Cocineros con marca

Durante algunos años fui jefe de producto de marca blanca en una importante cadena de supermercados. Un producto de este tipo, por lo general, debería tener al menos la calidad del líder de su categoría. Por ejemplo un lavavajillas con marca Carrefour, Dia, Eroski o El Corte Inglés, debería dar resultados similares a los del líder de su categoría en un análisis o en una prueba de uso con consumidores. Esto es algo que ya sabe casi todo el mundo y sin embargo, los consumidores seguimos eligiendo la marca conocida y pagando un precio más alto por ese producto. ¿Por qué? Pues porque una marca conocida ofrece una serie de valores intangibles que no están solo en la composición o en las especificaciones del producto. Esto solo es posible tras muchos años de gestionar la confianza, de ofrecer una calidad o un servicio consistente y de establecer una relación con su mercado. Por lo tanto, se puede decir que el mayor valor del producto reside en elementos inmateriales ya que su coste es muy similar.

¿Se puede aplicar este modelo a las personas? Por supuesto, y muchos ya lo hacen. Un ejemplo muy conocido es el de los cocineros. ¿Acaso los Arzak, Adriá, Berasategui, Subijana, Arguiñano, etc., son tan estratosféricamente superiores a otros muchos cocineros en este país? Yo no lo creo, estoy convencido de que tienen talento, conocimientos y habilidades que les hacen dominar su oficio, pero han conseguido crear su marca. Evidentemente, hay muchos más que tienen las mismas características «técnicas» pero permanecen ocultos porque no han dado el paso de convertirse en su propia marca. Ojo, también es posible que no lo deseén.

¿Con cuantos profesionales en la empresa ocurre algo similar? Despues de pasarse años en la facultad, en las escuelas de negocios, aprendiendo idiomas, echandole horas, estudiando informática y sacrificando gran parte de su vida personal, parece que muchos se conforman con ser aburridos profesionales de marca blanca y valorados como tales.


Solo hay que tener en cuenta tres cosas, conoce tu producto (tu mismo), conoce las necesidades de tu mercado y date a conocer. Aparentemente es más fácil decirlo que hacerlo, pero si se tienen en cuenta una serie de normas y algunos pasos muy sencillos, cualquiera puede convertirse en el profesional de referencia de su sector. Habrá dejado de ser un «commodity», un producto sin marca, a granel, para convertirse en un profesional con Marca Propia y por supuesto su valor en el mercado se habrá incrementado.

El valor en el mercado no es solo un concepto económico, sino que implica el ser más tenido en cuenta, el poder manejar mejor tu trabajo y tu tiempo, o tener más opciones para elegir lo que hacer con tu vida.

Para los tiquismiquis, diré que asociar el concepto de marca a las personas no es deshumanizarlas, sino todo lo contrario, ya que una parte importante del proceso reside en el conocimiento propio y en el análisis de cada uno como persona, como ser humano. Sin ese ejercicio, sería imposible construir una marca consistente.


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