Marketing Personal. No eres tú, es lo que haces

Siempre digo que la mayor barrera para salir del anonimato profesional no es la falta de recursos, dinero, tiempo o infraestructura. Todo eso se puede resolver o gestionar. Lo que impide que alguien muestre y demuestre lo que es capaz de hacer es uno mismo.

Las excusas que se repiten constantemente cuando animo a quien quiere escucharme a que de a conocer su valor suelen ser las mismas y relacionadas con algún factor mental. «Soy humilde/modesto y no me gusta hablar de mi», «No creo que tenga nada que contar», «Soy demasiado joven/mayor»,… y así tengo puñados de razones similares para no dar la cara.

Todas esas creencias limitantes pueden resolverse con facilidad, pero la que creo que tiene menos sentido de todas es la de la humildad.

No digo que sea una buena idea ir presumiendo de lo bueno que eres. Pero es que no se trata de eso. Porque cuando hablamos de visibilidad profesional debemos tener en cuenta que el protagonista no eres tú, sino tu trabajo.

No eres tú, es tu trabajo

Repito con frecuencia que cada uno de nosotros no somos más que un medio, un canal para crear valor. En tu puesto de trabajo, al dar una clase o al realizar un trabajo, lo que debe hablar de ti no eres tú, sino esa tarea que realizas.

Es justo lo que haces, o lo que puedes hacer, lo que debes mostrar. No se trata de que te eches flores «porque tú lo vales», sino que sean otros los que digan que eres alguien a tener en cuenta.

Quizás el problema es que, en muchas ocasiones, no sabemos definir lo que ofrecemos. Así que, si no eres capaz de expresar en una frase o en pocas palabras lo que alguien puede ganar contigo, entonces poco podremos hacer.

Cuando tratas de convencer a un cliente/empleador sobre la idoneidad de elegirte, la clave no está en hablar de tus cualidades, sino de tus logros o aún mejor de lo que puedes hacer por esa persona o empresa.

No me digas que eres trabajador, experto, comprometido, preparado o «amigo de tus amigos». Eso es algo que me podré creer o no.

Lo que quiero que me cuentes son los resultados que puedes lograr utilizando esas cualidades tuyas. O algo todavía mejor, que me lo demuestres explicándome lo que harías en una situación relacionada con lo que quiere tu cliente/empleador.

Elige canales que demuestren

Hasta la llegada de Internet, la posibilidad de poner nuestros logros en un escaparate eran prácticamente nulas. Por eso te la jugabas en un currículo o en entrevista de trabajo, si es que tenías la oportunidad de conseguirla.

Pero hoy tienes canales en los que puedes hablar de lo que ofreces de muchas formas posibles. Los creativos utilizan Behance, pero hoy cada profesional puede tener su propio canal de demostración.

No voy a insistir en las ventajas de un blog o una web propia para mostrar lo que haces y lo que sabes. En un sitio profesional que te pertenece únicamente a ti puedes poner ejemplos, casos y consejos en todos los formatos posibles y sin límites ni censuras.

En una Red Social, incluidas las más profesionales como LinkedIn, vas a tener más limitaciones. Y en las más volátiles como Instagram o TikTok, el efecto «demostración» es mucho menor porque importa más el impacto rápido que la explicación tranquila.

Por eso creo que todo profesional debería tener preparado y siempre actualizado su sitio propio. Por eso creo que lo importante de una web/blog propio no es el número de visitas o seguidores sino la calidad de un contenido que convenza a alguien que puede ser tu cliente/empleador.

Tú eres aburrido

Creo que incluso las vidas más apasionantes de las que vemos en la televisión o leemos en sus biografías están llenas de momentos insustanciales. Cuando en la carrera nos explicaban los átomos, nos decían que la inmensa mayor parte es espacio vacío. Con las personas ocurre lo mismo.

Incluso las personas que consideramos más interesantes tienen sus espacios oscuros, sus defectos y sus facetas más irrelevantes. Pero es que incluso lo más atractivo de sus vidas o sus profesiones se pueden explicar en unos cuantos párrafos.

Así que, pasarte el día diciendo lo bueno que eres, tiene muy poco recorrido y pronto aburrirás si es lo único que cuentas. Eso sin tener en cuenta que a las personas no nos gustan quienes se pasan el día echándose flores.

La gente no te lee, te mira o te sigue porque eres tú, sino porque al invertir tiempo o dinero en leerte o escucharte considera que va a obtener un rendimiento de algún tipo.

Así que, quizás llames la atención momentánea de alguien hablando de ti y de tu vida, en eso se basa Instagram o los programas del corazón. Pero lo que realmente hace que te consideren una persona o profesional a tener en cuenta es la respuesta a «¿Qué puedes hacer por mí?»





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