y ocurre algo peor, la mayor parte de las veces, quien critica está mostrando su desconocimiento. Yo mismo he tenido que admitir que algo que estaba despreciando, realmente tenía mucha más sustancia de lo que podía juzgar si me quedaba en el tópico. He terminado siendo un gran defensor de cosas y admirador de personas a las que al principio atacaba cuando me he dado cuenta de que me había limitado a rascar la superficie.

Los típicos comentarios de cuñao del estilo, «Pues esto del Coaching, Marca Personal, Storytelling, Mindfulness, Propuesta de Valor, (pon aquí lo que quieras) es lo que mi abuela llamaba…», «En realidad esto que vende este/a tío/a es (pon aquí lo que quieras) pero con un nombre chulo en inglés», lo que me transmiten es que, quizás puedan tener razón, pero yo me lo imagino con un palillo en un bar de carretera (¿ves lo fácil que es criticar con ironía?).

En defensa de los vendehumos

Los Contenidos están dentro del Módulo de Propagación.

De vez en cuando surge algún listado de lo que alguien o «alguienes», etiquetan como vendehumos. Nunca me han incluido en uno de ellos, aunque tengo amigos y conocidos a los que sí. Lo cierto es que en la mayor parte de los casos me ha parecido injusto que incluyesen a muchos de ellos porque lo que se ve sólo es una pequeña parte de lo que saben o del trabajo que han realizado para convertirse en referentes. Y quienes leen (o incluso quienes crean) esas listas con una mueca de desprecio y superioridad hacia los «premiados», seguramente no llegarán ni a la suela de los zapatos a muchos de ellos.

En otros casos, yo mismo he considerado que, lo que ofrecen algunos, tiene un precio excesivo para lo que prometen. Sinceramente (ya estoy pecando de nuevo), me siguen chirriando propuestas del tipo «gana 6 cifras en una semana mientras duermes» por parte de alguien que sube una foto sentado en un deportivo rojo o con un portátil en Silicon Bali. Pero si hay vendehumos es porque hay compradores de humo… que quizás son peores que los primeros porque buscan duros a cuatro pesetas (perdón por la «boomerada»).

Quizás quienes atacan a alguien o a algo desde su sofá y sin haber puesto en marcha nada más que la lavadora de su casa, deberían plantearse si detrás de eso hay algo y, si no lo hay, demostrarlo. De lo contrario, quien me va a parecer descartable es el criticón de salón.


Hay un par de consejos que a mi me han sido muy útiles especialmente si vas a criticar a personas. El primero es que intentes ponerte en sus zapatos y entender sus circunstancias. El segundo es que antes de despreciar el trabajo de otros, te eches un vistazo a ti mismo.

Y tú ¿qué aportas?

Pero posiblemente la lección más jodida que he aprendido sobre la crítica se resume en un gran:

¿Y…?

¿Y tú qué estás haciendo para resolver, mejorar, cambiar, que sea mejor que lo que ofrece la persona a la que criticas?

Si ese concepto o esa persona te parece tan mal, ¿puedes justificármelo con datos?

Te puedo asegurar que siempre que critiques algo, vas a tener gente que te anime, te jalee y te diga que eres un/a «crack», especialmente si eliges como blanco de tu crítica algo que mucha gente ya ha etiquetado como despreciable.

Pero este mundo necesita solucionadores, no criticones. Ojo, no lo confundas con el debate entre pensamiento positivo y negativo. Como repito con frecuencia, los «negativos» tenemos tendencia a identificar problemas y, algunos, buscamos soluciones.

  • En la empresa, los jefes no van a aguantar mucho al quejica si no va con una propuesta debajo del brazo.
  • En Internet puede ser entretenido leer alguna crítica, especialmente si tiene gracia y un toque de mala leche. Pero acabarás cansándote y alejándote si no quieres deprimirte.
  • Puedes reírte en una conferencia sobre búsqueda de empleo que se parezca a un monólogo de El Club de la Comedia, pero si no estás para chistes, lo que buscas son alternativas para salir de hoyo.

Así que, si vas a criticar, espero que inmediatamente después tengas propuestas y alternativas útiles, de lo contrario, podré estar de acuerdo con algo de lo que dices, pero difícilmente te consideraré como alguien a quien yo elegiría.

Y con esto termino mi post crítico sobre la crítica.





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