Parábola del talento o de los talentos
Lo reconozco, estoy siendo muy insistente con los chicos de RRHH pero es que andan provocando. Resulta que en el Expansión y Empleo de esta semana aparece un artículo titulado RRHH quiere que le concreten qué se espera de ellos. Es que van pidiendo guerra.
Si no saben lo que tienen que hacer ¿Porqué no se largan de una vez? ¿No será que no tienen nada que hacer? No quiero ni pensar lo que diría uno de ellos si cualquiera de las personas de su empresa tras unos cuantos años en plantilla llamase a su despacho y les dijese «oiga, no se que hago aquí, por favor ¿puede concretarme que espera de mi?» Estoy convencido de que al día siguiente tendría un email en el que le desearían mucho éxito en su futuro profesional.
¿Os imaginais al departamento de operaciones, al comercial o al de atención al cliente preguntando algo parecido? Yo desde luego no, afortunadamente para la economía de este país todos saben lo que se espera de ellos.
Lo que ocurre es que al departamento de RRHH le ha pasado como a muchos heroes de la Marvel o de DC Comics. Nacieron siendo mediocres y grises, con unas funciones rutinarias. Eran los chicos del departamento de personal, los que hacían las nóminas. Y de repente, como los superhéroes, sufrieron una mutación que les otorgó superpoderes. Las multinacionales crearon un departamento que iba a solucionar todos los problemas derivados del crecimiento ilimitado. Meterían en vereda a todo el mundo y conseguirían que «el personal» cantase los himnos corporativos. Por eso hay tanto psicólogo y sociólogo en esos puestos. Se convirtieron en SuperRRHH. Pero con el tiempo hicieron mal uso de esos dones y empezaron a utilizar los rayos X para ver a la vecinita de enfrente, su escudo protector para evitar que las reestructuraciones les afectasen y cuando la cosa se ponía fea salían volando.
Pero el pueblo de Gotham o el de Metrópolis se cansó y hace tiempo que les están pidiendo que se larguen a Kriptón o que dejen aparcado el batmovil.
Solo un comentario más, aunque quede actualmente no esté muy bien visto. Lo que por otra parte me importa un comino. Este artículo me ha recordado una parábola de las que nos leían en el colegio. La parábola de los talentos (que no del talento), que mira por donde no anda tan alejada de una de las obsesiones de los chicos de RRHH. El caso es que estos señores que tanto hablan de la retención del talento, lo único que han hecho ha sido desperdiciarlo. Perdonad el juego de palabras pero es que me parece que viene al pelo.