Aviones antinaturales, átomos, bits y teletransporte

Ya he dicho en varias ocasiones que mantengo una relación amor-odio con el avión.
Odio cuando está dando botes a once mil metros, amor cuando frena completamente al llegar a su destino. Entiendo perfectamente a Juan Pablo II cuando besaba el suelo al aterrizar.

Esta semana he impartido unos cursos en La Coruña y he tenido que pasar por todos esos trámites que han convertido en un infierno el viaje en el cilindro de metal.
Ya no se trata solo de las turbulencias en el aire sino también las que se producen en el aeropuerto. Para un viaje de menos de una hora tienes que pasar un proceso digno del lugarteniente de Bin Laden.

Quizás hoy estoy especialmente sensible pero, ¿Hasta que punto es necesario todo este movimiento de átomos?

Se supone que vivimos en la sociedad de la información, un mundo conectado en lo que lo que importa es el conocimiento y este puede convertirse en bits.
En lo que respecta a mi negociado, la Marca Personal, hablamos de intangibles, de confianza, de proporcionar servicios inmateriales. Sin embargo, parece que no podemos prescindir de la presencia física. En un mundo en el que todo se puede digitalizar, las personas no salimos del mundo analógico.

¿Realmente hace falta mover literalmente el cerebro físico, con todas sus neuronas y sinapsis? ¿Hay que meter algo tan valioso como la materia gris en un tubo comprimido con otras cuantas decenas de cerebros que van a compartir información en el lugar de destino durante un tiempo inferior al que dura el vuelo?
Tampoco parece que se trate de confidencialidad porque no hay más que poner la oreja en la cola de embarque para enterarte de todos los secretos de la industria.

Parece que en lo que respecta a la información, hemos pasado del portatil al pendrive o incluso al disco duro virtual, pero el experto debe seguir desplazándose.

Una parte de las presentaciones, cursos o incluso reuniones de trabajo se realizan con medios digitales, powerpoint, vídeos, etc. Sin embargo, parece que debe haber un cuerpo físico que de al botón, cuente cosas que podría explicar desde su casa y se le pague por ello. ¿Es un sistema eficiente?


¿Es necesario que un ponente tenga que viajar durante varias horas para contar algo que dura unos minutos? ¿Es necesario, es fetichismo o es espectáculo? ¿Lo que quiere la gente es ver a Al Gore, por ejemplo, o que le pongan un sello, como en las discotecas cutres, en el que certifican que ha estado cerca del ídolo?

Eso me recuerda a esas estampitas en las que aparecía un trozo de tela de un santo en la que ponía «tela todada a su cuerpo». Parece que hay gente que está dispuesta a pagar 1200 Euros por estar cerca de un menda que no va a hacer otra cosa que repetir algo que ya ha oido miles de veces o se puede descargar en la red.

Cada vez se venden menos soportes físicos de software porque es posible bajarse los programas por la red. ¿Es que no se puede hacer lo mismo con el conocimiento? ¿Va ir la gente a las conferencias, cursos o talleres como si fuese un concierto de los Rolling? Cuando se trata de expertos ¿Se valora lo que dice o hay algo en «el directo» que aumenta su valor?

No lo digo por que si. Siempre me gusta probar nuevos formatos. Hace unas semanas os hablaba de Perú. En septiembre estuve virtualmente presente mediante una presentación breve en vídeo que pudieron descargar allí. Hace unos días lo hice en México, gracias a mi colega Tomás Marcos. Aquí podeis ver mi mensaje. No estoy hablando de hacer vídeos enlatados sino de personalizarlos para cada ocasión.

Más del 80% de mis clientes individuales lo son a través de teléfono, skype o videoconferencia porque están a muchos kilómetros de distancia y no he tenido ningún problema para realizar mi trabajo, facturar, manejar documentos o mantener un contacto más directo que el de un profesor al que solo puedes ver en contadas ocasiones.

¿Realmente es necesario mover átomos o podemos conseguir el mismo efecto de forma más eficiente mediante bits? Creo que incluso el teletransporte de Star Trek y similares es algo pensado con mentalidad del sXX, ya que salvo que Mr. Spock o el capitan Kirk tengan que realizar algún trabajo manual, podrían apañarse con enviar datos o información. La red nos permite gestionar la vista y el oido. De momento no podemos con el tacto, el gusto o el olfato. Pero tampoco creo que nadie se dedique a olfatear o a chupar a los conferenciantes.

Estas son cuestiones retóricas, no tengo la solución, pero creo que para la Marca Personal es importante. Si quieres POSICIONarte como experto debes hacerlo en la mente de tus clientes, pero no se hasta que punto es necesario que lo hagas físicamente.





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