Cuando los dinosaurios gobernaban La Tierra

Ayer fui invitado a una cena con unas cuantas personas relacionadas con la gestión de empresas. El organizador era un editor de una buena revista de temas empresariales. Se encontraba presente el presidente de una excelente escuela de negocios a quien no conocía pero me dió una excelente impresión, me pareció una persona inteligente, que conoce su negocio, sensata y sin ideas preconcebidas. Su forma de actuar y de comunicarse iban en la misma linea.
Había otras personas relacionadas con la comunicación, el marketing y otros temas de gestión. La cena fue muy agradable y mantuvimos un debate interesante sobre el futuro del trabajo y la forma de hacer las cosas en las empresas.

Sin embargo, también estaba el Director General de una conocida empresa de consultoría de RRHH. Nada más presentarmelo, tuve la sensación de retroceder treinta años. Era como un personaje de esas películas casposas de los 70. Un individuo con un ego que no cabía en la sala en la que nos encontrabamos. Su conversación giraba alrededor de su figura, de sus artículos, de sus libros y de lo «cojonudo» que era en todos y cada uno de los ámbitos de la vida. Yo, me, mi, conmigo. Por supuesto, no tardó ni diez minutos en decir que es jugador de golf, que sabe de todo pero siete veces más que cualquiera, que el miercoles estuvo en Milán (eso lo dijo unas 348 veces) y que está donde está porque nadie es mejor que él.

Luego entró en la etapa de los chistes y gracietas varias. Aunque el se partía de risa con sus propias ocurrencias, la verdad es que los chistes debían de ser de cuando hizo el servicio militar. Sus comentarios jocosos sobre la condición femenina y los gustos sexuales ya terminaron de redondear la faena.

Sin embargo, lo que casi me hace levantarme de la mesa fueron sus comentarios sobre los profesionales. He conocido muchas personas que se creen que los reyes del mundo, hasta que un día reciben una carta de despido y entonces lloran como Magdalenas. Pero mientras tanto creen que por estar donde están su opinión es Palabra de Dios.
Este es uno de esos individuos que creen que una persona de 30 años debe estar dando gracias por cobrar 600 Euros trabajando como si cobrase 3000 y si no lo hace es que es un desagradecido, un sinvergüenza y un vago.
Es de esos que confunden la falta de motivación y la depresión provocada por la terrible situación laboral con la falta de valores. «Es que en mi época…»
Es de esos que confunden a los «trepas» con «tíos con iniciativa»
Es de esos que creen que como a ellos les va bien, tu no tienes derecho a luchar por algo mejor.


Puedo entender que hay bastantes cantamañanas como ese en todas partes, pero lo que no me cabe en la cabeza es que una persona con sus ideas esté situado en una posición influyente dentro de la gestión de RRHH.
Se que esta es la gente que va a poner todo tipo de trabas a un concepto como el de Marca Personal que predica el desarrollo y la independencia de los profesionales, pero estoy convencido que hay otros tantos con una mentalidad radicalmente diferente y que acabarán cambiando las cosas.





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