Química Recreativa XIV: La serpiente de Kekulé y cercanías
Hay una historia que cuentan año tras año en las facultades de Química y que habla de la importancia de la inspiración: La serpiente de Kekulé.
«August Kekulé, el químico que desentrañó la complicada estructura del benceno, aseguraba que la forma circular de dicha estructura le sobrevino durante una cabezadita que se echó mientras preparaba un manual de química frente a la chimenea. Comenzó a soñar sobre una danza de átomos que poco a poco se transformaron en serpientes y una de ellas, de repente, se mordió la cola formando un anillo. Kekulé se despertó en ese momento y se pasó la noche tratando de disponer los átomos de carbono e hidrógeno siguiendo la figura de la serpiente enroscada.»
Reconozco que las mejores ideas me suelen venir cuando voy en transporte público (casi siempre), especialmente en tren de cercanías. Aunque a veces ocurran cosas raras.
En esos momentos en los que tu mirada se fija en el paisaje y desconecta de todo lo demás ocurre algo mágico. Las piezas que tenías dando vueltas en tu cabeza empiezan a ponerse en su sitio.
Durante meses he visto las piezas de mi modelo, pero no siempre encontraba la forma de encajarlas. Valores, objetivos, marketing, percepciones, recursos, mercado, DAFO,… Elementos muy heterogéneos que no sabía muy bien donde colocar ni que orden asignarles. Pero en esos momentos de tranquilidad, es cuando han ido tomando forma.
Durante estos meses he aprendido lo importante que es la reflexión y encontrar un rato para olvidarse de todo. Tanto para montar un negocio como para encontrarse uno mismo (Marca Personal) necesitamos pararnos y pensar. Es importante tener un método, pero también es imprescindible dejarse llevar.
Y viajar en tren es una forma excelente para conseguirlo.