Hábitos. La disciplina te da libertad

Escribo este post en pleno puente. Mucha gente aprovecha estos días para salir de viaje o para desconectar. Así que, es muy probable que la visibilidad de esto que escribo sea menor que otros días.

Por otra parte, también podría aplicarme a mi mismo estos días de descanso y saltarme mi rutina de publicación. Pocos se darían cuenta que he roto con mi disciplina de publicación, pero hay alguien que sí se enteraría… yo mismo.

Dicen el las películas de crímenes que el primer asesinato es el más difícil porque, salvo que seas un psicópata, te va a afectar mucho, pero luego se va suavizando. Cuando decides saltarte un hábito adquirido durante mucho tiempo ocurre algo parecido. Te vas a sentir mal por «romper la cadena», pero facilita que vuelvas a hacerlo la próxima vez. De ese modo, algo que te ha costado mucho adquirir, te lo vas a cargar en poco tiempo.

Por eso escribo este post en unos días de desconexión.

La disciplina te libera

Eso de establecer rutinas, defender la disciplina o adquirir hábitos es algo que no está demasiado bien visto en estos tiempos. Es percibido como algo del pasado, de sistemas educativos caducos (para ellos) y formas de dirigir anticuadas.

Parece que cuando se trata de transmitir a los hijos o a los alumnos la idea de disciplina estás quitándoles grados de libertad porque les inculcas que hay cosas que debes hacer aunque no te apetezcan, como escribir este post en unos días de fiesta.

Sin embargo, aunque parezca contradictorio, los hábitos precisamente consiguen darte más flexibilidad y libertad. Un hábito introduce un mecanismo que logra que automatices ciertas acciones y eso te permite centrarte en lo importante, en lo que te gusta, en lo que te permite ser más creativo.

En otro tipo de películas, las de guerra, esas en las que te enseñan como se preparan los «marines», vemos como un típico sargento de hierro obliga a los reclutas a repetir ciertas acciones hasta que puedan hacerlas sin pensar. Eso puede convertirse en el factor que les salve la vida en la batalla. Están tan acostumbrados a hacer cosas sin pensar, que les deja espacio para centrarse en otras variables.

Por eso la disciplina no te limita sino justo todo lo contrario, te deja espacio.


Si quieres ser tu propio jefe, debes darte tus propias órdenes

Los hábitos son especialmente importantes cuando eres Profesional Libre.

Cuando trabajas por cuenta ajena puedes pensar que los hábitos vienen «de fuera». No tienes que preocuparte demasiado de establecer rutinas porque ya hay otros que te dicen lo que debes hacer.

Sin embargo, cuando te conviertes en tu propio jefe no te queda otra que ser tú mismo quien diga lo que debes hacer. Eso es lo que realmente significa ser tu propio jefe. Si no te impones a ti mismo unas actividades recurrentes, una rutina, verás como se pasa el tiempo sin avanzar.

Uno de los problemas de quienes trabajamos por nuestra cuenta es que cada día debemos crear nuestro trabajo. Y, si no lo haces bien, es posible que vayan pasando los días dándole vueltas a ideas que no te llevan a ningún lado o realizando acciones sin un propósito definido.

Curiosamente, cuando creas tus propios horarios con actividades claras, el tiempo se estira. Sabes que tienes que escribir tu post o lo que sea, así que lo haces sin pensártelo. Y luego te queda todo el día para hacer otras cosas.

Los hábitos refuerzan tu autoestima y sustituyen a la actitud

Aunque muchas veces he sido crítico con eso de la actitud positiva porque muchas veces se confunde con sustituir la acción por el pensamiento, lo cierto es que esta no es más que la forma de enfrentarte a los problemas.

Lo que está claro es que hay veces en que las dificultades nos parecen enormes o simplemente nos faltan las ganas de actuar. Ahí es donde la disciplina cumple su papel. Te empuja a superar las barreras por una sencilla razón, PORQUE TIENES QUE HACERLO. Pero eso sólo ocurre si tienes bien implantadas tus rutinas.

Pero hacer lo que tienes que hacer porque llevas semanas, meses o años entrenándote para que eso funcione, tiene otro efecto colateral. La autoestima.

Quizás no quieras o creas que no puedes hacer algo, pero a pesar de todo, lo haces. Como escribir este post. Y cuando terminas ocurre algo casi mágico. Te sientes bien. Aumenta la confianza en ti mismo. Refuerza tu percepción de que puedes hacer casi cualquier cosa que te plantees.

Así que si, cuando consigues automatizar tus acciones, si introduces disciplina en tu trabajo o en tu vida, no sólo te sentirás mejor sino que serás más libre.


Compartir esta publicacion