Marcas Personales: Tolerancia Cero

Las grandes marcas comerciales son muy cuidadosas cuando se trata de cuidar su imagen. No se trata solo de luchar contra las copias asiáticas de sus productos sino de aspectos mucho más sutiles. Hay expertos en colocar los productos en donde determina el departamento de Trade Marketing. En algún momento de mi trayectoria profesional me he encargado de ello. Hay empresas que prohiben vender sus productos en Centros Comerciales. Hay responsables de llegar a acuerdos de muchas páginas en los que se especifíca todo lo referente a la marca y al producto.
Hay empresas que quitan la publicidad de los medios de comunicación cuando los programas que patrocinan no son acordes a sus valores o más frecuentemente cuando son los valores de los clientes los que se sienten vulnerados.

Las marcas comerciales fuertes saben muy bien donde están los límites.

Con las Marcas Personales ocurre lo mismo. Aquellas personas que están bien posicionadas en la mente de su mercado han sabido fijar bien las frontera, lo que están dispuestos a aceptar y más especialmente, lo que no.

A este tipo de personas se las puede acusar de intolerancia en determinados momentos. De falta de sentido del humor. De mentalidad cerrada. Pero lo que está claro es que cuando alguien se dirige a alguna de estas personas, sabe a que atenerse. Podrá gustar o no, pero no va a darte sorpresas. ¿No es eso lo que debe hacer una marca?

Sin embargo, vivimos en un mundo en el que lo politicamente correcto es no discutir. Ser comprensivos. Ser tolerantes con todo y con todos. Ceder para no organizar un follón. De lo que no nos damos cuenta es de que hay aspectos en los que se puede ceder y en otros no. Cuando entregamos parte de lo que es importante para nosotros, nuestros valores, vamos debilitando nuestra marca.
Cada uno tiene unos valores diferentes. Pero si se cede en aquellos que están en primer lugar, empezaremos a difuminarnos. A tratar de ser todo para todos. A no ser nada para nadie.


Para crear una Marca Personal fuerte, debemos establecer muy seriamente cuales son las barreras infranqueables. Aquellos aspectos que no vamos a negociar jamás. Es duro y va a darte problemas, pero es el precio que hay que pagar por ser lo que quieres y no lo que desean los demás.

Por eso, si quieres tener una marca respetada y valiosa hazte las siguientes preguntas

  • ¿Aceptas los comentarios que hace «en broma» el gracioso de turno sobre ti o sobre otros?
  • ¿Haces lo que te dicen porque no te atreves a decir que no?
  • ¿Dejas que tus valores sean puestos en duda o comprometidos?
  • ¿Te quedas hasta las tantas en la oficina por «el que dirán»?
  • ¿Permites que duden de tus actos o tus palabras sin tomar medidas al respecto?
  • ¿Estás dispuesto a ceder parte de tu libertad (o toda) por un plato de lentejas?
  • Una vez que has cedido una vez ¿que te impide seguir haciéndolo?

Ya se que estas cosas suenan a antiguas, a duelos con espada y a novela dieciochesca o a Alatriste. Pero cada vez tengo más claro que el marketing y el management no nos enseñan nada nuevo, nuestros abuelos ya lo conocían aunque lo llamaban de otra manera.

Hay quien dice que no está bien venderse uno mismo pero si no tienes una marca fuerte y eres tolerante con todo, entonces no te vendes, te regalas. Y una marca no se regala, sino todo lo contrario. Su valor está en sus valores. ¿Vale?





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