¿Cual es tu precio?

Hace una docena de años, se produjo bastante revuelo con el estreno de Una proposición indecente del experto en crear películas polémicas, Adrian Lyne.
El argumento era muy simple, un millonario (Robert Redford) ofrecía 1 millón de dólares a una pareja que atravesaba apuros económicos por pasar una noche con ella (Demi Moore).
Se imprimieron páginas y páginas sobre esta idea y flotaba en el ambiente la pregúnta: ¿Y tu por cuanto te venderías?

Sin embargo, esa pregunta no es correcta. En la película, ella daba la clave, lo que una vez más me confirma que las mujeres son capaces de ver más allá. Independientemente de la valoración moral del hecho, lo que ella dejaba claro es que lo que se vendía no era ella, sino algo parecido a un «servicio».

Cuando explico que todos tenemos una marca y que todo lo que hacemos por otros se puede considerar un producto o servicio, siempre hay alguien que no es capaz de entender la metáfora y me hace algún comentario sobre que las personas no somos productos y no podemos vendernos.
Inmediatamente tengo que darle la razón porque no puedo estar más de acuerdo.

Lo que tiene un precio es el servicio o producto que ofrecemos como profesionales y como seres humanos. Podemos ofrecer un trabajo, amistad, compañía, consejo, amor, o cualquier cosa que podais imaginaros que es util para otros. Pero eso tiene un coste emocional y/o material que debe ser recompensado de una manera justa antes o después. No se puede estar dando todo sin recibir nada a cambio y viceversa. Antes o después, ese tipo de relación se rompe.


En el ámbito profesional proporcionamos un servicio a una empresa a cambio de un salario. Pero no solo dejamos nuestro esfuerzo o nuestros conocimientos que tienen un coste material, emocional y de tiempo. También hay un coste de oportunidad que hay que tener en cuenta. Estamos dejando de hacer muchas cosas (ocio, familia, descanso, crecimiento personal) a cambio de ese salario. ¿Hasta que punto somos capaces de valorarlo y de exigir una recompensa más justa? ¿Hemos hecho un análisis de costes en los que hemos tenido en cuenta todos los elementos? ¿Cual es el resultado final? ¿Hemos alcanzado el punto de equilibrio o estamos constantemente en números rojos? Si es así, ya es hora de revisar nuestro Plan de Negocio.

En los últimos tiempos, nos estamos acostumbrando a que debido al exceso de oferta, no se valore correctamente nuestro esfuerzo y eso tiene unos costes que todos conocemos.

Así que, es importante que empecemos a hacer el ejercicio de valorar los recursos personales, emocionales y profesionales que estamos poniendo a disposición de otros para determinar el precio de nuestro producto que es diferente al precio de nuestra alma. Y una vez que tenemos claro eso, debemos conseguir ser valorados lo mejor posible. Eso se consigue descubriendo y comunicando nuestra Marca Propia ¿No es así como lo hacen las empresas?





Compartir esta publicacion